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Entrevista:MAURIZIO SCAPARRO | Director de teatro

"Creo en la utilidad del teatro"

Javier Vallejo

Don Juan Tenorio, de Zorrilla, que la Compañía Nacional de Teatro Clásico (CNTC) estrena en el Teatro Pavón el 18 de noviembre, cierra la trilogía que Maurizio Scaparro (Roma, 1932) ha puesto en escena en torno a este mito español y universal. "Viví dos años en Sevilla, cuando era asesor teatral de Expo 92, y conozco bien los escenarios y el ambiente de la obra", asegura el director, que ha interrumpido el rodaje en Italia de una versión cinematográfica de América, de Kafka, para venir a Madrid a presentar su montaje.

Desde 1984, cuando dirigió a la compañía de Josep Maria Flotats en Cyrano de Bergerac, Maurizio Scaparro ha presentado otros siete espectáculos en España, entre los que destacan Don Quijote, en versión de Rafael Azcona, y Memorias de Adriano, de Marguerite Yourcenar. Los protagonistas del Don Juan que va a estrenar en Madrid son Luis Merlo, Roberto Quintana (en el papel del Comendador), Gabriel Garbisu (en el de Don Luis) y Bárbara Lluch, nieta de Nuria Espert, que será Doña Inés.

"Don Juan se mueve entre la búsqueda del amor y la seguridad de la muerte"

Pregunta. El Don Juan Tenorio es muy poco conocido fuera de España.

Respuesta. Cierto. Son mucho más célebres el Dom Juan, de Molière, y El burlador de Sevilla, de Tirso de Molina. En realidad, nunca había visto representada la obra de Zorrilla y apenas la conocía cuando Andrés Amorós, anterior director de la CNTC, me ofreció ponerla en escena. Me sorprendió el modo en que combina lo profano con lo sagrado, y la farsa con el drama: empieza en una fiesta de carnaval y acaba en un cementerio. La encontré muy adecuada para cerrar una trilogía de montajes que he llevado a cabo este año: los otros dos son el Don Giovanni, de Mozart y Da Ponte, y Don Giovanni, raccontato e cantato dai Comici dell'Arte, refundición de El burlador de Sevilla, que estos días se está representando en el Piccolo Teatro de Milán.

P. Y sin embargo, autores como Pushkin, Byron y Max Frisch también han hecho su propia versión.

R. Sí, pero el origen de la leyenda es meridional. Nace en España y es llevada a Nápoles -que formaba parte del mismo imperio- por los cómicos dell'arte, quienes la difundieron por toda Europa con una velocidad propia de la era de Internet: Molière escribió su versión después de ver la obra de Tirso en París, representada en lengua italiana. En mi montaje del Tenorio he pensado mucho en el recorrido del mito: la cultura italiana está desde la primera escena, en la hostería de Buttarelli, y, para que también figure la cultura francesa, con la que Zorrilla tuvo gran relación, he introducido un fragmento de Las almas del purgatorio, de Mérimée.

P. ¿Hay algo de esta obra que no le haya gustado?

R. El final. Se ha escrito mucho sobre el arrepentimiento del protagonista en la hora de su muerte. Al respecto, he pensado a menudo en mis amigos actores. En Vittorio Gassman, por ejemplo, que vivió espléndidamente como ateo, pero que al final de sus días empezó a creer. Este creer en el último momento, ¿se debe al miedo o es una manera de aferrarse a la esperanza de sobrevivir? No podemos saberlo. De lo único que podemos tener certeza es de que Don Juan se mueve entre la búsqueda del amor y la seguridad de la muerte. Y en eso, éste es igual que los de Tirso y Da Ponte.

P. En Recuerdos del tiempo viejo, Zorrilla escribió que el principal mérito de su obra es la invención de Doña Inés.

R. Doña Inés es una creación absolutamente original. En las versiones de otros autores aparecen varias mujeres; en ésta, Inés es la única mujer de verdad que existe desde el principio -cuando el burlador hace recuento de sus hazañas y dice que sólo le falta ella-, hasta el fin. En el momento más alto de la obra, cuando Don Juan tiene el cielo al alcance de su mano y se desata la tragedia, Inés simboliza la imposibilidad del amor.

P. Francisco Nieva dice que el Tenorio es pura forma.

R. Eso se puede decir también de muchas obras contemporáneas. Ésta es, probablemente, un ejercicio formal, pero bien hecho y con sustancia. No sé cuanto tiene de forma y cuanto de contenido: lo importante es que llegue al corazón. Creo que el teatro es una ilusión espléndida, pero también creo en su utilidad.

P. ¿En qué trabaja usted en este momento?

R. Estoy rodando America, de Kafka, que llevé a escena hace dos años. Simultáneamente, avanzo en la preparación de Simbad el Marino, que protagoniza Massimo Ranieri.

P. ¿Le resulta complicado ponerse detrás de una cámara?

R. Después de haber hecho teatro, que es pura artesanía, uno puede hacerlo casi todo. En cine, si se quiere, se puede hacer actuar a un caballo. En teatro, no.

Maurizio Scaparro.
Maurizio Scaparro.MIGUEL GENER
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Sobre la firma

Javier Vallejo
Crítico teatral de EL PAÍS. Escribió sobre artes escénicas en Tentaciones y EP3. Antes fue redactor de 'El Independiente' y 'El Público', donde ejerció la crítica teatral. Es licenciado en Psicología, en Interpretación por la RESAD y premio Paco Rabal de Periodismo Cultural. Ha comisariado para La Casa Encendida el ciclo ‘Mujeres a Pie de Guerra’.

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