Jivánevskaia se lleva el último oro
La española, al tercer intento, logró en los 50 metros espalda acabar con sus frustraciones
Lo consiguió. Era su gran revancha. La medalla de plata en los 200 metros espalda, lograda el martes, le había dejado un mal sabor de boca y aún más el cuarto puesto, quedándose fuera del podio, del viernes en los 100. Pero Nina Jivánevskaia se despidió de los Campeonatos de Europa, en Berlín, como merece su clase y su gran recuperación de la forma que hasta 2000 le catapultó a ser fija en los grandes cuadros de honor. Ayer se llevó el último oro en los 50, el más difícil al tratarse de un cara o cruz en la prueba más rápida, sin posibilidad de enmendar los errores. Y lo hizo con coraje, a contracorriente, porque hasta el último instante también debió remontar.
Esta vez no salió mal, pero la alemana Sandra Volker, su única gran rival, magnífica especialista, lo hizo mejor. Como siempre. Era lo esperado. Pero Nina no estaba tan descontrolada como el viernes. Aplicó a su buen estilo la potencia y la rabia sin perder la calidad. A los 25 metros casi cazó a Volker. Su potencia de brazada, aunque casi fuera imperceptible, se notaba mayor. Se peleó con el agua, contra sus frustraciones. Y a diez metros de la pared ya estaba en cabeza. No era seguro su triunfo, pero la fuerza que transmitía parecía que podría salvarlo todo. Lo más importante, que Volker le saca diez centímetros y de nuevo se cernía el peligro de que sus brazos, más largos, le dieran un disgusto a Nina como en los 100, en los que otra germana, Antje Buschschulte, aún más alta -1,85 metros por 1,70- le quitó el bronce por cinco centésimas de segundo.
Pero Jivánevskaia iba demasiado revolucionada física y mentalmente para dejarse sorprender. Con 28,58s mejoró su propio récord de España por 11 centésimas y dejó a 23 a Volker (28,81s), que incluso se vio apurada por la bielourrusa Alexandra Herssimenia (28,86s).
Nina tenía su día y así lo demostró después en el primer relevo de la final de los 4 x 100 metros estilos. España ya había batido el récord nacional en las series (4m 10,13s) y tenía la posibilidad de otra medalla al estar entre los tres mejores tiempos. Al final, fue quinta y con otra plusmarca espléndida (4m 08,38s), pero, a juzgar por el primer relevo de Nina, no estaba descartada. Nadó en 1m 01,05s, la segunda mejor marca mundial del año, y ganó claramente a Buschschulte pese a que ésta viró los primeros 50 metros ligeramente por delante. Pero fue un paso por encima de los 30 segundos y a Nina le sobró potencia y control de brazada para conseguir un registro que le habría dado el oro el viernes en la prueba individual haciendo imposible el gran final de la rusa Stanislava Komarova.
Pero los nervios también atenazan a los campeones y Nina tenía demasiadas revanchas que tomarse. Con todo, su oro en los 50, su plata en los 200 y su cuarto puesto en los 100 son tan valiosos como los tres oros de los campeonatos de Helsinki 2000, a los que no acudieron muchos nadadores que sólo se preparaban para los inmediatos Juegos Olímpicos de Sidney. Por ello, sus seis medallas de entonces equivalen a las tres de ahora, las dos individuales y la magnífica plata en el relevo de 4 x 200 libres.
Mireia García fue espléndida cuarta en los 200 mariposa, aunque lejos del podio, con 2m 11,04s, y Roser Vives, sexta, con 2m 12,46s. En los 400 libres Erika Villaecija acabó la octava y última, pero por la mañana, en otro ejemplo de la superación española, batió el récord nacional: 4m 12,84s.
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