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El himno a la alegría de la Real Sociedad

El conjunto de Denoueix es líder de la Liga a pesar de ser el cuarto equipo más goleado

Veinte años después, la Real Sociedad es líder del campeonato español. La noticia tiene mucho que ver con la sensación de libertad, tras superar el complejo de Electra frente a Toshack, y recuperar algunas de las señas de identidad perdidas. Curiosamente, las encontró un técnico francés, Reynald Denoueix, ligado durante tres décadas al Nantes, que nunca pensó abandonar su país, ni siquiera su ciudad. Para colmo de excentricidades, a Denoueix lo recomendó José María Amorrortu, ex director del fútbol base del Athletic. El fútbol más que una cuestión de cercanías es un asunto de sensatez.

Algo tienen en común Alberto Ormaetxea, el técnico que ganó las dos ligas con la Real (1980-81 y 1981-82), y por lo tanto concedió el último liderato al conjunto blanquiazul, y Reynald Denoueix, el que le ha devuelto la tranquilidad y la alegría: ambos son discretos, sinceros, tranquilos y sencillos. Y a los dos les gusta entrenar, trabajar día a día, hablar con el jugador. Todo lo contrario que John Benjamin Toshack, el gran dios realista durante una década que acabó por subsumir al conjunto donostiarra en el habitual ensimismamiento al que Toshack condena todo lo que toca. La Real encontró con el primer Toshack lo que buscaba: un título (la Copa del Rey de 1987) y un fútbol alegre que contagiaba por entretenido. Pero tanto se rindió a sus excesos que acabó por perder el sentimiento de identidad.

El dato es elocuente. La Real Sociedad es líder con dos fichajes menores -Boris (Oviedo) y Schürrer (Las Palmas)- y un repescado -Karpin (Celta)-, es decir casi con el mismo plantel que la pasada temporada bordeó el descenso de principio a fin. Parece evidente que no era una cuestión de calidad sino de confianza y de entrenamiento. Denoueix, procedente de un fútbol exquisito como el francés, apreció nada más llegar la principal carencia del colectivo: la condición física, algo no achacable a su predecesor, Olabe, si no al anterior entrenador, Toshack, poco dado a los alardes físicos en las sesiones preparatorias. De hecho, Olabe sacó al equipo del pozo en cuanto lo puso a entrenar en serio, con intensidad, sin miramientos.

Denoueix basa el espíritu del fútbol en la velocidad, como principal argumento. El que va más rápido tiene más posibilidades de ganar. Y la Real no corre, vuela, convirtiendo cada partido en un toma y daca electrizante e inesperado, a veces correcalles (como frente al Betis), a veces sin sentido (como frente al Alavés).

El debate natural es si la Real exhibe alguna solidez como líder del campeonato. La duda le asalta en la defensa. Si Nihat y Kovacevic le han dotado de la pólvora suficiente como para atinar en casi todo lo que apuntan, en defensa se antoja un equipo flaco. Mantiene el debate en la portería porque Westerveld no ofrece todas las garantías y la sombra de Alberto es alargada. Y mantiene las dudas en la defensa donde resulta casi tan vulnerable como en anteriores campañas.

A la Real del último liderato, del último título de Liga, le hicieron grande los grandes futbolistas como Zamora, Satrústegui o López Ufarte. Pero la contribución de defensas tan sencillos y contundentes como Gajate, Górrio Kortabarria, resulta no menos notable.

La Real de hoy vale el precio de la entrada. No al aburimiento, no a la previsibilidad, sí a la esperanza en cada jugada, en una u otra área, fútbol contra fútbol... Estilo francés sin pulir, vocacional, intenso. De momento ha alterado el curso de la Liga. Si el Valencia fue campeón con un porcentaje exiguo de goles a favor y de victorias conseguidas, la Real empieza a romper el molde. En seis partidos ha conseguido 17 goles y ha encajado 11. Es el máximo goleador del campeonato pero también el cuarto más goleado. A eso se le llama falta de equilibrio, aunque a cambio Denoueix le ha devuelto la estabilidad a un club que iba perdiendo jerarquía en la Liga, dinero en las arcas, apego social en la grada y que hoy es líder por obra y gracia de su himno a la alegría.

Denoueix.
Denoueix.

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