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'Los laboristas no están ahora en condiciones de gobernar'

Shlomo Ben Ami, ex ministro de Asuntos Exteriores israelí, se opuso desde el principio a que sus compañeros laboristas estuvieran en el Gobierno capitaneado por Ariel Sharon. Ahora opina que el partido va a tardar algún tiempo en purgar sus errores, elaborar un proyecto alternativo y recuperar la credibilidad ante el electorado.

Ben Ami (Tánger, 1943) sostiene que la verdadera razón de la ruptura del Gobierno de coalición nacional no es la disputa sobre el presupuesto, sino la búsqueda de posiciones diferenciadas ante las próximas elecciones. En una entrevista telefónica con EL PAÍS, este ex embajador en España afirma que los atentados cometidos por suicidas palestinos han inclinado a la sociedad israelí hacia la derecha y acusa a Yasir Arafat de no haber sabido aprovechar las oportunidades para firmar la paz con los laboristas. 'Arafat se ha cargado a las palomas y ha dejado vivos a los halcones', dice.

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Pregunta. ¿Por qué han decidido ahora los laboristas salir del Gobierno? ¿Cuál es la verdadera razón de la ruptura de la coalición con Likud?

Respuesta. Creo que la razón real no es la que se menciona. La financiación de los asentamientos siempre ha sido un asunto polémico. La razón de fondo es política. Los partidos tienen que presentarse a unas elecciones y necesitan definir sus posturas ideológicas. Los líderes de las dos grandes formaciones afrontan desafíos internos: en Likud, Sharon tiene enfrente a [Benjamín] Netanyahu, y en el Partido Laborista [Benjamín], Ben Eliezer afronta unas elecciones primarias por el liderazgo. Ésa es la razón de la crisis.

P. ¿Qué alternativa puede ofrecer el Partido Laborista a un Gobierno de derecha?

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R. Desafortunadamente, tendrá muchas dificultades a la hora de presentar una alternativa porque comparte muchas políticas del Likud. Si el Partido Laborista critica ahora la política antiterrorista, le dirán: 'Has apoyado la política del Gobierno'. Si critica la política económica, le dirán: 'Usted votó a favor de los presupuestos'. Y si critican el proceso de paz, le dirán: 'Un laborista, Simón Peres, ha sido ministro de Exteriores... Todo ello limita mucho el margen de maniobra de los laboristas. Ahora bien, la gente sabe que el Partido Laborista tiene posturas de fondo distintas sobre el proceso de paz, cercanos al plan de Clinton y las negociaciones de Taba.

P. ¿Debería el Partido Laborista retomar ese camino?

R. No tiene más remedio, pero creo que, por ahora, no está en condiciones de ser un partido de gobierno. Creo que después de las elecciones habrá otro Gabinete de coalición nacional. En Israel, los espíritus se han radicalizado por el terrorismo. Los atentados suicidas han reforzado las posturas de derecha y todo esto no favorece a la izquierda. Sharon y [el nuevo ministro de Defensa, [Saúl] Mofad`, son la respuesta de la sociedad al terrorismo suicida. Pero el verdadero arquitecto de la situación es Arafat. Ha minado a todos sus interlocutores en el proceso de paz: Peres, Barak... ha destruido a las palomas y no a los halcones.

P. Entonces, el Partido Laborista está abocado a volver a un Gobierno encabezado por Likud...

R. A menos que resista la tentación de poder. Si quiere ser una alternativa debe vencer esa tentación. Si no lo hace, nunca será un partido de gobierno.

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