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Crítica:SEVILLA | LA LIDIA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Mansos

Antonio Lorca

Los novillos de Nazario Ibáñez, que formó la ganadería con vacas y sementales de procedencia Núñez, lucieron una bonita presencia - es decir, animales propios de un zoológico-, pero demostraron que de sangre brava estaban cortos de verdad. Mansos hasta la desesperación, sin un ápice de casta, acobardados y huidizos, buscaban como locos el camino de la dehesa. Se frenaban en los capotes, huían de su propia sombra, se paraban en el tercio de banderillas, esperaban la cercanía del hombre para perseguir a su presa con aviesas intenciones, y, en la muleta, se negaron a embestir. Hubo algunos, como el primero y el tercero, que no embistieron una sola vez, lo que ya es un mérito difícil de alcanzar.

Ibáñez / Peña, Rubias, El Arqueño

Novillos de Nazario Ibáñez, bien presentados, muy mansos y descastados; el 2º, noble. Enrique Peña: cuatro pinchazos, un descabello -aviso-, cuatro descabellos -segundo aviso-, dos descabellos (silencio). (Silencio). Luis Rubias: pinchazo y media (ovación) Palmas. El Arqueño: estocada que asoma (silencio) y (silencio). Plaza de La Maestranza, 22 de junio, novillada de abono, menos de media entrada.

Con este material de desecho de casta no es fácil evaluar la actuación de los novilleros. Mejor dicho: quedan justificados todos los defectos y carencias. O, al menos, esa es la impresión que queda en la plaza. Quede constancia, no obstante, de que el más destacado fue Rubias, que también se llevó el lote más potable: noble el primero, y con genio el otro. El chaval de Alicante es torero fino, y se mostró muy decidido, lo cual se transmite con rapidez a los tendidos. Toreó muy bien por ambas manos al noble y flojo primero, y algunos muletazos destacaron por su hondura. Valiente y bullidor en el quinto, su faena fue de más a menos porque el genio del manso se acabó en las dos primeras tandas.

Mala suerte de verdad tuvo Peña. Sus toros impidieron comprobar si este maduro novillero -figura en el escalafón desde el año 99- ha evolucionado. Ninguno de los dos embistió ni al capote ni a la muleta. No se estrenó Peña en lances ni muletazos, pero, a la hora de matar, pasó dos calvarios por falta de uno, lo que dice muy poco a su favor. Tampoco fue de El Arqueño. Recibió a su primero con una larga cambiada y un par de buenas verónicas. Su lote tampoco colaboró. Se mostró valiente y su toreo quedó inédito.

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Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.

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