_
_
_
_
_

Cristina Branco impregna de erotismo las canciones de su nuevo disco

La portuguesa canta a Shakespeare y Vinicius de Moraes en 'Sensus'

Poemas eróticos de autores portugueses contemporáneos como Pedro Homem de Mello, María Teresa Horta o David Mourão-Ferreira, pero también de Vinicius de Moraes o Shakespeare, pueden escucharse en Sensus, el nuevo disco de Cristina Branco. A sus 30 años, una de las voces femeninas más importantes de la música lusa, se aleja cada día más del fado tradicional y no descarta un futuro trabajo próximo al jazz. El viernes presentó su álbum en Madrid; anoche, en Barcelona, y mañana lo hará en Bilbao (Palacio Euskalduna).

Cristina Branco supone que en su país más de uno torcerá el gesto al escuchar algo como "deja que cierre el anillo / alrededor de tu cuello / con mis largas piernas / y la sombra de mi pozo". "Por eso me gusta", dice riendo. "Estos poemas también son la historia de Portugal. Una historia encubierta. Es casi una pesquisa sobre toda una cultura a través del erotismo y la sexualidad. Y un disco muy respetuoso".

"La idea de grabar estas canciones surge con el anterior, Corpo iluminado. Pensé que sería una buena idea trabajar la poesía erótica portuguesa. Luego descubrí a Shakespeare y a los brasileños. Me gustan mucho los discos temáticos", explica.

Aunque canta acompañada por una formación clásica del fado -tres guitarras-, Sensus no es un disco de fados. Tenía 18 años cuando su abuelo le regaló una grabación de Amália Rodrigues. "Claro que había escuchado fados, pero no me gustaban", confiesa. "Son demasiado tristes. No consigo enamorarme de esa música, sólo de Amália. En aquel disco descubrí la capacidad de interpretar, de decir, más allá del propio poema. Ella hablaba de sí misma. Y eso fue lo que me emocionó".

Nacida casi con la revolución de los claveles, Cristina Branco creció en un pueblo al norte de Lisboa, alejada de las casas de fados de Alfama o el Barrio Alto. En el hogar escuchaba a Billie Holiday, Sarah Vaughan, Carmen McRae... Y a cantantes brasileñas como Elis Regina o María Bethânia. Está encantada de haber podido grabar una canción de Chico Buarque con su admirado Ben Wolfe, contrabajista de Diana Krall: "Parece estar tocando en pantuflas".

El disco empieza con el Soneto de separação, de Vinicius de Moraes. "El poema brasileño que más me gusta. Nunca he leído nada igual", asegura. Le ha puesto música Custódio Castelo. "Su papel es esencial. Trabajamos juntos con todas las poesías que yo había seleccionado y él me aconsejaba". El timbre de la guitarra portuguesa imprime un aire melancólico: "Muy saudosista, como se dice en portugués. Para mí es muy importante porque tiene que ver con mi voz. Custódio está siempre acercando su timbre al mío. Y, en mi opinión, la evolución del fado se hace melódicamente". Cree que el interés que hay hoy por el fado ya sucedió con músicas como el flamenco: "Las cosas cambiaron después de la Expo del 98. El mundo está más abierto a la cultura portuguesa, a un género muy particular, a una música que es una forma de vivir".

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_