Michael Jackson, ¿ingenuo u obseso?
Es un Peter Pan de 44 años, un adulto que se niega a crecer. Michael Jackson vive como y para los niños en el parque de atracciones, con tren de vapor y zoo incluidos, de su rancho La Tierra del Nunca Jamás. En 1993 silenció con 18 millones de euros a los padres de un menor que le acusaban de abuso sexual, pero el cantante sigue compartiendo su dormitorio con chavales de familias en dificultades. Así lo confiesa en un documental retransmitido la noche del lunes por la televisión británica. "No hay nada sexual en ello. Nos vamos a dormir. Les arropo, pongo música..., les doy leche caliente y galletas... Es precioso y muy dulce. Es lo que debería hacer todo el mundo", comenta al periodista Martin Bashir, quien tuvo acceso durante ocho meses al artista. ¿Ingenuo u obseso? Probablemente, ambas facetas conforman la personalidad de Michael Jackson, quien habla de los malos tratos de su padre, niega haber pasado por el quirófano salvo para modificar la forma de su nariz y rechaza que sus hijos necesiten una madre. Es precisamente en la relación con sus hijos donde más se desvela la excentricidad del polémico cantante. Los dos mayores, Prince Michael y Paris, son, dice, "un regalo" de la madre porque "yo quería tanto tener niños que solía pasear con muñecas". Ahora tiene un tercer juguete, el bebé Prince Michael II, nacido de una madre de alquiler, al que da un biberón frente a las cámaras. Para la audiencia son momentos angustiosos. A Jackson le tiemblan las piernas, por nerviosismo o quizá por algún automatismo musical, y el niño parece que va a sufrir un espasmo. Por temor a que les reconozcan, obliga a sus tres hijos a salir a la calle con máscaras o velos. Su ambición pasa por formar una familia numerosa, adoptando dos niños en cada continente. "Éste es mi sueño", afirma al final de un documental que vieron más de 14 millones de espectadores y que probablemente se retransmitirá en otros países.
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