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Crónica:La jornada de Liga | FÚTBOL
Crónica
Texto informativo con interpretación

El Deportivo se ofusca

El cuadro de Irureta, incapaz de abrir brecha en el buen orden del Villarreal

Xosé Hermida

El Deportivo va al ritmo de la Liga, desquiciada y caprichosa como nunca. Lo que se impone es contradecir las previsiones, faltar a las citas que parecían seguras y emerger con estruendo en el momento en que ya nadie te espera. Tras su fulgurante paso por Balaídos, el Depor dilapidó la ocasión de engancharse de nuevo a la cabeza cuando Riazor contaba con una victoria segura. El cuadro de Irureta confirmó algunos de los síntomas de recuperación ofrecidos contra el Celta, pero no acertó con el gol al principio y acabó ofuscándose ante un Villarreal que nunca perdió el orden, ni siquiera en el agobio del último cuarto de hora.

Esta Liga arruinaría la carrera del más prestigioso profeta. Ya nada es lo que parece ni hay teoría que valga entre tanta intriga y tantos golpes de efecto. La teoría indicaba que el Depor había recibido supervitaminas por su triunfo ante el eterno rival y que se medía a un equipo que conjuga el buen fútbol con las concesiones al adversario. El pronóstico parecía tan claro que el duende burlón no podía pasar por alto la oportunidad de atentar contra la lógica. Y el Depor no sólo fue incapaz de ganar, sino que el Villarreal se fue de Riazor con su portería inmaculada.

DEPORTIVO 0| VILLARREAL 0

Deportivo: Molina; Scaloni, Donato (César, m. 7), Naybet, Capdevila; Sergio, Duscher; Víctor, Valerón (Djalminha, m. 66), Fran (Makaay m. 74); y Tristán. Villarreal: López Vallejo; Galván, Ballesteros, Quique Álvarez, Arruabarrena (Xavi Roca, m. 62); Amor, Galca; Jorge López (Gracia, m. 90), Guayre (Escoda, m. 40), Calleja; y Pizzi. Árbitro: Undiano Mallenco. Amonestó a Naybet, Arruabarrena, César, Duscher, Galván y Quique Álvarez. Unos 30.000 espectadores en Riazor.

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Los benéficos efectos de la victoria sobre el Celta pudieron comprobarse al principio. Al Depor se le vio otra vez muy suelto y con ganas de coser bien su fútbol. Tristán estuvo hiperactivo y en un cuarto de hora rondó el gol en tres ocasiones mientras el Villarreal apenas tenía peso. Pero tanto convencimiento resultó pernicioso. El Depor, confiado en que el tiempo pondría las cosas en su sitio, fue aflojando poco a poco y recayó en algunos defectos recientes: prescindió demasiado de las bandas y la defensa recobró sus inseguridades después de la tempranera lesión de Donato, cuyo golpe en el gemelo podría dejarle fuera de combate durante tres meses.

Como al Depor le sobraba paciencia, el Villarreal decidió aventurarse con empresas mayores. Apareció la habilidad de Guayre, Calleja y Jorge López, junto al tenaz empeño goleador de Pizzi, y el partido se equilibró. Hasta mediada la segunda parte, el choque fue de ida y vuelta, con desordenadas acometidas del Depor e inquietantes contragolpes del Villarreal. Como el tiempo pasaba sin que la teoría se cumpliese, Irureta tuvo que sacar el batallón de ataque completo, con Djalminha y Makaay, para reforzar la pugna de Tristán.

El cuarto de hora final se convirtió en una prueba de resistencia cardiaca. El Depor, arropado por un público que no se movía del asiento, martilleó una y otra vez la defensa visitante con tanta dedicación que hasta acabó exponiéndose a que un contragolpe visitante aumentase la magnitud del tropiezo. Nadie se escondió en esos momentos, especialmente Djalminha, dispuesto a ganar el partido a cualquier precio. El Depor tocó el gol con los dedos en más de ocasión: en un par de lanzamientos de falta de Djalminha o en un nervioso tumulto en el área tras una acometida de Víctor por la banda. Pero el Villarreal, al que se suponía un equipo blandengue, aguantó con aplomo y organización. No iba a ser ayer el día en que la Liga decidiese retornar a lo previsible.

Donato se lesiona y Lendoiro le renueva

La temporada de Donato concluyó la tarde que cumplía 450 partidos en Primera. Con sólo 12 minutos jugados, el hispano-brasileño acudió a rematar un córner y, al caerse al suelo tras saltar, se le desencajó el gemelo derecho. Una lesión 'grave', según el doctor Cobián, y que le obliga a una convalecencia de tres meses.

A sus 39 años, puede ser un contratiempo serio. Pero el presidente del club, Augusto César Lendoiro, anunció de inmediato que le renovará su contrato, que concluía el 30 de junio. Así, Donato quedará para siempre inscrito en la historia de la Liga: cumplirá 40 años como futbolista de Primera.

A medida que ha ido avanzando camino de la cuarentena, Donato, cuyo nombre coreó Riazor, ya sólo firmaba compromisos de un año, aunque con una cláusula de renovación inmediata en el caso de jugar la mitad de los partidos de cada campaña. En ésta llevaba 27, un número que podría ser insuficiente si el Depor llegase lejos en la Liga de Campeones. Pero Lendoiro fue tajante: 'Seguirá un año más'.

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Sobre la firma

Xosé Hermida
Es corresponsal parlamentario de EL PAÍS. Anteriormente ejerció como redactor jefe de España y delegado en Brasil y Galicia. Ha pasado también por las secciones de Deportes, Reportajes y El País Semanal. Sus primeros trabajos fueron en el diario El Correo Gallego y en la emisora Radio Galega.

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