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Ben Harper: "No ayudar a los países pobres también es terrorismo"

El cantante californiano actuará en Madrid y Barcelona

Diego A. Manrique

Ben Harper, el cantante y guitarrista californiano especializado en el rock con raíces, ha visitado España. Aun con retraso, quería presentar su último trabajo, Diamonds on the inside (Virgin), ante la prensa y en un concierto "desenchufado" para M-80. Ya con su banda al completo, actuará en Barcelona (30 de octubre) y Madrid (31). Harper (1969, Pomona) tiene enfrente un extenso calendario de giras.

Vive un momento dulce en lo profesional: en Francia y otros países es figura de primera división. Se ríe: "Al mismo tiempo, hay rincones de EE UU donde mi música no suena. No encaja en las fórmulas radiofónicas y me quedo en el underground. Y eso está bien, impide que el éxito se te suba a la cabeza. Mira a Michael Jackson: tu felicidad no puede depender de que estés en el número 1 o en el 136". Otra táctica de normalización, explica, consiste en ejercer de padre: "En Los Ángeles, llevo y traigo a mi hijo del colegio. Y sus compañeros están intrigados: 'Nuestros padres siempre están trabajando, nunca vienen aquí'. Tampoco entienden que un músico pueda ocuparse de sus hijos. Creen que vivimos en el mundo de MTV, encerrados en mansiones o volando hacia paraísos exóticos en compañía de modelos voluptuosas".

Según Harper, eso explica la ira de muchos estadounidenses cuando algunos cantantes se alzaron contra la guerra, "o lo que fuera", de Irak: "Piensan que somos los niños mimados de la sociedad, sin derecho a protestar, como los deportistas. La protesta fue silenciada por los grandes medios pero hemos aprendido del recorte de la libertad de expresión: tenemos que ser más valientes, debemos usar Internet y canales alternativos. Va a ser duro ya que no nos fiamos de los políticos y no hablamos su lenguaje. Sin embargo, cualquier persona puede ver que se está luchando contra el terrorismo sin atender a sus causas, como si fuera una fuerza ciega de la naturaleza. Antes de bombardear e invadir, ataquemos la pobreza, el hambre, las injusticias. No ayudar a los países pobres también es terrorismo".

Asegura que no tiene vocación de líder pero que siente la necesidad de hablar alto y fuerte, "como lo hizo Dylan en los sesenta". En general, intenta deslindar su faceta pública de su cotidianidad: "Siempre me asusta ser demasiado explícito, alimentar mis canciones exclusivamente de vivencias y sentimientos íntimos. En esta música, se tiende a creer que todo lo que cuentas te ha ocurrido. Y eso te limita: puedes sentir miedo a inventar si sabes que la ficción se toma como autobiografía, como les suele ocurrir a los raperos".

Harper se proclama musicalmente omnívoro: "Yo empecé tocando folk-blues al estilo de Mississippi John Hurt, pero hubo una época en que me obsesionó el gangsta rap, por lo que tenía de inventiva sonora y de fantasía literaria. No soy un purista. Hace poco, escuché por casualidad Beautiful, una canción de Christina Aguilera que me encantó. Igual que el último disco de Wilco, que es el grupo que más me fascina".

Finalmente, reconoce su deuda con las músicas de raíz: "Oyes blues y sabes de dónde viene, allí está la forma de vida de la gente del sur de los EE UU, yo diría que hasta sientes el paisaje, la temperatura, los olores. Lo mismo con el reggae, algo que me ha empapado tanto que quiero que un próximo disco vaya en esa onda. Me pasó algo parecido con el flamenco. Llegué a España, escuché a Camarón y a Pata Negra y quería saber más, deseaba irme a vivir a Andalucía y tocar con los gitanos. No pude permitírmelo pero me reconforta tener ese marco de referencias cuando hago mis discos".

Ben Harper.
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