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Reportaje:Salt Lake City 2002 | XIX JUEGOS OLÍMPICOS DE INVIERNO

Bjoerndalen y Kostelic

El noruego, con cuatro oros, y la croata, con tres y una plata, grandes triunfadores

Alemania puso otra vez en marcha su maquinaria y se impuso en el medallero junto a Noruega y Estados Unidos. Los anfitriones, como se preveía, batieron todos sus récords, aunque se llevaron un gran disgusto al final al perder (2-5) en hockey sobre hielo frente a Canadá, que no ganaba el oro desde 1952 y quiso demostrar, pese a una humillante derrota inicial ante Suecia, que por algo es el inventor del juego. Los alemanes volvieron a basar sus éxitos en el bobsleigh, el luge y el patinaje de velocidad. Los noruegos, como los norteamericanos, variaron más sus triunfos, pero fueron más prácticos que ellos al sacar muchas menos medallas en total, pero una más de oro. Así, siguen siendo los líderes históricos de los Juegos: 265 medallas por las 194 de Estados Unidos, las 193 de la antigua Unión Soviética, las 162 de Austria y las 151 de Alemania.

Más de la tercera parte de su medallero se lo debió Noruega al biatleta (esquiador de fondo y tirador) Ole Einar Bjoerndalen. Con sus cuatro medallas de oro, tres de ellas individuales, fue el más galardonado de los Juegos, algo que nadie había conseguido antes en esta modalidad. Él fue el indiscutible rey de Salt Lake, pero, dada su calidad ya contrastada, su coronación no fue inesperada.

Más sorprendente resultó, desde luego, la de la reina. La esquiadora croata Janica Kostelic también sumó cuatro medallas: tres de oro, en el eslalon, el gigante y la combinada (descenso y eslalon), y una de plata, en el supergigante. Hacía apenas un año parecía perdida para el esquí, pero la Tomba femenina, que había empezado a sufrir de las rodillas al caerse en un descenso y tenía un respeto considerable a las pruebas de velocidad, no sólo ha vuelto a arrasar en el eslalon, su mejor prueba, sino en el gigante y hasta en el descenso de la combinada y el supergigante. Si las rodillas le responden, la carrera de esta veinteañera puede ser brillantísima.

Hubo, sin embargo, otro ganador absoluto de tres medallas de oro, dos individuales y otra por equipos. Fue en la combinada nórdica (salto de trampolín y esquí de fondo), en la que Samppa Lajunen encabezó el dominio aplastante finlandés.

Tres medallas prestigiosas, pero una de cada metal, metió al final en su equipaje Stefan Eberharter, el potentísimo esquiador austriaco que, ausente su compatriota Hermann Maier, parecía destinado a tomarle el relevo, pero que apenas se salvó con su victoria postrera en el gigante de marcharse de Salt Lake en su temporada de gloria en la Copa del Mundo sin un oro olímpico.

Porque el noruego de siempre, el veterano Kjetil Andre Aamodt, le quitó el título en el supergigante y, además, ganó su combinada de hombre completo. Fue uno de los ya muchos ganadores de dos oros en los Juegos, aunque algunos fueran tan sospechosos como el español Johann Muehlegg. El suizo Simon Ammann, por el contrario, fue el Harry Potter sorprendente ganador de los dos saltos de trampolín, prueba que por equipos se decidió otra vez a favor de Alemania, ante Finlandia, por la diferencia más pequeña de la historia.

Otros dobles campeones fueron las alemanas Andrea Henkel y Kati Wilhelm, en biatlón (individual y relevos); la china Yang Yang (500 y 1.000 metros) y el canadiense Marc Gagnon (500 y 5.000 metros por relevos), en el patinaje de velocidad de pista corta, y, sobre todo, en el de pista larga, la alemana Claudia Pechstein (3.000 y 5.000 metros) y el holandés Jochem Uytdehaague, que abrió y cerró (5.000 y 10.000 metros, en los que fue el primero en bajar de los 13 minutos) la razzia impresionante de récords del mundo, ocho en diez pruebas, que se superaron en el estadio Oval. Su hielo perfecto y la altitud fueron el escenario ideal.

El patinaje de velocidad estuvo tan interesante que hasta la canadiense Clara Hughes, bronce en los 5.000, tras Pechstein, se convirtió en la segunda deportista que gana medallas en los Juegos de Invierno y los de Verano. Y es que ya había sido doble bronce en ciclismo contrarreloj y en carretera en Atlanta 96.

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