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Entrevista:Javier Velasco

'Los artistas que trabajan sólo con un lenguaje se están autolimitando'

Margot Molina

Javier Velasco (La Línea de la Concepción, Cádiz, 1963) parece estar hecho del mismo material que sus lágrimas: un vidrio muy frágil que paradójicamente es capaz de traspasar la carne de sus modelos. Genes, piel, fluidos... el cuerpo humano ha sido desde su primera exposición individual en 1994 una obsesión en su obra. La osadía de Velasco, hace llorar lágrimas de cuatro metros a una cúpula del monasterio de La Cartuja en la exposición Con fluidos. El Centro Andaluz de Arte Contemporáneo (CAAC) presentará la obra de Velasco hasta el 21 de julio dentro del ciclo Zona Emergente, que también acoge Enlloc (en ninguna parte), de Juan Pablo Ballester (Camagüey, Cuba, 1966).

PREGUNTA. Pintura, objetos, fotografías, vídeo-instalaciones, performances. ¿Cómo logra cambiar de registro con tanta facilidad?

RESPUESTA. Como artista del siglo XXI no creo que deba ceñirme a una corriente. Creo en la versatilidad de los materiales. No me supone ningún trauma cambiar de registro porque siempre me atengo a un concepto. Los artistas que trabajan sólo con un lenguaje se están autolimitando. Lo mejor de esta profesión es poder usar cada día herramientas nuevas.

P. La dualidad placer-dolor se acentúa en esta muestra con las seis fotografías en las que jóvenes tatuados aparecen traspasados por lágrimas de cristal.

R. Trabajé con el piercing en 1999. En esta ocasión, en la pieza que lleva los nombres de las seis glándulas lagrimales humanas, se trata de la búsqueda de la belleza a través del dolor. Las fotografías son el resultado de una performance en la que trabajamos 18 personas y los modelos se perforaron la piel que, después, aparece traspasada por lágrimas de vidrio.

P. ¿Por qué llora la cúpula de la sacristía?

R. Son lágrimas sacras, una metáfora de los sentimientos que, como las largas lágrimas de vidrio, son frágiles e impredecibles. Ésta, como casi todas las obras de Con fluidos, la he creado especialmente para el espacio en el que se muestran. Es un intento de humanizar la pieza puesto que su fragilidad hace que sólo pueda existir allí, no hay forma de trasladarla a otro sitio así que o vive o muere.

P. Los libros perforados con los que trabajaba antes han perdido la memoria de repente.

R. Las dos piezas que llevan la palabra amnesia en el título son autobiográficas. Tuve un accidente de circulación durante el montaje de esta exposición y perdí la memoria durante un día. Por eso las palabras están borradas, es como una anticaligrafía, en la que a veces aparecen palabras. Son retazos de mi memoria.

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Sobre la firma

Margot Molina
Ha desarrollado su carrera en El PAÍS, la mayor parte en la redacción de Andalucía a la que llegó en 1988. Especializada en Cultura, se ha ocupado también de Educación, Sociedad, Viajes y Gastronomía. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid. Ha publicado, entre otras, la guía de viajes 'Sevilla de cerca' de Lonely Planet.

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