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Europa exige su papel en el nuevo Irak

La UE quiere una reconstrucción encabezada por la ONU y que no excluya a ningún país

Carlos Yárnoz

Europa quiere estar presente en la reconstrucción de Irak, pero desea hacerlo bajo dos premisas: que la ONU tenga un papel protagonista y que no haya exclusiones de ningún tipo para cualquier país que quiera participar. Ésta, fue la principal conclusión a la que llegaron ayer los ministros de Economía y Finanzas de la UE (Ecofin) reunidos en Vouliagmeni, cerca de Atenas, en el primer debate de los Quince sobre las consecuencias económicas de la invasión y el papel de la Unión en la era post-Sadam.

La pretensión europea, sin embargo, no cuenta con el visto bueno de EE UU y la negociación para encontrar una postura común será difícil. El miércoles pasado, durante una visita a Bruselas, el secretario de Estado de EE UU, Colin Powell, ya avisó que será su país el que tendrá el papel central en la reconstrucción. Y el viernes, el Congreso estadounidense solicitó que no se permita a empresas de Alemania y Francia, así como de Rusia y Siria participar de ese proceso.

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El debate sobre el papel de la UE en el futuro de Irak se produjo ayer durante un restringido desayuno de trabajo (ministros sin colaboradores) y, según personas que conocieron su contenido, los reunidos llegaron a plantear la posibilidad de utilizar en el futuro fondos comunitarios para la reconstrucción, al margen de los cien millones de ayuda humanitaria considerada hoy "prioritaria". Algún participante, como el alemán Hans Eichel, hizo referencia a la mala situación económica de su país a la hora de abordar proyectos de semejante envergadura.

Actuación coordinada

En la discusión, los ministros destacaron la conveniencia de actuar en coordinación tanto en ese terreno como ante las consecuencias económicas de la guerra. En público, los ministros fueron prudentes porque la decisión oficial respecto a la cuestión iraquí es política y corresponderá a los jefes de Gobierno y a los ministros de Exteriores. Aún así, arrojaron algo más que pistas claras. "Hemos tenido un primer intercambio sobre la reconstrucción y discutiremos el tema en nuestras próximas reuniones", comentó el presidente de turno del Ecofin, el griego Nikos Christodoulakis.

El español Rodrigo Rato fue uno de los más concretos al decir que Europa debe tener "una clara presencia y un papel determinante en el futuro de Irak y en el de toda la zona", y no únicamente en el terreno económico, sino también en el político y social. En un obvio doble mensaje de que nadie debe ser excluido de esa reconstrucción "en favor del pueblo iraquí" y de que no es tarea exclusiva de EE UU, el vicepresidente señaló que el proyecto tiene que hacerse bajo el control y supervisión de Naciones Unidas y del Banco Mundial, instituciones "en las que están representados todos los países, también los europeos".

En esta línea, Christodoulakis comentó: "La UE necesita hablar con una sola voz para ser eficaz". El comisario de Asuntos Económicos, Pedro Solbes, optó por su habitual prudencia: "En la coyuntura presente, no es posible decir qué clase de reconstrucción habrá ni cuándo comenzará". El alemán Hans Eichel, mientras tanto, optó por echar balones fuera: "Los ministros no ven la necesidad de actuar por el momento".

La repercusión económica de la guerra fue el asunto central del Ecofin. Entre los dos escenarios posibles manejados por los ministros (el "de base", con una guerra corta, y "el alternativo", con un conflicto más prolongado), el Ecofin confía en el primero, pero sin descartar aún el segundo. La hipótesis menos mala prevé un precio medio del barril del petróleo a lo largo de todo este año de 27,6 dólares, y de 23,5 para el año que viene. En ese caso, son válidas las previsiones de crecimiento que figuran en el cuadro adjunto y que Bruselas difundirá el martes próximo.

En el escenario pesimista, el barril del petróleo tendrá un precio medio de 45 dólares en el segundo y tercer trimestre de este año (35 de media en todo el año), y de 27 en 2004. En ese caso, tanto Europa como EE UU entrarían en recesión en la segunda mitad del año. La zona euro sólo crecería 0,2% en este año y 1,5% el que viene. En la misma hipótesis, EE UU crecería este año 1,3% (un 2,4% en el escenario menos malo) y 1,7% en 2004 (2,5% en la hipótesis optimista). También sobre la premisa de un conflicto breve, la Comisión prevé para España un crecimiento del 2% para este año en sus más recientes proyecciones, que serán presentadas oficialmente el martes. La nueva previsión para la economía española está un punto por debajo de la previsión del Gobierno e incluso es inferior a la revisada el jueves por la OCDE (2,1%).

La apuesta por el escenario menos preocupante se reflejó ayer en los comentarios de los ministros. Para ellos, ni la elevada inflación de la zona euro (2,4% en febrero, lo mismo que se espera para marzo) ni las amplias diferencias en el índice de precios entre países (1,3% en Alemania frente a 4,7% en Irlanda o 3,8% en España) les parecen motivo de alarma. El presidente del Banco Central Europeo (BCE), Wim Duisenberg, aseguró que la inflación estará por debajo del 2% a final de año, pero ya aventuró lo mismo hace un año y no se cumplió. A Rato tampoco le parece grave la diferencia en el caso español, aunque prometió esfuerzos para rectificar, porque es síntoma, dijo, de la convergencia de rentas y de que España crece más que la media europea.

Lo que sí preocupó a los ministros, hasta el punto de difundir un comunicado al respecto, es la evolución inmediata de los sectores de la banca y los seguros, que si bien "han sido capaces de absorber" los problemas pasados, exigen ahora un especial seguimiento "de los ministros y los gobernadores" de los bancos nacionales. Hay que estar "extremadamente vigilantes", concluyeron los ministros, según personas que estaban en la reunión.

En el lado más positivo de la balanza, los ministros lamentaron "por encima de todo", la pérdida de vidas humanas de la guerra (aunque la UE no la ha condenado) y pactaron que en la reunión del G-7 de la próxima semana en Washington defenderán la condonación total de la deuda de los países más pobres.

Desde la izquierda: Solbes, Rato y Duisenberg se preparan para la <i>foto de familia </i>de la cumbre de ayer.
Desde la izquierda: Solbes, Rato y Duisenberg se preparan para la foto de familia de la cumbre de ayer.EFE

Duisenberg aplaza su salida del BCE

"Me quedaré hasta que sea elegido mi sucesor para garantizar una sucesión fluida". Con aspecto cansado, muy parco en comentarios y con la vista baja, el todopoderoso Wim Duisenberg, presidente del Banco Central Europeo (BCE), anunció públicamente en Vouliagmeni (Grecia) que acepta seguir en el cargo más allá del 9 de julio, el día en que cumplirá 68 años y que él había fijado para marcharse.

La petición le fue hecha ayer por los ministros de Finanzas de la UE (Ecofin) "unánimente", como dijo el ministro griego de Economía, Nikos Chrisdoulakis. Le propusieron que siga "hasta que un nuevo presidente sea debidamente elegido".

Designado en 1998 para un mandato de ocho años, aceptó a sabiendas de que Helmut Kohl, entonces canciller alemán, y el presidente francés, Jacques Chirac, habían pactado que sólo ocuparía la silla cuatro años para ser sustituido por un francés. Todo iba sobre ruedas para que, en efecto, en 2002 fuera sustituido por Jean Claude Trichet, el gobernador del Banco de Francia y hoy único candidato al puesto. Pero Trichet se vio implicado en el caso Credit Lyonnais y los jueces han anunciado que no emitirán sentencia hasta el 18 de junio.

Por eso, los mismos que desde París empujaban a Duisenberg para echarlo se han visto obligados a suplicarle que no se vaya en julio de forma que, o bien Trichet tenga tiempo para acceder al cargo si los jueces franceses le declaran inocente, o bien el Gobierno francés pueda encontrar una alternativa que no puede plantearse mientras Trichet siga al frente del Banco de Francia.

La propuesta para que Duisenberg siga en el puesto será trasladada a los jefes de Gobierno de la UE. La situación en la presidencia de una de las principales instituciones de la Unión es ahora aún más anómala. El siguiente presidente, un francés por supuesto, cumplirá un mandato completo de ocho años.

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Sobre la firma

Carlos Yárnoz
Llegó a EL PAÍS en 1983 y ha sido jefe de Política, subdirector, corresponsal en Bruselas y París y Defensor del lector entre 2019 y 2023. El periodismo y Europa son sus prioridades. Como es periodista, siempre ha defendido a los lectores.

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