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La larga marcha de un radical

Joschka Fischer, el ácrata de los años setenta, se curtió en las luchas de los días en que la consigna era '¡Levantad los adoquines, porque debajo está la playa!'. Y, de paso, se aprovechaban los adoquines para lanzarlos contra el aparato represor del Estado, en forma de policía, en las luchas callejeras de los okupas de Francfort.

El hoy ministro de Asuntos Exteriores de la primera potencia europea libró más de una batalla callejera en aquellos tiempos del post-68. Una parte de la rebelión pasó a la clandestinidad y a la lucha terrorista contra el Estado, que concluyó, ahora hace 25 años, con los suicidios en la cárcel de Stammheim. Fischer tuvo la lucidez suficiente para apearse casi en marcha, abandonar la lucha callejera e iniciar con el recién fundado partido ecopacifista, Los Verdes, lo que el líder estudiantil alemán Rudi Dutschke llamó 'larga marcha a través de las instituciones'.

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La larga marcha de Fischer le llevó, cumplidos ya los 50 años, a convertirse en el Gobierno de coalición de Los Verdes con los socialdemócratas en uno de los principales artífices de la primera intervención de fuerzas alemanas contra un país extranjero tras el final de la II Guerra Mundial. Fue la llamada guerra de Kosovo o, con más precisión, los bombardeos de la OTAN contra la Yugoslavia del déspota Slobodan Milosevic. Algunos de su partido no lo aceptaron y casi le rompen un tímpano a Fischer cuando le estamparon un paquete de pintura roja en la cara en un congreso de Los Verdes.

Las inundaciones en el Elba y la amenaza de guerra contra Irak marcaron los temas de la recta final electoral: ecología y pacifismo. A favor de esa corriente y sobre la cresta de esa ola, Los Verdes, capitaneados por Fischer, alcanzaron un 8,6% de votos, su mejor resultado en unas elecciones federales. A Fischer le toca ahora la tarea de deshacer el difícil entuerto del conflicto transatlántico y las deterioradas relaciones entre Berlín y Washington. No le va a resultar fácil a Bush olvidar los improperios lanzados contra Estados Unidos en los últimos días de campaña electoral. Si fracasa en el intento, a Fischer le quedaría el recurso de recuperar temas muy queridos de la generación del 68 como la oposición al imperialismo. No obstante, todo parece indicar que la nueva coalición rojiverde tendrá que hacer su viaje a Canosa y penar por los pecados cometidos al desafiar al imperio.

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