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Reportaje:españa 0 - corea 0 | España vuelve a caer en los cuartos de final | Mundial 2002

'¿Quieres tirar un penalti?'

Camacho ofreció a Joaquín el cuarto lanzamiento ante la falta de voluntarios

El cuarto penalti fue el decisivo y lo falló Joaquín Sánchez Rodríguez, un chico de 20 años nacido en El Puerto de Santa María (Cádiz). Gracioso compulsivo, Joaquín había pasado una semana tranquila antes del partido. Estaba feliz porque intuía que jugaría y hacía bromas: 'Los surcoreanos son todos iguales. Aquí no se le puede prestar dinero a nadie porque no te quedas con ninguna cara'. Ayer, en Gwangju, el extremo del Betis demostró que debió ser titular mucho antes. Fue el mejor, pero la suerte le deparó un mal trago. No tenía previsto llegar a un momento tan decisivo como el que le deparó el partido.

Metidos en una dinámica paranoica, varios jugadores españoles se negaron a lanzar las penas máximas en la tanda final. El público gritaba sin parar, el Mundial estaba en juego, España se hallaba al borde de hacer historia y la sensación de que alguien conspiraba contra el equipo llenó de miedo a más de uno. Pero Joaquín dio un paso al frente: 'Yo tiro el cuarto', dijo con absoluta rotundidad.

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'El penalti lo ha tirado Joaquín porque él ha querido tirarlo y porque hubo otros cuatro que no quisieron', dijo Camacho al salir del estadio. En el aire quedó el interrogante: ¿quiénes fueron esos cuatro? La lista que confeccionó el técnico para la tanda fue: Hierro, Baraja, Xavi, Joaquín y Mendieta. Se quedaron fuera Puyol, Nadal, Morientes, Romero y Luis Enrique, veteranos en su mayoría. Hierro lo metió y lo reventó otra vez, antes de coger el balón y tirarlo despreciativamente a los pies de Song, el surcoreano que debía tirar el segundo. Baraja fue, pálido, a lanzar su penalti y lo clavó. Xavi anduvo los 20 metros hasta el punto fatídico con cara de funeral, pero metió su tiro por la escuadra.

'Nunca viví una situación tan complicada', dijo Joaquín. Resultó extraño que el peso del cuarto lanzamiento recayera sobre un jugador sin apenas experiencia y que además había jugado los últimos minutos de palomero, como delantero centro, por una lesión. Pero en estos casos el valor hace una selección natural y casi inevitable. 'Al final del partido se me cargó un poco el aductor', contó Joaquín; 'pero en la prórroga me encontré perfectamente bien. Hice estiramientos y se me aflojó el músculo. Así que cuando el mister me preguntó '¿lo tiras?', le respondí que sí, que quería tirarlo. Y tuve la mala suerte de fallarlo. Puse bien el balón y no tomé carrera porque no tengo costumbre. Nunca lo hago. Le pegué a la izquierda del portero y no ajusté muy bien. Tampoco fue un mal disparo, pero se estiró y lo paró. Eso fue todo'.

Joaquín tenía los ojos rojos de llorar. 'Es normal', dijo; 'estoy triste porque sabía que este partido era mi oportunidad de hacerme con un lugar para jugar la semifinal y la final y salí a darlo todo. Me hacía mucha ilusión pasar a la semifinal. Llevábamos un mes trabajando, lejos de la familia, y verte fuera de esta manera es muy duro. No es fuerte si digo que nos han atracado'.

Pocos jugadores se implicaron en la tragedia que supuso el partido de ayer como Joaquín. Suyo fue el penalti fallido que dejó a España fuera del Mundial y suyo el centro que invalidó el juez de línea Ragoonath por entender que el balón que conducía se le fue por la línea de fondo. El centro terminó en gol de oro de Morientes, invalidado por el árbitro. 'Me he quedado sorprendido', dijo Joaquín. '¡El balón no tocó ni la línea blanca! Ha sido un gol perfectamente legal, más válido imposible. He sentido que los árbitros han jugado con nosotros, con nuestro trabajo'.

Joaquín se lamenta tras fallar su lanzamiento en la tanda de penaltis.
Joaquín se lamenta tras fallar su lanzamiento en la tanda de penaltis.EFE

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