El "sentido común"
El "sentido común", contrariamente a lo que piensa la ministra de Educación, Pilar del Castillo, no es universal. Más que sentido común, tenemos que hablar de "sentidos comunes", que vienen dados por nuestro bajage socio-cultural y por nuestras experiencias personales.
Quiero plantear cinco objeciones a la reforma educativa de Del Castillo. En primer lugar, la reforma vulnera los derechos fundamentales de las personas agnósticas y ateas, que, siguiendo una filosofía de vida o "sentido común" distinta a la de la ministra, deciden que lo mejor para sus hijos es una educación laica donde aprendan otros valores no inspirados religiosamente.
En segundo lugar, recordar que el "sentido común" de la Iglesia católica y de las monarquías españolas llevó a una persecución brutal de aquellos que no compartían el "sentido común" del momento.
En tercer lugar, resulta que, además de ciudadanos agnósticos, en este país viven y son ciudadanos personas que profesan otras religiones y que, como también contribuyen al erario público, pues parece de "sentido común" que sus hijos reciban en los colegios públicos o concertados educación sobre su propia religión.
En cuarto lugar, el modelo de la Iglesia católica es un modelo jerárquico y no igualitario, donde las mujeres, por el "hecho" de ser mujeres, están discriminadas. ¿Es éste el modelo que promueven unas instituciones públicas que deben defender en todos los ámbitos la igualdad de género? ¿De qué "sentido común" estamos hablando?
Y en cuanto a los profesionales más adecuados para impartir la asignatura alternativa del "hecho religioso", la ministra menciona a los licenciados en Historia y Filosofía. En mi opinión, los profesionales de la antropología social y cultural y de la sociología estamos más cualificados para dar una visión más transcultural y menos etnocéntrica de los sistemas de creencias.
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