La CIA no logra presentar pruebas del arsenal iraquí
La comparecencia ante el Senado estadounidense, el pasado jueves, de David Kay, coordinador de la búsqueda de armas de destrucción masiva en Irak, no ha levantado las dudas sobre la existencia del arsenal prohibido de Sadam Husein. La presentación de un informe prudente que no aporta pruebas que confirman las acusaciones presentadas por la Administración de Georges W. Bush antes de la guerra de Irak, desató las críticas de los demócratas.
En declaraciones emitidas tras presentar su informe a los senadores, Kay, un ex inspector en desarme de Naciones Unidas en Irak y ahora asesor de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), afirmó que tenía "evidencias sólidas" de la existencia de dichas armas y que había logrado la cooperación de los científicos iraquíes involucrados en el programa de armamento. Se negó, sin embargo, a presentar pruebas antes de tener "absoluta confianza de que son concluyentes".
El senador demócrata Edward Kennedy denunció lo que ve como "un caso de desinformación masiva". Su compañero de partido y miembro del comité de inteligencia del Senado, John Rockefeller, subrayó, en referencia al informe presentado, la distinción entre armas y programas de armamento. "Los programas no disparan, no llegán a ninguna parte en 45 minutos y no se arman. No fuimos a la guerra para desvelar los programas de Sadam. Fuimos a la guerra para desarmarle".
Una labor sin sentido
Se trataba del primer informe sobre la labor del grupo de 1.400 expertos, estadounidenses, británicos y australianos, que buscan en Irak pruebas de la existencia de armas de destrucción masiva. Kay subrayó que sus hombres habían visitado nuevas instalaciones que no se conocían antes de la guerra. Un alto cargo de la misión que prefirió guardar el anonimato, afirmó, sin embargo, en declaraciones al diario Los Angeles Times, que se limitaban a inspeccionar lugares ya visitados por los inspectores en desarme de la ONU antes de la guerra. "No tenía sentido", dijo, "todo ya había sido rastreado".
Estados Unidos y el Reino Unido insistieron a comienzos de este año en que el régimen iraquí desarrollaba armas nucleares, químicas y biológicas, lo que que le convertía en una amenaza para el mundo y justificaba una intervención militar. Desde el final de la guerra, en abril pasado, las armas no han aparecido, lo que ha originado duras críticas contra los dos gobiernos. La revelación el mes pasado de la falsedad de la denuncia que acusaba a Irak de haber comprado uranio en Níger para fabricar bombas nucleares reforzó ese clima de sospecha.
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