_
_
_
_
_

La acusación pide una sentencia ejemplar por la violación y asesinato de Virginia Acebes

El forense considera que la joven falleció tras recibir las primeras puñaladas

La acusación particular del caso Acebes, que representa a la familia de la joven de 19 años violada y apuñalada en noviembre de 1999 en Bilbao, pidió ayer al tribunal de la Audiencia de Vizcaya que durante dos días ha juzgado el caso que dicte una sentencia ejemplar y 'tenga la misma piedad' que el acusado, Luis Gabriel Muñoz, tuvo con Acebes. La Fiscalía mantuvo su petición de 32 años de prisión por violación y asesinato, mientras las acusaciones particular y popular piden 40, con las agravantes de alevosía y ensañamiento. La defensa solicitó la libre absolución.

El letrado de la acusación particular, José Ricardo Palacio, solicitó al tribunal que preside Ana Iracheta que dicte para Muñoz, de 23 años, la pena máxima de prisión, ya que es difícil imaginar un 'crimen tan brutal, secuestrando a punta de cuchillo; violada, degollada y rematada a puñaladas, Virginia, agonizante, lo único que pedía era que el acusado la llevara al médico'. El abogado, quien describió al acusado como un individuo 'repugnante' y un 'verdugo impasible' con las características de un asesino en serie, resaltó que si el Código Penal tiene una función social debe ser aplicada 'sin miramientos'. 'Muchas mujeres del País Vasco lo van a agradecer', añadió.

Los psiquiatras que testificaron ayer en el juicio, que quedó visto para sentencia, explicaron de manera exhaustiva, particularmente a preguntas de la defensa, que aunque Muñoz presenta trastornos 'paranoides y esquizoides' y una personalidad antisocial, en ningún momento sus facultades cognitivas y su voluntad se han visto perturbadas. El psiquiatra que atendió al acusado tras su arresto sostuvo que Muñoz reconoció implícita y explícitamente su participación en los hechos, incluso después de rectificar su inicial declaración de culpabilidad, y recordó que el acusado llegó a decir que 'quería morir' y que le matasen por lo que había hecho.

Análisis de ADN

Todos estos informes fueron utilizados por la Fiscalía para sostener que la culpabilidad del imputado quedaba sobradamente acreditada. El Ministerio Público destacó que el joven sentado en el banquillo de los acusados sabía perfectamente lo que hacía y descartó que padeciese enfermedad mental alguna. La Fiscalía respaldó su acusación en que la prueba de ADN, realizada por el Instituto Nacional de Toxicología, también incrimina a Muñoz. Este estudio señala que el ADN del semen encontrado en el cuerpo de Virginia Acebes es compatible con el de sospechoso. Las probabilidades de hallar a otra persona cuyo perfil genético sea compatible con la muestra de fluidos encontrada en la víctima se reducen al '0,0000000002 por ciento'.

Los peritos en Genética Forense de la Unidad de Policía Científica de la Ertzaintza ratificaron también que las pruebas realizadas a la mezcla de semen y restos celulares encontrados en el cuerpo de la víctima concuerdan con el ADN del presunto asesino, analizado a partir de la saliva presente en unas colillas halladas en su vehículo. Resaltaron que era 'medio billón de veces más probable' que las muestras perteneciesen al acusado que de cualquier otra persona elegida al azar.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Los médicos forenses de la Audiencia Provincial describieron el estado del cadáver y los daños infligidos a la joven estudiante mediante la proyección de una serie de fotografías y dibujos. Su testimonio puso en duda el relato de los hechos que hizo el acusado ante la Ertzaintza y en el Juzgado de Instrucción. Muñoz declaró -confesión de la que luego se ha retractado- que tras asestar seis puñaladas en el cuello a la joven se alejó del lugar 10 o 15 minutos y cuando regresó y comprobó que Acebes aún vivía, le asestó otras 48 hasta matarla. Según los forenses, la joven mostraba una puñalada en el cuello 'mortal de necesidad' y otra de 'mortalidad probable', además de cuatro menos graves y cortes superficiales de amenaza o intimidación. A preguntas de la acusación particular, el forense sostuvo que 'no era posible' que la joven siguiera con vida 10 o 15 minutos después de sufrir esas heridas.

La defensa tuvo en cuenta este argumento en sus conclusiones y rechazó la confesión inculpatoria por entender que no coincide con el informe forense. Además, cree demostrado que Muñoz padece un trastorno de doble personalidad.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_