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Reportaje:

El jardín de Europa

Un paseo en carro y una comida con productos de la tierra sumergen al visitante en la historia y el modo de vida de la huerta de Valencia, que se resiste a ser engullida por la urbe

'Voleu un refresquet?'. Una vecina de Teuladella ofrece a la excursión un vaso de horchata. La tartana sigue su camino sin prisas, con el ritmo que marca el caballo, un hermoso rocín de 800 kilos que luce con orgullo una espléndida melena plateada. Toni Montoliu organiza paseos en carro por la huerta valenciana, 'el gran jardín de Europa', según indica sin dejar de azuzar al animal para que siga el camino. La tarde es apacible y la brisa anima a las seis mujeres que componen el pasaje. Son amigas y han decidido pasar el día en el campo. Algunas son de Madrid y no conocían la huerta valenciana. 'Aquí podéis ver cultivos de chufas, ya casi están listas para recogerlas'. 'No sabía que las plantas de la chufa eran así de bajitas'.

'No hay otro lugar donde se cultive de una forma tan limpia y ordenada como aquí'
'La gente tiene que saber que los insectos están en este mundo para realizar su trabajo'

Montoliu sonríe con orgullo de campesino y explica con la paciencia de quien ya lo ha hecho cientos de veces, las cualidades del tubérculo y el rico jugo que sale de ella.

'Esta huerta es la mejor del mundo. No hay otro lugar donde se cultive de una forma tan limpia y ordenada como aquí'. Sigue hablando Montoliu, mientras los ocupantes de la tartana no dejan de observar la huerta cultivada de acelgas, melones y chufas.

No hace falta decir que Montoliu ha nacido aquí, concretamente en Meliana, y se conoce todos los pueblos de la zona como la palma de su mano. La excursión pasa por la centenaria alquería de Burgos y luego sigue hacia Mauella, donde se dice que existió un convento benedictino en el siglo XV que fue visitado por el Papa Luna.

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Desde este lugar se divisa la gran planicie de la huerta norte de Valencia. Un extenso mar verde que deja a los excursionistas boquiabiertos y pensativos. 'Es una maravilla', comenta una señora. 'Si es que ya lo digo yo', insiste Montoliu, 'esto es el jardín de Europa, sí señor. Y es una bendición tener una huerta tan bonita y sobre todo, tan rica, a seis o siete kilómetros de la ciudad'.

El caballo sigue su camino. 'Ahora estamos pasando por la antigua Vía Augusta, el camino que trazaron los romanos para unir Saguntum con Valentia'.

'¿Has visto por dónde pasa el agua?'. El sistema de regadío llama la atención. Es una de las grandes obras arquitectónicas que dejaron los árabes en la zona. 'Ellos estudiaron muy bien cómo traer hasta aquí el agua de la acequia de Montcada'. Aclara el guía. Pero las sorpresas no acaban aquí. El experto para junto a un naranjo para explicar a los viajeros algunas de las plagas que invaden la huerta. 'La gente tiene que saber que los insectos también están en este mundo para realizar su trabajo. Hay predadores como la mariquita que, aunque nos parezca un animal inútil, se come al pulgón. El mundo animal es una cadena interrelacionada con mucho sentido'.

Después de conocer unas cuantas alquerías y de dar un rodeo por Albuixec, Teuladella, Albalat dels Sorells, Meliana y Mauella, se vuelve al punto de origen. Una hora de viaje para entender el sentido y el porqué de esta exuberante huerta que rodea la gran urbe.

Pero antes de la excursión, el mismo Toni Montoliu ha ofrecido a sus visitantes una espléndida comida. De la misma huerta que han visitado han salido los tomates, cebollas y lechugas de las ensaladas. También los aperitivos como la mojama, los caracoles avellanencs, las clòtxines del terreno, 'los mejillones más gustosos que habrán comido', según Montoliu, o el all i pebre. No podía faltar la paella, eso sí, hecha con leña. Y para finalizar, melón y sandía en verano. En invierno, naranjas con miel y nueces o calabazas y moniatos. Y es que Montoliu se empeña en que todos los productos que ofrece, desde el arroz hasta la misma tartana, sean auténticos. 'Es todo de aquí. Estas habas son de mi huerta, y las verduras que yo no cultivo se las compro a labradores que sé que trabaja la huerta igual como yo'.

Un punto y aparte merece el pan. Es pan moruno, elaborado por el único horno de la zona que aún sabe hacerlo tal y como se hacía en tiempos de los árabes. Sin aditivos y con poca miga. La barraca de Montoliu se encuentra en medio de la huerta, en Meliana. Comenzó siendo una pequeña casita para guardar los aperos y se ha ido convirtiendo en un restaurante acogedor. Es uno de los pocos rincones que quedan en la huerta donde aún se puede entender cómo vivía y se criaba la gente de campo que trabaja sus tierras para vivir.

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