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Columna
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Reivindicación de Judas

A estas alturas de la vida y tal como anda el libre mercado, ya no se sostiene la tesis bíblica de que Judas Iscariote perpetrara una vileza, cuando entregó a su maestro Jesús de Nazaret, por 30 monedas de plata. Los teóricos del neoliberalismo discrepan en cuanto al precio -cerró el negocio con demasiada precipitación, alegan algunos-, pero todos alaban la iniciativa de aquel mercader, que de inmediato invirtió sus beneficios en solares del Hakel Damah o campo de sangre. Mientras, los otros apóstoles no hacían más que provocar disturbios y alarma social, Judas, a la luz de la moderna antropología hermenéutica, observó un comportamiento pragmático y consecuente, con lo que en la actualidad constituye el pensamiento único. Judas se arriesgó y supo colocar por encima de las consideraciones emotivas e ideológicas, los fundamentos de la economía moderna. En cierto modo, fue un precursor de la política de privatizaciones. Y hasta sentó doctrina en lo tocante al transfuguismo. Además inauguró las listas donde Bush apunta los nombres de quienes, sus propios servicios de inteligencia y los gobiernos bajo su bota tejana, tienen por elementos terroristas, antiglobalización, subversivos e insumisos. Para Bush, Judas es más prudente que Sharon: ambos me han cuidado aquellas provincias, pero Sharon sale más caro. Sólo voy a darle 30 dólares de plata por Arafat, como a Judas por Jesús. Y si no, de patitas al paro.

Asistimos a la reivindicación de Judas. Hoy apenas se le reprocha nada, y son muchos los que se identifican con su ejemplo. El poder compra voluntades por un salario o una canonjía. El poder no quiere críticas, ni incordios, ni denuncias: sólo quiere hacer del ciudadano un dócil votante. Y son muchos los ciudadanos que se entregan. Muchos los que dicen: yo no me juego el pan de mis hijos por nada ni por nadie, sin percatarse de cómo cavan su sepultura. Antes ni Roma ni el Evangelio pagaba traidores. Hoy los paga cualquier Ayuntamiento o subsecretaría que se precie. Y es que hoy los traidores son la sal de la corrupción.

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