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EL ENREDO
Columna
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¡Petróleo!

1. Imaginemos que, en lugar de un vertido de fuel, en Galicia hubieran descubierto un yacimiento de petróleo. ¿Hubiera ido Aznar a hacerse la foto? ¡Cachis los chinches! Aznar hubiera batido el récord del mundo de velocidad, 600 kilómetros, tres segundos, dos décimas. Con un yacimiento de petróleo en A Coruña, ¿hubiera mantenido Aznar su programa en la televisión italiana con Raffaella Carrá o hubiera salido pitando hacia Galicia con una riada de cámaras de televisión, a declarar "viva yo" en todos los telediarios? ¿Y Fraga? ¿Hubiera ido de cacería Fraga? ¿Cuántos ministros hubieran ido a Galicia a hacerse la foto? ¿Hubiera mantenido Aznar su viaje a Corfú, desde donde, según TVE y RNE, seguía "de cerca" la tragedia gallega? "Señor presidente, llaman de la Casa Real, que les gustaría ir a Galicia, donde el yacimiento". "Diles que no toca", hubiera respondido Aznar, con un sombrero tejano de magnate del petróleo, rodeado de flases.

Arias Cañete se va a poner ciego de marisco; como cuando lo de las 'vacas locas', que se pasó un año comiendo carne

2. Imaginemos otra cosa: imaginemos que el Gobierno fuera una empresa. Imaginemos que despidieran a Francisco Álvarez Cascos. Se presentaría en otra empresa con su currículo: "Mire, yo, como vicepresidente del Gobierno impulsé y fundé Vía Digital". "Ajá", le contestaría el director de recursos humanos. "Pero eso no es todo", seguiría Cascos, "como ministro de Fomento conseguí que los pisos alcanzaran un precio desorbitado". "Ya", le replicaría su interlocutor. "¡Pero era culpa de los españoles, que compraban los pisos!", gritaría Cascos. "Sí, sí, por supuesto", se removería incómodo en su asiento el director de recursos humanos, pensando: madre mía, me tocó el raro. "Otra cosa que está en mi currículo", seguiría Cascos, "es la coordinación de las tareas de rescate del Prestige". En este momento el director de recursos humanos marcaría el nombre de Cascos con una cruz roja y pulsaría un botón oculto bajo la mesa. "Pero no maté a nadie ni enterré a nadie en cal viva, como los felipistas, o sea que, en eso, puede usted estar tranquilo, porque no le pienso a usted matar ni enterrar en cal". Antes de que entraran dos miembros de seguridad en el despacho, el director de recursos humanos tal vez tuviera tiempo para preguntar: "Y lo que se dice bien, ¿usted qué hace?".

3. Y hala, estará contento Arias Cañete, se va a poner ciego de marisco; como cuando lo de las vacas locas, que se pasó un año comiendo carne. Ahora sólo falta que en La Rioja aparezca una plaga de langosta venenosa y Cañete tenga que beberse la cosecha. A Cañete le ayudaría Zapatero, siempre dispuesto a apoyar. Media hora después de que Zapatero, recién peinado, con una corbata con franjas rojigualdas, cara de no haber hundido un petrolero en la vida, ofreciera su apoyo al Gobierno, Mariano Rajoy le replicó que se metiera el apoyo por donde le cupiera. Bien hecho. Yo también estaría harto de esta oposición concupiscente, todo el día arrimada al Gobierno. "No tiene una gota de patriotismo", dijo Rajoy de Zapatero. Si el Gobierno respondiera a los problemas de los ciudadanos con la prontitud con la que responde a los socialistas, sería imbatible.

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