Andrés Marín se ganó al público con su flamenco contemporáneo
Nadie se acordaba del reloj cuando Andrés Marín salió al escenario del teatro Lope de Vega de Sevilla y dió los primeros pasos de sus malagueñas Loco por sentir, a pesar de que eran casi las once y media de la noche. Mas allá del tiempo, el espectáculo que ofreció el martes el bailarín-bailaor y coreógrafo, recompensó a los asistentes por una noche que se alargó tres horas y media.
El público, que agotó las entradas, asistió a un programa doble. Primero la final del toque del Concurso de Jóvenes Intérpretes con las actuaciones de los cuatro finalistas, que se alargó durante dos horas, y después la presentación del primer montaje con su propia compañía de Andrés Marín.
'Ha sido muy bello. Su baile, no se por qué, me recordaba a las vanguardias de principio del siglo XX, a esos creadores que no le tenían miedo a la fusión', comentó una aficionada francesa.
Marín, que participa en la Bienal desde 1996 junto a otros artistas, llegó con un montaje compacto que él mismo ha dirigido y en el que destacó el cante de Encarna Anillo y la introducción de instrumentos clásicos como la viola (Alejandro Garrido), el contrabajo (Juan Guzmán) y el acordeón (Rafael Álvarez).
Siete músicos, tres cantaores y dos bailaoras (Mercedes Ruiz y Adela Campallo) acompañaron a Andrés Marín en esta obra en la que había claras referencias al pasado pero con un lenguaje coreográfico totalmente contemporáneo sin dejar de ser flamenco.
El bailaor, que trabaja más fuera de España especialmente en Japón, Holanda y Estados Unidos, es dueño de una estampa y un baile poco habitual en el flamenco pero que, según los buenos conocedores, 'destilaba esencia'. La iluminación de Más allá del tiempo fue lo único oscuro de la noche.
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