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Crítica:FLAMENCO | VII FESTIVAL DE JEREZ
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Lo jondo y la dulzura

El flamenco de Maite Martín y Belén Maya, de pronto, se me antoja lo más próximo a la felicidad que el flamenco pueda darnos. Cante y baile que emanan una intensa dulzura, aunque oigamos el grito quejado de la siguiriya y veamos el drama íntimo y sin consuelo que emana del taranto.

Martín y Maya son dos flamencas que no pueden herir con su arte, que acarician con él. En estos tiempos en que vivimos acongojados por amenazas terribles que hielan el corazón, en cierto modo maravillas como las que estas dos mujeres son capaces de transmitirnos nos parecen casi un refugio para tanto desasosiego.

Y quede claro que no es un capricho literario enfocar así este comentario: el público salía relajado de la sala, encantado no sólo por la belleza del espectáculo en sí, sino también recompensado por la sensación de paz recibida, por un estado de serenidad, de disfrute de un bien poco común.

Flamenco de cámara

Cante: Maite Martín. Baile: Belén Maya. Violín: Olvido Lanza. Guitarras: Juan Ramón Caro y José Luis Montón.

Teatro Villamarta, Jeréz de la Frontera, 8 de marzo.

Del arte de Martín y Maya ¿qué voy a decir? No hay mucho que añadir, cuando las reacciones de toda la audiencia son unánimes, un reconocimiento enfervorizado de gratitud hacia dos artistas que ponen por encima de todo su propio sentimiento. Se trasciende así el propio valor del arte para acceder a un estado superior de entrega espiritual.

Grado de eminencia

Maite Martín cantó en grado de eminencia, como sabemos que canta desde hace muchos años. Aunque le dé la risa en medio de las cantiñas y entre con Belén en un juego de complicidades que no daña la estética. Y Belén Maya baila con una madurez que parece haberse estabilizado ya a niveles de genialidad; sin perder la elegancia, sin ceder al zapatazo efectista, con cordura ejemplar. Ésta es la mejor bailaora que hay en ella, la que estábamos deseando ver.

Llevan un tiempo juntas y ello se ha traducido en la excelencia de su arte. Son ya una pareja para la historia, no sólo en el flamenco, sino en el ámbito de la música y la danza española. Podemos esperar de ellas muchas otras páginas gloriosas, y desde luego no nos va a faltar esa sensación de paz y maravilla que ahora tanta falta nos hace. Es otra cara del arte que nos parece tan valiosa como la meramente estética.

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