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Crónica:LA CRÓNICA
Crónica
Texto informativo con interpretación

El segundo teniente

Un día cualquiera en la Diagonal de Barcelona. Una minoría consistente de los ciudadanos camina por dentro del carril bici, mientras que los cinco sextos de la acera que son de uso peatonal exclusivo permanecen prácticamente vacíos. Los ciclistas nos vemos obligados a esquivar a los peatones. Si te atreves a tocar el timbre o decir algo del tipo "ejem... ¿me permite, por favor?", no es raro que te envíen a tomar viento fresco o un poco más lejos, allí adonde el viento carece de frescura. Da igual que los invasores vengan de frente -viéndote venir- o dando la espalda a la corriente de ciclistas. Su actitud es, digámoslo con exquisita prudencia y encomiable tacto, poco práctica. La minoría consistente está integrada -a ojo de buen cubero- por unos 200.000 ciudadanos ligeramente duros de mollera (CLDDM). Después de más de 10 años de su implantación, puede llegar a resultar frustrante circular por la ciudad con más carriles bici -125 kilómetros- de España.

Jordi Portabella tiene una Conor híbrida de 21 piñones, la usa para moverse por el Eixample y Ciutat Vella con americana y corbata

Un día cualquiera en el Ayuntamiento de Barcelona. El flamante vice-alcalde Jordi Portabella se muestra comprensivo con la minoría consistente de CLDDM. Claro, es un político, no se iba a enemistar alegremente con 200.000 barceloneses sólo para consolar al ciclista cronista. "Cuando la gente camina distraídamente, digamos por la Diagonal, tiende a hacerlo siguiendo las líneas blancas. Es como si tuviéramos un mecanismo en la cabeza que, al ver un carril, nos hace sentirnos más conducidos", explica Portabella. Sí, segundo teniente, me quejo, pero... ¿qué clase de conducta es ésa? ¡Hace más de 10 años que están esas enormes bicis blancas pintadas en el suelo! ¡Hay semáforos con la silueta de una bici! ¡Hay un enorme despliegue de señales de todo tipo! "10 años no son suficientes para incorporar ese chip. La gente ve una línea y la sigue; es como si así no tuviera que pensar", añade. Ni que lo diga, segundo teniente. Pensar no es la especialidad de esa minoría consistente que bloquea los carriles. Este cronista ciclista no es Einstein, pero le tomó 10 minutos -vale, pongamos que 10 horas- acostumbrarse a la existencia de los carriles. ¿Para cuándo una campaña de concienciación con gran despliegue mediático?

"Está prevista". El segundo teniente Portabella lleva el tema de las bicis desde hace unos cuatro años, desde aquellos tiempos lejanos en los que era sólo tercer teniente. La verdad es que no lo hace nada mal, según la percepción de este ciclista cronista. Los carriles crecen y se multiplican con bastante buen sentido, a pesar de la pertinaz -iba a decir sequía (y algo de eso hay)- oposición de los CLDDM. ¿Qué bici tiene el segundo teniente? "Una Conor híbrida de 21 piñones; la uso para moverme por el Eixample y Ciutat Vella". ¿Con americana y corbata? "Con americana y corbata". También -asegura- coge habitualmente el metro para ir al currele. ¿Lo reconoce la gente? "Siempre. Voy charlando, enterándome de lo que pasa, tomándole el pulso a la ciudad". ¿Le piden autógrafos? "No, no... -ríe- ...a veces alguna chica quiere hacerse una foto conmigo; a veces me dicen cosas". ¿Qué cosas? "Tipo ¡endavant!, frases cortas de aliento que me hacen sentir bien".

Jordi Portabella tiene 42 años y pinta de galán. ¿Cuánto influye ese hecho en su ascendente carrera política? "La imagen es importante en cualquier actividad y en política también. Yo no me encuentro guapo. Mi mujer, afortunadamente, sí". Supongamos que si las chicas no le gritan "¡torero!" es porque saben que es un nacionalista catalán. Supongamos también que fueron motivos más consistentes los que llevaron a su partido -Esquerra Republicana de Catalunya- a subir un 114% en las últimas elecciones municipales. Al mencionar el hecho al segundo teniente le brillan los ojitos y se le achinan a lo Richard Gere. ¿Le gustaría ser alcalde? "Sí, claro". ¿Y presidente de la Generalitat? "No me lo he planteado". Mmmmm..., se diría que eso es prácticamente imposible. Pero un político tiene que saber qué decir y qué no decir según lo dicte la coyuntura, y el segundo teniente se sabe todos los trucos de la profesión.

Es el momento de despejar una duda que atormenta al pueblo catalán. ¿Qué tiene que ver Jordi con Pere Portabella, el cineasta y destacado integrante de la gauche divine que organizaba aquellos famosos suquets de peix en su lujosa masía del Empordà? ¿Es nuestro segundo teniente un hijo de papá que entró en política por la puerta grande? No. Su padre es un óptico de Sants ya retirado y su madre un ama de casa ("aunque muy preparada", dice). Clase media. El vicealcalde Portabella es biólogo, especializado en ecología. Antes de dedicarse exclusivamente a la política tuvo una empresa dedicada al asesoramiento medioambiental. ¿O sea que no conoce a Pere Portabella? "Sí, lo conozco, claro, pero nunca fui a su masía a comer suquet. Él ha dicho en público que tiene más afinidad conmigo que con sus hijos...". Eso tiene sentido. El xicot es maco. Se parece mucho al hijo -o al hermano- que muchos quisieran tener. Si no fuera nacionalista yo hasta lo votaría...

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Antes de dejar la plaza de Sant Jaume y a modo de despedida, una sugerencia constructiva: ¡caña a los CLDDM, Jordi!

Sonrisa enigmática y mutis por el foro.

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