_
_
_
_
_
Entrevista:JOSÉ CHAMIZO | DEFENSOR DEL PUEBLO ANDALUZ | ENTREVISTA

'No se pueden encontrar soluciones definitivas a la inmigración'

Este hombre de 44 años ha convertido la institución del Defensor del Pueblo Andaluz, que desde el pasado mes de diciembre desempeña por segunda vez, en una instancia que opina, interviene, critica y es tenida en cuenta por las fuerzas sociales y políticas. Chamizo llevaba muchos años en la brecha cuando fue nombrado Defensor. Todo empezó un día de finales de los setenta, cuando a su parroquia llegó un chico de un barrio muy humilde y en medio de la conversación se puso muy enfermo. Chamizo se asustó, pero el chico le dijo: 'Pepe, no es nada. Dame 500 pesetas, que voy a por un medicamento que tengo yo para cuando me pongo así'. Fue su encuentro con la droga. Desde ese momento, Chamizo dejó de pensar en enseñar en la universidad, y comenzó en el Campo de Gibraltar a movilizar asociaciones de madres de toxicómanos. Luego le fueron llegando otros retos, todos nacidos de la pobreza y la marginación, y a todos ellos se abrazó Chamizo. Ha trabajado 15 años en tres áreas; toxicómanos, enfermos de sida y niños y mujeres maltratadas. Luego le tocó el turno a la inmigración, y también en eso el Defensor ha dado su opinión. En total, lleva fundadas 20 asociaciones. Por ahora

'Pónganse de acuerdo en cuál va a ser la política de inmigración en este país, porque estamos desconcertados. Y pónganse de acuerdo en la UE...'
'Hemos logrado que la vida diaria, con sus alegrías y sufrimientos, llegue a este edificio. Antes los curas repartían estampitas; yo reparto el tríptico del defensor'
'Si me piden que sea más radical, como me gustaría, contesto que antes de poner verde a un alto cargo recuerden que tal vez mañana me van a decir que le pida un favor'
'Yo digo en broma que a ver si los libertadores de los inmigrantes van a ser los empresarios en vez de los políticos. Es que tiene guasa la cosa...'
'El negro es consciente de estar en territorio ajeno. Los magrebíes, por los ocho siglos que estuvieron aquí, por la Mezquita, digamos que se creen que esto es de ellos'
Más información
El Defensor del Pueblo denuncia graves irregularidades en la asistencia a inmigrantes

Pregunta. En Andalucía es muy respetada la institución que representa. Tiene fama de ser un Defensor muy poco convencional. ¿Qué quiere decir eso?

Respuesta. Hemos roto el perfil que es habitual en otras instituciones similares; que es la queja del funcionario, la de un montón de gente que acude aquí porque conoce la institución. Cuando llegué, dije que esa gente estaba en su derecho, pero que quería que el Defensor llegara al pueblo andaluz en toda su totalidad. Para eso me he recorrido simbólicamente los 770 pueblos de Andalucía, y estamos en contacto con alrededor de 5.000 asociaciones de todo tipo. Creo que hemos logrado que la vida diaria, con sus alegrías y sufrimientos, llegue hasta este edificio. Mira, voy por los pueblos y yo mismo me río... Antes, los curas repartían estampitas, y yo lo que reparto es el tríptico del Defensor... Tenemos una correspondencia dura, cada vez más abultada, y además es que yo soy directo, ando mucho por la calle, y la gente me para, me pregunta. No voy de Defensor las 24 horas del día, o sí de Defensor, pero no de estirado. Hoy he recibido un grupo de gente de unas cortijadas que están sin luz, a un señor que no tiene vivienda, a un enfermo mental que tiene muchas dificultades.

P. El enfermo mental, ¿qué espera de usted?

R. Lo que quiere es hablar conmigo, o explicarme su locura, Hay épocas en que vienen todos como si tuvieran un microchip en la cabeza. Yo les hablo, me pongo a su nivel. A partir de ahí hablamos con la familia. Pero vienen unos cuantos, y a todos les recibo. Estos días han telefoneado varios y todos me han dicho lo mismo: Pepe, oye, ¿me has visto en la tele? Y yo, pues no, ¿dónde en la tele? Pues apagando el fuego en las Torres Gemelas. Por lo visto, cuando ocurren grandes enormes desgracias es normal que esta gente se sitúe en ese escenario.

P. En 1998 advirtió que los políticos debían tomarse en serio los problemas de la inmigración. Este año visitó El Ejido y dijo a la prensa que aquella visita había sido una de las experiencias más duras de su vida como Defensor. Ahora estamos a final de año, ¿qué dice?

R. Que podríamos asistir a un nuevo Ejido. Por ejemplo, se está prohibiendo a los inmigrantes abrir la mezquita, y hay una tensión añadida por lo ocurrido en Nueva York. Ambas cosas pueden desencadenar algo que ninguno queremos. Yo lo advierto, es mi misión porque no tengo un poder ejecutivo, y se lo comunico a las autoridades. ¿En qué han cambiado las cosas desde 1998? Diré una cosa: por lo menos, el tema ha entrado en la política.

P. ¿Cómo no iba a hacerlo, con lo que ocurrió?

R. Creo que sorprendentemente ha entrado en la vida política, es decir, como motivo de discusión. Yo lo que he pedido mil veces es un pacto de Estado, porque ésta es una cuestión muy seria. En cambio, eso no se ha conseguido. La situación ya está creada.

P. ¿Quiere decir que está creado el problema?

R. Es que no me gusta decir problema hablando de inmigración. Es decir, aquí están los inmigrantes, muchos con documentación, otros sin ella, y ustedes, señores políticos, tienen que dar una respuesta. En 1985 se hizo una ley de extranjería, y en 2000 se hace otra que cualquier analista sabe que no sirve para mucho. ¿Porque la realidad desborda a la legislación, hay que hacer chapucerías e improvisar? Pónganse de acuerdo en cuál va a ser la política de inmigración en este país, porque estamos desconcertados. Y pónganse de acuerdo en la UE, que va unido... La situación está creada y te encuentras que en la provincia de Almería, que sepamos, hay 46.000 inmigrantes. Y hay datos que hablan de que se exporta una riqueza de 1.000 millones diarios. ¿Cómo pueden vivir bajo plásticos, en chabolas? Me indignó que los alcaldes me dijeran que no había problema de vivienda, que, en todo caso, para el colectivo árabe, que los demás todos tenían una casa. Pues mire usted... A partir de ese viaje ha habido muchos ayuntamientos que han solicitado incorporarse al decreto de la Junta, con financiación de las dos administraciones, la central y la autonómica, para construir viviendas.

P. ¿No era una norma que pedía a los alcaldes que cedieran suelo?

R. La Junta hizo una norma para que los alcaldes cedieran suelo de sus municipios, y como no funcionó, estableció que la Junta participaría en la compra de ese suelo.

P. ¿Y esta nueva fórmula sí funciona?

R. No. Ahora estamos en la siguiente fase. Es decir, déjese usted ya de peticiones y díganos cuándo empezamos. ¿Qué cambio ha habido? Pues que no ha habido más remedio que aceptar que tenemos un problema y que hay que darle una solución. ¿En qué no ha cambiado? En que las soluciones no están siendo rápidas. Por ejemplo, sí ha cambiado la actitud de los empresarios.

P. ¿Más que la de los políticos?

R. Pues sí. Por ejemplo, la COAG tiene unos buenos albergues y han solicitado unidades habitacionales. Yo digo en broma que a ver si los libertadores de los inmigrantes van a ser los empresarios. Es que tiene guasa la cosa.

P. ¿Cree que los empresarios han visto que, si no, iban a tener muy mala prensa en Europa?

R. Eso viene de una visita del Foro Europeo. Algunos pidieron que se boicoteara a los empresarios que no traten dignamente a los inmigrantes. Yo siempre he dicho que tratar dignamente a los inmigrantes es una garantía de riqueza, que eso nos beneficia a todos.

P. Hay empresarios que contratan mano de obra ilegal.

R. De vez en cuando aparece un explotador, pero cada vez menos. ¿Qué es lo que ocurre? Un día, yo estaba en un pueblo y vi a unos chicos inmigrantes esperando sentados en unos escalones. Salió el alcalde y me dijo: hay trabajo para ellos, hay empresarios dispuestos a contratarlos y no hay manera de que consigan los papeles... Se da esa contradicción de falta de mano de obra, y gente que quiere contratar y no puede hacerlo. Todo por culpa de la propia legislación.

P. Si todos los inmigrantes fueran legales, los empresarios ganarían menos. Algunos deben de pensar que dentro de unos años no podrán contratar a esa gente, pero ahora, mientras los políticos se ponen de acuerdo, les viene bien...

R. Se están poniendo multas. Los empresarios inteligentes lo saben... Y cada vez se ponen más, en Huelva, y en Almería también.

P. La situación, entonces, ha mejorado...

R. No, no. La cosa está encauzada.

P. ¿Solamente?

R. Porque las viviendas no se están construyendo, y si no hay viviendas no hay integración. Me consta que muchos de los que trabajan aquí envían dinero a su familia, pero la gente que no tiene un trabajo digno no puede enviar nada. Se ha dicho que sólo desde Almería salían hacia Marruecos más de 1.000 millones al año. Y luego no dejan reabrir la mezquita, cerrada desde lo ocurrido en El Ejido. Y además han derribado más chabolas... sin que se haya habilitado otro lugar donde acoger a esa gente que se queda sin nada...

P. ¿Le gusta la idea de que los inmigrantes vinieran con contrato de trabajo y un alojamiento?

R. Ésa es una de las alternativas.

P. Después de las avalanchas que llegaron en el verano, ¿cree que es posible lograr que sólo vengan los que tengan trabajo y alojamiento, o las oleadas seguirán viniendo el próximo verano, porque no tienen nada en su país?

R. He pedido que se informe del número de inmigrantes que llegan y el de los que se expulsan. Que me digan si cuando llegan 200 expulsan a 150. Si no se unen las dos informaciones, no sabemos a qué atenernos. No creo que entren muchos más de los que se expulsa. ¿Qué ocurre? Que la inmigración no tiene salidas definitivas. Sólo el contrato en origen no sirve. A la inmigración podemos encontrarle salidas, pero no soluciones definitivas; cuando uno no puede vivir en un sitio, se va a otro; con contrato en origen o sin él. Hay que invertir en los países de donde vienen.

P. Decía que cada día se ponen más multas a los empresarios por emplear a ilegales. Recuerdo el caso de una empresaria que cultiva fresas en Huelva, y al destaparse la situación en que tenía a sus trabajadores se descubrió que había sido multada varias veces. No sirven para tanto las multas. Se pagan y ya está. Salen baratas.

R. Yo no quisiera estar dando la impresión de que lo que ocurre no tiene importancia...

P. Pero prefiere verlo con moderación.

R. No es moderación; cuando se trata de esclavitud, no hay moderación que valga. ¿Cómo lo veo? Mira, aquí tenemos denuncias falsas. Lo último es que una empresa ucrania ofrece trabajadores ilegales. ¿Y qué pasa? Tal vez vino un fax, o no, porque no lo sabemos, o tal vez es un intento que hemos boicoteado. Quiero decir que lo que hace muy poco era la conducta general, ahora es una excepción. Si, hace un año, la gente estaba absolutamente explotada, y hoy ésas son situaciones excepcionales. Pero con eso no quiero decir que no sean frecuentes... No he querido decir que todo sea maravilloso, porque no es así. Si hay explotación, y la hay, ahí debe estar el Defensor.

P. Usted se quejó amargamente y afeó la conducta, en la prensa, de los alcaldes de Almería, los cuales se negaban a ceder suelo de sus ayuntamientos, como pedía la Junta, para construir viviendas.

R. Por eso el suelo lo va a comprar la empresa pública del suelo de Andalucía. Con la cesión de terrenos municipales, ¿qué ocurre? En esos ayuntamientos, el terreno es carísimo, porque en un trocito se puede montar un invernadero enorme. Eso es lo que pasa. Pues en ese caso, dije yo, que sea la Administración quien compre el suelo. Y eso es lo que va a hacerse.

P. ¿Entonces es una idea suya? ¿Ha intervenido para que la Administración pública actuara en ese sentido, con una buena idea?

R. Sí, actúo. De ese modo, o ayudando a los alcaldes que sí están por colaborar, pero que no tienen suelo público.

P. Y ha conseguido que por fin se decidan a hacer las casas, aunque de otro modo diferente al previsto...

R. Sí. Si no, sería un fracaso colectivo, del gobernante y de la sociedad civil. Y, francamente, eso no podemos permitírnoslo.

P. En la prensa leí que usted decía, a propósito de la respuesta de los alcaldes que no querían ceder suelo: bueno, en ese caso, ya veré lo que hago, porque algo haré. ¿A qué se refería?

R. Por ejemplo... Sí, a mi intención de convencer a la Junta de que compre suelo.

P. ¿Hay muchas ideas suyas que acaban siendo aceptadas por los políticos? Porque le ha costado reconocerlo...

R. No siempre, pero casi siempre. Pero también son sus iniciativas... Prefiero que se pongan las medallas, que esta gente de la política es muy medallera, y a mí me da igual porque lo que quiero es que las cosas se hagan. Por ejemplo, hablo de la erradicación del chabolismo, y veo que a continuación se firma un convenio con el ayuntamiento, que en efecto lo va a erradicar. Claro que siempre hay alguien que dice que no le resuelvo su problema. Cada vez me exigen más, y eso me crea muchas tensiones personales. A veces no puedes con todo, esto es agotador. Yo asumo que soy defensor de todo el mundo, y respondo a todas las cartas, incluso las que me dicen que defiendo a los moros en vez de a la gente de aquí. En este cargo hay que hacer equilibrios. Por eso cuando se me pide que sea tajante y radical, cosa que me gustaría, contesto, al que me lo exige, que tenga en cuenta, antes de poner verde a un alto cargo, que tal vez mañana me va a decir que le haga un favor. Y eso no puede ser. Esas contradicciones no conducen a nada. Así que podría decirte ahora que todo lo que atañe a la inmigración es un desastre. Sí, lo puedo decir, pero ¿qué arreglo?

P. ¿Podría decirlo?

R. Sí, podría. Puedo contar que hace unas semanas estuve en Tarifa, donde la gente de la Cruz Roja me dijo que no tienen bastante dinero para atender a todos los que vienen en pateras. Si lo miras desde esa perspectiva, es un desastre. Pero al mismo tiempo vi que la gente de Tarifa les daba mantas, y la Guardia Civil. Entonces pienso que no hay derecho que yo diga este discurso derrotista. Si necesito la complicidad de la Administración, ¿qué gano enfrentándome a ellos?

P. Hay más racismo contra los magrebíes que contra los subsaharianos. ¿Por qué?

R. Es verdad. Es porque el negro sabe que es negro, sabe que llama la atención y utiliza una estrategia de no ser visto; van a su historia, están muy agrupados, tienen sus locales y no molestan a nadie. Son conscientes de estar en territorio ajeno. El magrebí, no. Por la distancia que nos separa, por los ocho siglos que estuvieron aquí, por la mezquita de Córdoba... Digamos que se creen que esto es de ellos. Los magrebíes aquí a veces tienen mucha guasa. Hay de todo, pero la actitud general no es positiva, mientras que el negro sí la tiene. Y ahora, que los de izquierdas no vengan a venderme la excusa de que racista es sólo el alcalde de El Ejido. Porque no es verdad.

P. Ha tratado a jóvenes desde hace años. Ha dicho que la sociedad actual les ofrece un modelo social desquiciante.

R. Tienen un mundo aparte, con algunas conexiones con el nuestro. Miramos a los jóvenes desde el modelo de los sesenta y setenta, que es nuestra referencia, y no vale. La mayoría de los chicos están despistados; en su mundo hay una comunicación, a veces con ayuda del alcohol y el hachís, y su visión del mundo es la de un mundo en el que ellos no pueden participar porque no los dejan. Los datos del paro en nuestro país superan la media europea. Y muchos de estos niños se encuentran en una rara dualidad; son gente preparada que no puede ejercer su trabajo, ni usar sus conocimientos. Me reúno con universitarios que llevan parados cinco y seis años, sé que lo pasan muy mal... Nos creemos que porque tienen comida y casa están bien, pero son chavales que están deprimidos. Y los chavales de familia humilde, donde ahora hay menos paro, porque hay más trabajo para los albañiles que para los universitarios, están también muy desquiciados porque después del trabajo lo que encuentran es la diversión de las motos y los coches... y muchos se dejan la vida en la carretera. El modelo de sociedad es terrorífico, está basado en la competición, en la frialdad en las relaciones humanas. Se nota en muchos de ellos una carencia afectiva que no es normal. Por eso valoran tanto la amistad.

P. ¿Y el amor?

R. Son conscientes de que el amor pasa; desean tener un amor firme, pero no se hacen ilusiones.

P. ¿Qué es el más allá para usted?

R. No me preocupa mucho. A veces creo que tengo una historia infantil, que me lo creo como me lo contaron. Eso me consuela mucho.

El defensor del pueblo andaluz, José Chamizo, afirma que ha recorrido simbólicamente los 770 pueblos de Andalucía.
El defensor del pueblo andaluz, José Chamizo, afirma que ha recorrido simbólicamente los 770 pueblos de Andalucía.PABLO JULIÁ

Un hombre de acción

A FINALES DE LOS SETENTA, Chamizo empezó a trabajar en el problema de la droga. En 1985 apareció la Administración, con el plan nacional, y le quitaron casi todas las subvenciones. 'Dijeron que teníamos que desaparecer, que lo que hacíamos no valía para nada; que ellos se ocuparían'. Fueron unos malos años. Porque Pepe Chamizo, además, corría peligro físico. Los capos de la droga lo veían como un enemigo y alguno llegó a ponerle un cuchillo en la garganta. Para colmo, el grupo sólo contaba con la ayuda privada para sobrevivir, y con el dinero que conseguían de rifas, tómbolas y similares. Pasaron años, unos mejor que otros, una reconciliación con la Administracción andaluza, y un día le llamó Chaves y le ofreció ser Defensor del Pueblo Andaluz. Entonces Pepe Chamizo reunió a toda su gente y les consultó. 'Vete', le dijeron, 'porque si sigues aquí vas a acabar loco'. Lo que le desconcertaba era algo más que una mala racha. Después de que varios chavales le dijeran que querían rehabilitarse, y antes de que pudieran hacerlo murieran por un pico adulterado. Le pasó al menos 10 veces. 'Es muy duro ver que una persona está encontrando la luz, y cuando todavía está dentro de esa penumbra, de pronto acaba fatalmente. Mira, si andas entre la vida y la muerte continuamente... es que uno acaba mal. Entonces no sabía ni quién era, a veces me sentía como un autómata. Porque tampoco me daba tiempo a asimilar el dolor, y eso produce un comportamiento raro. Es decir, no es que estuviera loco, pero sí raro'. Aceptó su primer mandato como defensor hace cuatro años. Y lo ha vuelto a aceptar ahora. Asomado al balcón de su despacho, situado en una céntrica calle de Sevilla, dice que esa ciudad le cansa, que le parece muy excluyente. 'Andalucía es mucho más universal que eso. En el bloque donde vivo, los vecinos son de profesiones liberales, y es que ni te miran. Un día me dice una señora: 'Oiga, están diciendo que vive usted en un piso de 300 metros' y yo aclaré que no es así'. No, qué va' , le respondí, 'no tiene ni 40'. 'Eso digo yo. Si ni siquiera va con coche oficial ni nada'.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_