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GUERRA EN IRAK | Las protestas

Espías rusos, británicos y de EE UU buscan archivos en Irak

Pilar Bonet

Los servicios de espionaje rusos, por una parte, y británicos y norteamericanos, por la otra, compiten en Irak para hacerse con los archivos de los cuerpos de seguridad de Sadam Husein, según un artículo publicado ayer por el diario Nezavísimaia Gazeta. Días antes del ataque de la coalición, los servicios de espionaje rusos en Irak se reforzaron con unidades especiales, afirmaba Igor Korotchenko, un veterano especialista en temas militares y de seguridad.

Según dijo, a Bagdad llegaron dos grupos de apoyo del Servicio Federal de Espionaje (SVR). Un tercer grupo fue enviado a Irán. El SVR y el Directorio Central de Espionaje del Ministerio de Defensa de Rusia (el GRU) que funcionan en la Embajada rusa en Bagdad están sometidos a un régimen especial desde el 20 de marzo. Sus actividades incluyen los "contactos diarios" y "consultas de trabajo" con "altos funcionarios de los servicios especiales de Sadam", señala el comentarista. Y han recibido "ciertas competencias extraordinarias para actuar en un periodo especial".

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Los "archivos, ficheros de la red de espías y otros documentos de los servicios secretos de Irak" pueden ser puestos a disposición de los emisarios rusos "para su ulterior envío a Moscú", señala Korotchenko. Junto a ellos, "pueden ser evacuadas las personas que entreguen los mencionados materiales", continuaba el comentarista.

Grupos de la Agencia Central de Inteligencia norteamericana (CIA) y del MI-6 británico, responsables de la búsqueda de documentos confidenciales del Gobierno de Sadam, han llegado ya a Irak, señala Korotchenko, citando fuentes "dignas de confianza".

Tensas relaciones

Korotchenko no cita, entre los móviles de Moscú para hacerse con los archivos, la eventual necesidad de borrar las pistas de relaciones ruso-iraquíes presuntamente conflictivas. EE UU ha acusado a varias empresas rusas de vender material de interferencia de vuelo a Irak al margen del embargo de la ONU. Rusia lo niega, pero el asunto ha tensado la relación con Washington.

En 1989, durante los sucesos que rodearon la caída del muro de Berlín, el presidente Vladímir Putin, que entonces trabajaba como espía en la República Democrática Alemana (RDA), quemó personalmente gran cantidad de materiales sobre la red de espionaje soviética en la RDA y envió a Moscú lo más valioso. Tras la desintegración de la URSS se han realizado operaciones especiales para recuperar documentos importantes que quedaron en otras repúblicas pos-soviéticas.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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