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Solidària: un modelo de cooperación

Entre todos lo hemos conseguido. Solidària 2002, una ventana al mundo, ha sido un éxito. Más de 30.000 visitantes han participado en una feria, única en España, que fue una apuesta en sintonía con la filosofía de cooperación que desarrolla e impulsa la Comunidad Valenciana. La primera experiencia con Solidària, el pasado año, ya nos lanzó un mensaje de necesaria continuidad con las 20.000 personas que respaldaron la convocatoria.

Ahora, después de clausurar la segunda edición, hemos comprobado que la acción puntual que supone ha alcanzado la categoría de referente y que hemos encontrado una forma abierta, dinámica, atractiva, participativa e integral de mostrar los proyectos de cooperación que la Comunidad Valenciana está desarrollando y los que proyecta. Hemos comprobado que Solidària es una fórmula idónea para saber dónde, cómo y para qué se destina el dinero de todos en cooperación, qué efectos inmediatos y a corto, medio y largo plazo tienen, cuáles son los agentes implicados, y cómo la colaboración y el diálogo son las herramientas que nos ayudan a definir unas líneas estratégicas. Después de que ese modelo haya merecido reconocimiento en otras autonomías y por organismos internacionales, debemos ahora hacer un esfuerzo colectivo por recoger el compromiso con la cooperación que más de 30.000 personas han hecho visible con su presencia a lo largo de casi un mes en un abanico de propuestas culturales, mediáticas y de debate.

Solidària es un reflejo de la cooperación al desarrollo que impulsa y practica la Generalitat Valenciana, pero es mucho más que eso. Solidària nos lanza también un reto como sociedad. Los países avanzados lo son también en la medida del compromiso que adquieren y las políticas que diseñan y promueven en materia de cooperación. La madurez democrática se alcanza también desde la implicación que adquirimos con quienes aspiran a construir una sociedad de igualdad de oportunidades, de posibilidades en todos los ámbitos y para todas las personas sin perder su identidad cultural propia.

Para todo ello, sin duda, es fundamental extender el conocimiento, activar mecanismos de transparencia, potenciar una educación en los valores democráticos, en el trabajo, en el respeto a la diferencia, en la vigilancia y defensa de derechos fundamentales en cualquier rincón del mundo, aprender de la experiencia. También es fundamental profesionalizar la cooperación, dinamizar la capacidad de respuesta en función de cada realidad y aplicar a las acciones -desde las más cercanas a las más alejadas de nuestro entorno- el sentido más amplio de la colaboración, nunca de la imposición, sin perder de vista que el camino es de ida y vuelta.

Un camino de ida y vuelta porque nos reafirma en los principios fundamentales del Estado por el que todos trabajamos cada día: la convivencia en paz, la igualdad de oportunidades, la educación, la protección a los menores, la libertad individual...

La Comunidad Valenciana trabaja por ajustarse a esas exigencias de la sociedad avanzada, del Estado moderno, que apuesta, entre otras cosas, por la descentralización, por una gestión activa desde la sociedad civil, que en materia de cooperación tiene su máximo exponente en las Organizaciones No Gubernamentales para el Desarrollo (ONGD).

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Movida por ese reto, la Generalitat Valenciana, como la sociedad valenciana y gracias a ella, se ha comprometido con la cooperación al desarrollo en los últimos años con un importante incremento a la asignación presupuestaria de la Dirección General de Cooperación al Desarrollo, activando el Comité de Emergencia (en el que están representadas todas las administraciones públicas, agentes sociales y las ONGD), luchando a través de algunos proyectos por erradicar prácticas denostables como la ablación o por facilitar educación y medios que cubran las necesidades básicas en realidades tan dolorosas como la de los niños de la calle en Colombia (programa Xiquets) o contribuyendo a que colectivos de países centroamericanos, suramericanos y africanos cuenten con las herramientas, el asesoramiento y el impulso necesario para poder explotar de forma más eficaz sus recursos y que ello repercuta de la forma más rápida en la renta per cápita. Potabilizar agua, construir una escuela, un centro de salud, casas para mujeres solas, recuperar a través del aprendizaje culturas desaparecidas, como la taína con la formación práctica a mujeres en su hábitat natural, participar en el diseño de una administración pública (caso del proyecto Ágora El Salvador), o reconstruir zonas devastadas (en Cuba, El Salvador, Nicaragua o Guatemala) concretan parte de las aspiraciones de la política de cooperación al desarrollo de la Generalitat Valenciana.

Pero además, demuestran que la difícil tarea de elegir dónde se destinan recursos y cómo se fiscaliza su ejecución es posible gracias a la descentralización, a que son las ONGD, a través de las personas que conocen, conviven y valoran las necesidades de una población, las que en nombre de la sociedad civil ponen en marcha los proyectos de cooperación al desarrollo. Esa cooperación al desarrollo responsable, con proyección, abierta, viva, democrática y comprometida con un futuro mejor ha tenido forma en Solidària y pide un esfuerzo continuo, mayor si es posible, que cuente también con el compromiso de otros agentes, de los medios de comunicación, de las administraciones, de cada ciudadano para con ello, también, exportar nuestra madurez democrática y avanzar en ella como Estado moderno que somos.

José Luis Olivas es vicepresidente primero del Gobierno valenciano.

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