_
_
_
_
_
Tribuna:LA UPV Y LOS ALUMNOS PRESOS DE ETA
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

La universidad en el ojo del huracán

Sostiene la autora que una universidad presencial

Desde hace algunas semanas la Universidad del País Vasco se encuentra, desgraciadamente, en el epicentro de la actualidad. Ello es debido básicamente a dos cuestiones vinculadas con el terrorismo que asola al País Vasco. Una de ellas se encuentra relacionada con la obtención de una plaza de profesor titular por parte del presunto etarra Joseba Mikel Garmendia, y la segunda gira en torno a las acusaciones de trato de favor hacia el importante número de presos de la banda terrorista ETA que cursan estudios en la UPV.

Este último aspecto ha sido objeto de un reciente artículo de mi compañero de facultad Imanol Zubero y publicado en este mismo periódico bajo el título Presos en la UPV. En él, y situándose en su propia experiencia "como profesor de esa sufrida UPV", se ponía en entredicho cualquier trato de favor a los presos de ETA que cursaban sus estudios en nuestra Universidad, manifestando también que ni defensores ni detractores del actual sistema de integración de los presos como alumnos de la UPV-EHU se habían pronunciado acerca de las carencias técnicas de ésta para asumir esa tarea. Respetando profundamente la opinión del profesor Zubero, no puedo por menos que poner de manifiesto mi discrepancia con algunas de las afirmaciones que realiza en su artículo.

En primer lugar, afirma que "los presos tienen vetado, por razones obvias, cursar licenciaturas experimentales, es decir, aquellas que exigen la realización de prácticas en laboratorios, ya sean estas científicas o tecnológicas". Las razones obvias que no cita es que, al encontrarse el preso recluido en un centro penitenciario, no puede llevar a cabo ninguna de esas prácticas, por otro lado obligatorias para la obtención del título académico. Pues bien, en la UPV existen presos de ETA matriculados en licenciaturas experimentales, y este es un dato comprobable. Lo que procede preguntarse es cómo logran superar los créditos prácticos de las carreras respectivas.

En segundo lugar, resulta significativo, que alrededor de 300 presos de ETA que realizan estudios universitarios opten por hacerlo a través de la UPV y no de la UNED, institución que, por estar diseñada para la formación a distancia, cuenta con la estructura y los medios materiales y humanos adecuados para asumir dicha función. Este tema, que había sido cuestionado internamente en la UPV-EHU y respecto del que no se había llegado a ningún consenso, fue planteado hace varios meses por un grupo de docentes en un programa de TVE-1, cuestión que generó un cierto malestar entre responsables del equipo rectoral de nuestra universidad.

La UPV es una universidad presencial. Ello supone, ni más ni menos, que carece de los mecanismos adecuados para asegurar desde el punto de vista técnico el proceso formativo de los alumnos a distancia, como son los presos de ETA. Veamos, por poner sólo un ejemplo, el sistema de exámenes a alumnos presos en la UNED y en la UPV. Mientras la primera institución envía un tribunal compuesto por miembros de su profesorado a los centros penitenciarios con el fin de controlar el proceso examinador, el profesor de la UPV que debe evaluar a un alumno preso deposita el examen en la secretaría de la facultad correspondiente, en un sobre dirigido al preso. Desde allí, y a través de una institución académica interpuesta utilizada como soporte administrativo, se envía el examen al responsable educativo de la cárcel, quien después de realizar la prueba vuelve a remitir el examen, recorriendo el mismo camino de vuelta hasta llegar al profesor para que lo evalúe.

¿En cuántos momentos del recorrido descrito pueden darse interferencias? La respuesta es clara: desde hace 15 años y hasta el momento presente la UPV-EHU, carece de controles directos durante todo el proceso examinador sobre lo que está ocurriendo. No me negarán que las garantías resultan infinitamente menores en el segundo caso y que no parece serio que el sistema de control se realice de esta manera. Pero además, el examen no es la forma mas común de evaluar salvo en determinadas licenciaturas. Mi compañero Imanol Zubero reconoce que los alumnos presos que se presentan a la evaluación en sus asignaturas realizan trabajos, puntualiza, "similares a los que han de hacer los alumnos normales". La diferencia entre un alumno presencial, al que se le permite la posibilidad de un trabajo, es que éste puede y debe ser controlado. ¿Podemos dar fe de quién ha realizado el trabajo si no se efectúan dichos controles?

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Partiendo de lo anterior, cabe preguntarse acerca de qué interés anima a amplios sectores de la comunidad política y académica vasca en seguir manteniendo a los presos de ETA como alumnos de la UPV-EHU. Sin hacer demagogias, no se puede invocar en este sentido el derecho a la educación al objeto de asegurar una reinserción efectiva de los reclusos. Este derecho se vería en mayor medida garantizado si se pasara a integrar al referido colectivo en la UNED.

En mi opinión, la limpieza del proceso educativo (con especial referencia a la faceta evaluadora) no puede ser adecuadamente garantizada en una universidad como la UPV-EHU, fuertemente sacudida por el impacto del fenómeno terrorista. ¿O cree alguien con dos dedos de frente que la decisión de suspender a un preso etarra carece de consecuencias para el profesor que la adopta? En la UPV hay miedo, y es evidente que el mismo condiciona fuertemente toda actuación que se adopte en este sentido.

En las últimas fechas, destacadas personalidades políticas empezando por la consejera de Educación del Gobierno vasco, Anjeles Iztueta, han defendido la permanencia de los presos de ETA en la UPV en aras a garantizar el derecho a la educación, en este caso universitaria, y a través de la misma la reinserción de los reclusos. El argumento, cuando menos, me parece falaz, porque pretende dar a entender que aquellos que nos hemos manifestado favorables a la asunción de los presos de ETA por la UNED deseamos negar el referido derecho a estos ciudadanos. Nada más lejos de la realidad, ¿o es que puede alguien dudar que las personas que cursan carreras en la UNED no ejercen el derecho a la educación en igualdad de condiciones con un alumno de una universidad presencial?

Lo que queremos garantizar es, simplemente, la limpieza del sistema. Y guste o no la UPV-EHU no está actualmente en condiciones de hacerlo. Es evidente que la UNED se encuentra más preparada para asumir la formación a distancia, ya que esa es su razón de ser. Pero, además, puede garantizar absolutamente la transparencia del proceso, cosa que la UPV no está en condiciones de asegurar.

Gotzone Mora es profesora de la UPV-EHU.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_