_
_
_
_
_
Reportaje:CUMBRE DE BARCELONA

La fiesta de la contestación

30.000 personas acudieron el sábado a la fiesta del Sot del Migdia que puso fin a los actos antiglobalización

Cabía más gente, pero poca más. A falta de datos oficiales puede estimarse que cerca de 30.000 personas convirtieron en la noche del sábado el Sot del Migdia en la capital europea de la contestación, participando en una fiesta musical que durante más de seis horas alentó los ánimos de una concurrencia variopinta llegada desde todos los lugares del continente.

Bajo la estimulación musical servida por artistas como Jabier Muguruza, Enrique Morente, Cheb Baloswki o Manu Chao, alemanes con camisetas alusivas a la guerra civil española, viejos militantes de izquierda, opositores al Plan Hidrológico, curiosos, punkis salidos de un catálogo, hippies con diábolos, ligones con idiomas y, en fin, todo tipo de personal disfrutaron de una fiesta que quería poner el broche oficioso a los fastos oficiales de una cumbre que Barcelona ya despedía.

El Sot fue Babel, pero allí todos se entendieron. Babel fue también el escenario, desde el que se cantó en francés, árabe, castellano, catalán, euskera, inglés y portuñol, idiomas todos de una Europa en los que los allí presentes no se sienten acomodados. Artistas y público se juntaron en el Sot para decirlo, y en ello estuvieron más de seis horas de una fiesta que arrancó a las 23.35 horas, con más de hora y media de retraso, y concluyó pasadas las cinco de la mañana con todo el público acalambrado por la incendiaria actuación de Manu Chao, estrella de la noche y encargado de ponerle frase al gritar desde la escena: 'La solución será siempre la unión'.

Antes que él habían unido fuerzas los rockeros Lagartija Nick con el flamenco Enrique Morente, otro de los platos fuertes de un cartel que mostró más unión en la mezcla de sangres que alienta al grupo barcelonés Cheb Balowski, una de las muestra de esa inevitable y esperanzadora Barcelona mestiza. También quiso poner su granito de arena Xavier Ribalta, pero a la hora en la que actuó el público estaba más para bailar que para escuchar a un cantautor con guitarra.

La suerte quiso que Jabier Muguruza abriese la noche, y fue así como su extrema elegancia y sensibilidad aún casaron con una concurrencia aún relajada que horas más tarde entraría en hervor cuando su hermano Fermín salió a escena con Manu ya en los bises de este último. Mezcla y unión, eso era lo que se vio y escuchó en el Sot la noche del sábado. Y la prueba más aplastante de ello la dieron... los perros. Si los callejeros impuros con pañuelo al cuello y pulgas al lomo suelen monopolizar la aportación canina a la contestación, en la verbena antiglobalizadora del Sot se vieron también diminutos perros de compañía, lanudos animalitos sin duda desparasitados, con lazos y correas brillantes.

Quien quisiera circunscribir la contestación a grupos neohippies o neopunkis no tenía nada más que mirar al suelo para comprobar tal variedad perruna, que por ende sugería una paralela variedad humana que daba al traste con los apriorismos. Quizá el propietario de alguno de esos canes zalameros fue el que entre pintadas de todo tipo escurrió un llamativo 'no al l'eix Vic-Olot', prueba patente de que cada uno tenía su propia razón para estar allí, quejándose de un mundo cada día más implacable y descorazonado. La música nacida del cruce de culturas puso el sonido. El público puso el resto.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_