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Columna
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El modelo económico y sindical de Navarra

Desde hace una década, Navarra disfruta de una situación económica privilegiada. Por ejemplo, casi no hay paro, la renta supera con creces la media española y, de momento, la inversión se mantiene estable aunque a veces haya contratiempos desagradables. En verdad, es la envidia del resto de España.

Pero ello se debe, fundamentalmente, al comportamiento y la actitud responsable de UGT, que apuesta por la negociación y la concertación como instrumentos para conseguir mejorar las condiciones de trabajo. Por eso, quizá, es el sindicato mayoritario y el auténtico motor social de la comunidad foral.

Haciendo memoria ahora, me acuerdo de la firma de los últimos convenios de Volkswagen y de la valentía que demostró el sindicato que lidera Cándido Méndez cuando por ejemplo se decidía el mantenimiento de la producción en la planta de Landaben. Me refiero al difícil período en el que había que defender los puestos de trabajo, aunque a veces fuera a cambio de medidas impopulares como consecuencia de las relaciones económicas a escala internacional, frente a los que, enarbolando la bandera patriota, pretendían 'palestinizar' las relaciones laborales de la fábrica.

De acuerdo a estrategias diseñadas en Bilbao, los nacionalistas tratan de confundir a los trabajadores navarros
Conviene que los asalariados conozcan qué fines políticos anidan en el ideario de ELA-STV

Eran, pues, los tiempos en que los sindicatos nacionalistas, en vez de dar prioridad al empleo, concedían un valor superior a la construcción nacional de Euskal Herria. Es decir, lo que para el resto del mundo suponía un problema de flexibilidad laboral, fruto de la situación del mercado, para el nacionalsindicalismo la culpa de todo la tenía España y el hecho de que Euskadi formara parte de ella.

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Cada sindicato puede defender lo que más le convenga. Para eso vivimos en una democracia. Y cualquier postura es legítima. Si ELA quiere defender la independencia de Euskal Herría y sólo los intereses de los trabajadores vascos, o si quiere romper con el Estado aunque sea a costa de perder la posición institucional que ostentan, como dicen ellos, pues adelante. Ahora bien: los trabajadores deben saberlo con detalle.

Conviene que los asalariados conozcan qué fines políticos anidan en el ideario de ELA. Es decir: para ELA no es lo mismo un trabajador vasco que un no vasco; para ELA es más trascendente la cuestión nacional que la cuestión social, y, en definitiva, para ELA Navarra no es España, lo cual hay que respetarlo. Faltaría más. Pero, claro, con todas las consecuencias.

Es decir, ningún trabajador ni empresario deben ignorar cuál es el objetivo real de los sindicatos nacionalistas, pues al sindicato de Elorrieta no le interesan ni Navarra como comunidad que forma parte de España, ni el estupendo marco de relaciones laborales actual, en el que tan a gusto se siente la mayoría de los navarros y que, por otra parte, ha permitido concertar fructíferos acuerdos a los sindicatos estatales, a los empresarios y al Gobierno de UPN. Por ejemplo, el pacto por el Empleo, los programas de salud laboral y el Tribunal Laboral son fruto de ello. Y, en definitiva, la causa real de que en ese territorio se encuentren al mismo nivel económico que cualquier país desarrollado de Europa.

A partir de ahora comienza en Navarra el proceso electoral en el cual los trabajadores elegirán a los representantes sindicales de las empresas por un período de cuatro años. En función de los resultados, se defenderán intereses y modelos laborales distintos y hasta contrapuestos. Esta en juego el futuro social y económico de las relaciones económicas de los navarros. Que nadie se engañe.

Sin embargo, aunque resulta fácil distinguir los proyectos del sindicalismo estatal del de ELA, ocurre que, de acuerdo a estrategias bien diseñadas en Bilbao, los nacionalistas tratan de confundir a los trabajadores induciéndoles a creer que en Navarra hay crisis, que se gana poco y de que ahí vale todo. Se trata, a fin de cuentas, de utilizar una supuesta conflictividad social inexistente como instrumento 'revolucionario' que produzca el efecto multiplicador a los nacionalistas con el fin cambiar el status quo actual y acelerar su proyecto independentista.

Resulta común que Solidaridad de Trabajadores Vascos convoque huelgas indefinidas sin sentido en Navarra apelando a demandas que jamás reivindicarían en Euskadi, o que se nieguen sistemáticamente a firmar convenios razonables. En verdad, tratan de alterar sin ningún motivo el normal desarrollo económico de la provincia, como cuando en la pasada huelga general ellos la convocaron un día antes, con el único fin de trastornar y fastidiar a UGT y CCOO, el 'enemigo español'.

A nadie descubrimos quiénes son y cuáles son las verdaderas intenciones de ELA en la comunidad foral. Pero de lo que sí debemos ser conscientes es de que los trabajadores que apuesten por ellos no defenderán los intereses de los trabajadores ni, en este caso, la economía navarra. Su objetivo es la construcción nacional, que merece todo el respeto democrático, cómo no, pero no a costa de los trabajadores, que, en el caso de Navarra, pasan escandalosamente de la estrategia de ELA.

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