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Reportaje:Mundial 2002 | Brasil se mete en su séptima final

El abrazo de dos viejos perdedores

Scolari desvela que compartió penas con Voeller cuando ambos eran cuestionados hace medio año

José Sámano

Hace seis meses, Luiz Felipe Scolari se paseaba cabizbajo por la ciudad surcoreana de Busan, donde se iba a celebrar en aquellos días el sorteo del Mundial. Siempre con un chándal verde pistacho, de los que ya no se huelen ni en los rastrillos, a Scolari se le veía angustiado, porque Brasil había patinado más de la cuenta en la fase de clasificación. Se desahogaba corre que te corre por la playa cercana al hotel en el que se hospedaba, en el que apenas despertó la curiosidad de algún botones. Era un perdedor, al lado de Milutinovic, siempre colgado de un micrófono, o de Lemerre, que se quitaba a los cazautógrafos de encima como el que se sacude la caspa. Cerca andaba también Voeller, mal afeitado, con aires de condenado. Alemania había sido zarandeada por Inglaterra (1-5) y había tenido que jugarse el arroz con Ucrania en una repesca.

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Cierto día, según reveló ayer Scolari, ambos se encontraron. Se hablaron de castigado a castigado. Se prestaron mutuamente el hombro, se sentaron frente a frente cada uno en su diván y decidieron hacer un brindis. 'Nos abrazamos y decidimos que nos veríamos en la final de Yokohama'. Y así ha sido, por mucho que entonces resultara una quimera. Uno tenía a un país azotándole -Scolari- y otro recibía incluso amenazas personales -Voeller-. El fútbol da tantas vueltas que su brindis se ha cumplido.

Scolari alegó que la sustitución, ayer, de Ronaldo fue con la intención de darle descanso y permitirle afrontar la final en las mejores condiciones físicas posibles. 'No estoy preocupado por él', dijo. 'Cuando el otro día vi que se había cambiado el corte de pelo entendí que estaba bien'. El seleccionador brasileño relacionó el triunfo sobre Turquía con factores que trascienden al juego en su sentido más estricto. 'Me he hado cuenta de que, para llegar a la final, no basta con practicar un buen fútbol. También hay que poner corazón, y a este equipo le sobra corazón, como ha demostrado otra vez'. El técnico elogió al equipo turco: 'Es muy fuerte y nos ha impedido lograr lo que yo pretendía: ganar por muchos goles'.

Senol Gunes, seleccionador turco, considera que su equipo fue víctima de la falta de experiencia y el exceso de presión. El temperamental Hasan Sas resumió el sentir de los jugadores turcos. 'Ahora el mundo nos mira de otra manera', dijo. 'Estamos tristes. Pero, la mirada del mundo entero hacia la selección turca ha cambiado gracias al juego que hemos realizado. Tenemos un equipo joven. En lo sucesivo nuestros rivales nos van a temer'.

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Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

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