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Reportaje:

La dura prueba de Deutsche Telekom

Kai-Uwe Ricke, el nuevo presidente de la compañía, se da 100 días de plazo para enderezar la marcha de la telefónica

Javier Moreno

A Kai-Uwe Ricke, el nuevo presidente de Deutsche Telekom, le espera un trimestre amargo. La delicada situación de la compañía, con 64.000 millones de euros de deuda, le ha puesto en el ojo del huracán. Este joven ejecutivo se ha dado 100 días de plazo para dar la vuelta a la empresa con una serie de medidas que afectarán , entre otras, a su filial americana VoiceStream.

El Ejecutivo ha procurado facilitar los primeros pasos del presidente al anunciar, antes de su llegada, la reducción de empleo

Cien días. Tres meses de paciencia. Eso es lo que pidió Kai-Uwe Ricke, de 41 años, tras tomar posesión del cargo de presidente de Deutsche Telekom, el gigante alemán de las telecomunicaciones y la mayor empresa del sector en Europa. Cien días para demostrar que, pese a su juventud, cuenta con la capacidad de decisión y los planes correctos para salvar a Telekom de su calvario actual: una montaña de deudas de 64.000 millones de euros, una deriva estratégica tras el fracaso de su apuesta por el móvil UMTS de tercera generación y, sobre todo, el descontento rayano en la furia de los pequeños inversores. No en vano, han perdido en Bolsa el 90% de su dinero en dos años, los que van del derrumbe de la nueva economía al nombramiento de Ricke al frente de la compañía hace unos días.

Pocos confían en que lo logre. "Uno no puede esperar que la cúpula de Deutsche Telekom invente de nuevo la rueda", según Werner Stäblein, analista del BHF Bank. "En 100 días no se le puede dar la vuelta a la compañía". Pero si hay alguien que todavía guarda un resquicio de esperanza es el Gobierno alemán, propietario del 43% de la empresa, y que despidió sin contemplaciones en julio pasado al antiguo presidente, Ron Sommer, por haber embarcado a Telekom en la carrera de adquisiciones a precios desorbitados que ha acabado en el actual desastre.

Tan mala fue la experiencia con Sommer que Ricke no se ha visto confirmado en el cargo hasta última hora precisamente por la supuesta cercanía con su antecesor. Pero tras recibir una negativa tras otra de todos los candidatos a los que sondeó, que ni en sueños quisieron aceptar la dirección del gigante herido, el Ejecutivo se conformó con Ricke. "Era uno de los mejores candidatos", según Oliver Pluger, del WGZ Bank. "Un capitán de la industria alemana o un político de segunda o tercera fila hubiese sido una catástrofe".

Lo cierto es que, tras optar por Ricke, el Ejecutivo ha procurado facilitarle los primeros pasos. El presidente interino que dirigió la empresa en el interregno, Helmut Sihler, procuró tomar todas las decisiones difíciles para dejarle el camino despejado a la nueva promesa. Anunció planes para reducir la plantilla en 55.000 puestos de trabajo sobre los aproximadamente 245.000 con que cuenta la empresa en todo el mundo. Y presentó unas cuentas de los primeros nueve meses del año con pérdidas récord de 26.000 millones de euros, las mayores de la historia empresarial en Europa. Pero la mayoría de esta cifra consistía en depreciaciones atribuibles a las inversiones de UMTS y a la pérdida de valor de su filial americana de móviles, VoiceStream, con lo que Ricke se ha encontrado unos libros de cuentas más o menos saneados para los próximos trimestres.

Operadora alternativa

Para los viejos del lugar, el nombre Ricke no es nuevo. Su padre, Helmut Ricke, ya fue presidente de Deutsche Telekom entre 1989 y 1994. Pero nadie considera que Kai-Uwe haya llegado a la presidencia por su padre. Antes de ingresar en la compañía, dirigió la operadora alternativa Talkline, que bajo su mando se convirtió en uno de los mayores proveedores de servicios de telecomunicaciones en Alemania. Hasta que Sommer le llamó a Deutsche Telekom, donde hasta hace 15 días era responsable de la unidad de móviles y de Internet.

Ahora pretende introducir aires nuevos. Ya ha anunciado que remodelará el consejo de administración en diciembre. Habrá nuevos miembros y será más reducido, para lograr más agilidad en las decisiones. ¿Pero, qué decisiones? La mayor de ellas será qué hacer con la filial americana VoiceStream, adquirida por Sommer por 40.000 millones de euros, y cuya venta, total o en parte serviría para reducir el endeudamiento. Claro que es un mal momento para vender, por varias razones, entre ellas, lo deprimido de los precios, y por la escasez de compradores, acosados todos ellos también por la coyuntura.

El reto de la deuda

Antes de despedirse, Sihler afirmó que la filial norteamericana VoiceStream no se venderá. El nuevo presidente todavía no se ha pronunciado al respecto, pero los analistas dan por sentado que, de momento, tratará de salir adelante sin desprenderse de ella, aunque es posible la opción contraria. Pero, en cualquier caso, se necesita más. La empresa ya ha anunciado que no repartirá dividendo este año, lo que le permitirá ahorrarse otros 1.600 millones de euros. ¿Y luego? Terra incógnita. Por lo menos hasta que pasen los cien días que ha pedido Ricke. Pero no mucho más. La rebelión de los pequeños inversores ya derribó al anterior presidente, y ni la compañía ni su principal accionista, el Gobierno de Gerhard Schröder, quieren dejarse arrastrar de nuevo por la misma marea. Los analistas consideran que lo principal, por encima de los malos resultados, es reducir la enorme deuda. Ése es el reto.

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