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Crónica:FERIA DE VALDEMORILLO | LA LIDIA
Crónica
Texto informativo con interpretación

Virutas de buen jamón

Ayer tarde se pudo ver, en la plaza serrana de Valdemorillo, una novillada de amable presentación, en cuanto a sus defensas, noble y que flojeó de remos más de la cuenta. La supo aprovechar el novillero de más bagaje y mejores maneras, y así pudimos llevarnos en el paladar virutas de buen jamón. Leandro Marcos es el nombre del artista, veterano en el escalafón y que tiene en sus muñecas un compás muy templado, y cuando torea despacio llega a la retina con los colores más depurados.

En su primero consiguió muletazos pulidos, en especial al torear al natural y reunirse con el burel en el terreno adecuado. Abusó del espejo, pero al relajarse y pulsar bien el muletazo, brillaba en chispazos de arte que el respetable supo apreciar. Sin embargo, a la hora de la verdad dejó el brazo retrasado y no se tiró sobre el morillo con la fe necesaria. Mejoró lo de la espada en su segundo, después de una faena de muleta en tres tiempos, o zonas de la plaza, en la que hubo de cuidar la embestida flojilla del novillo, para al final cuajar dos series al natural de exquisito temple, junto a las tablas, que de haberlas interpretado ante un novillo encastado hubieran sido de cotas muy altas, en intensidad y sabor, ambición y resultados.

Guadalmena / Saavedra, Marcos, Reyes

Novillos de Guadalmena, desigualmente presentados, terciados, cómodos, nobles y flojos. Julio Pedro Saavedra: estocada trasera y desprendida (oreja); pinchazo hondo y descabello (ovación). Leandro Marcos: pinchazo hondo soltando (oreja); pinchazo hondo caído, estocada trasera y atravesada (oreja). Reyes Ramón: estocada caída (silencio); estocada delantera y desprendida (silencio). Plaza de Valdemorillo, 4 de febrero. 1ª novillada de feria. Tres cuartos de entrada.

Julio Pedro Saavedra recibió de capa muy bien a su primero, y al final sería lo más logrado de su actuación. Lances templados y un juego de brazos muy aceptable. Puso ganas en la faena de muleta, brindada al público, pero le faltó seguridad y claridad de ideas. Pases a pies juntos, alguno de buen corte, intermitentes y sin ligar. En su segundo, terminó por desengañarse antes que el descastado oponente. Otra vez será.

Reyes Ramón se las vio con dos novillejos inválidos, en los que sólo consiguió demostrar una concepción clásica del toreo, sentido del temple y el buen gusto de rematar los pases, amén del mejor desparpajo.

Reseñar, antes de terminar, los dos excelentes pares de banderillas de Tito Robledo, en el segundo y cuarto, que el aficionado más exigente degustó. Rotunda y fina caña de lomo. Que por su verdad transmitieron emoción.

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