Problemas en Santa Clara
Cuentan el chiste de un forastero del norte de Estados Unidos que estando de visita en el sur decide ir al cine. Cuando en la taquilla pide un asiento en el patio de butacas le dicen: 'Usted no es de aquí, ¿verdad? Porque aquí sólo los negros se sientan en el patio de butacas'. Saca, pues, la entrada para el primer piso y estando allí pregunta por los servicios, recibiendo como respuesta: 'Usted no es de aquí, ¿verdad? Porque aquí lo que hacemos es arrimarnos a la barandilla y orinar sobre el patio de butacas'. Está el hombre en las labores correspondientes cuando oye una voz desde abajo: '¡Oiga! Usted no es de aquí, ¿verdad? Porque los de aquí al menos la reparten, pero a mí me está cayendo toda'.
Saco este chiste a colación porque desde hace años me identifico con el negro del patio de butacas, ya que 'a mí me está cayendo toda', aunque en mi caso me refiero a la basura. Vivo en la barriada Santa Clara y tengo la dudosa suerte de que el Ayuntamiento colocara hace años los contenedores de basura al lado de mi casa y, desde entonces, no hay forma de que periódicamente no aparezcan en su entorno toda suerte de muebles viejos y rotos, y demás artilugios. La abnegada labor de nuestra asociación de vecinos Las Praderas del barrio Santa Clara, pidiendo a los vecinos que llamen al número de teléfono 954 28 20 20 del servicio gratuito de recogida de enseres, se revela inútil.
Se acerca el otoño y me echo a temblar a sabiendas de que pronto aparecerán las pequeñas (o grandes) podas. O bien se dejarán al lado de las cubetas, para que el viento se encargue de echármelas encima, o bien ocuparán toda la cubeta y, ante la ausencia de espacio suficiente, los demás vecinos no se privarán de dejar su basura en el suelo. Después de esto, los perros y gatos romperán las bolsas y, en cualquier caso, a mí me corresponderá el 'privilegio' de recoger las basuras de mis vecinos.
Algunos me han tachado de 'egoísta e insolidario' cuando he sugerido que sería de justicia que las cubetas se cambiasen de sitio periódicamente y que lo que habría que hacer es educar a los vecinos. Mientras este 'proceso educativo' alcanza sus fines, naturalmente, que la basura me siga cayendo toda a mí, faltaba más. Sin embargo, yo me empeño en creer que serviría como ardid educativo para que los demás vecinos aprendiesen de la experiencia de tener cubetas cerca.
Si he empezado con un chiste no es porque crea que el tema tenga ninguna gracia, sino porque con toda seriedad ruego que LIPASAM estudie un plan de cambio sistemático de ubicación de las cubetas a fin de que todos los ciudadanos tomen conciencia del problema y colaboren para mantener 'Sevilla limpia'.
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