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Pujol tiende puentes al Vaticano en vísperas de la jubilación de Carles

El presidente inaugura en Roma una exposición

Francesc Valls

El presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, inauguró ayer la exposición religiosa Germinabit en el extraterritorial aunque vaticano Palazzo della Cancelleria. La muestra, que reúne unos 800 volúmenes de textos producidos o traducidos durante el siglo XX en Cataluña, abre sus puertas diez días antes de que el cardenal arzobispo de Barcelona, Ricard Maria Carles, cumpla 75 años, la edad de jubilación. Para Pujol, la exposición es una excelente ocasión para expresar la buena voluntad de los nacionalistas y para que Roma tome nota de ello en los nombramientos espiscopales que se avecinan. 'No existiría Cataluña como pueblo sin la aportación caudal del cristianismo y de la Iglesia', sentenció Pujol en la inauguración.

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El presidente de la Generalitat quiso subrayar de esta manera que los valores 'que defiende la Iglesia' han contribuido a defender 'la identidad de Cataluña'. Pero también recalcó que 'la Iglesia debe mucho a Cataluña'. Esta actitud de Pujol enlaza con su voluntad de tender puentes a una Santa Sede sorda a sus tentativas de diálogo. Los nuncios que el Vaticano ha enviado a España no han sido precisamente un ejemplo de esa diplomacia que es tenida por exquisita. Ahí quedan para la posteridad las palabras del nuncio Lajos Kada de finales de 1998 en que advertía sobre 'la disgregación de España'.

Kada ya había lamentado anteriormente que el Gobierno del PP dependiera de los votos de Convergència i Unió. Además de estas pullas escasamente diplomáticas, los nacionalistas creyentes han tenido que sufrir a un Papa que se resiste a saludar en catalán y que en un cuarto de siglo sólo ha dicho 'bon nadal' en una ocasión. Y todo ello a pesar de las deferencia que Pujol ha tenido para con Roma: el primer viaje al exterior como presidente de la Generalitat, con enciclopedia catalana bajo el brazo, fue precisamente al Estado Vaticano.

'Tenemos el derecho a ser tenidos en cuenta; la Iglesia catalana no creo que sea subversiva, lo máximo que se puede decir es que es montiniana, no es heterodoxa y Cataluña y el Gobierno de Cataluña tampoco', se lamentaba en 1996 un Pujol que subrayaba que la jerarquía eclesial sólo parece acordarse de los nacionalistas cuando hay que 'oponerse al cuarto supuesto de aborto o defender la enseñanza confesional'.

A pesar de todo, Pujol ha sido perserverante en su intento de buscar el encuentro. La última señal de esta incesante voluntad de acercamiento ha sido la concesión del último premio Internacional Catalunya a Andrea Riccardi, líder de la Comunidad de San Egidio, un colectivo que, al contrario de los que sucede con otros movimientos eclesiales, auna la milagrosa virtud de presentar una imagen progresista y tener, al tiempo, excelentes relaciones con la influyente Secretaría de Estado vaticana.

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Ahora, la inauguración de Germinabit se interpreta en medios eclesiales como un intento de vuelta al redil para un Pujol que vive más cómodo en la teoría montiniana que en la wojtyliana y que desearía que el sucesor de Carles fuera un prelado de sensibilidad catalanista. El nombramiento de Ignasi García Clavel como Secretario para las Relaciones con las Confesiones Religiosas en mayo de 2000 es una muestra de esta intención. Quizás el propio nombre de la exposición, Germinabit, juega con su tiempo verbal -futuro (germinará) i no un germinavit, pasado- a expresar esa voluntad de acercamiento y de abrir nuevas vías directas de comunicación.

Un primer paso fue dado ayer en la inauguracion de esta exposición que contó con la presencia de dos destacados miembros de la curia vaticana: el cardenal Paul Poupard, del ponticificio Consejo de la Cultura, y el cardenal polaco Zeno Grocholewski, responsable de música sacra. Además de Pujol, por parte catalana tomaron la palabra tanto el arzobispo de Barcelona, cardenal Carles, como el titular de la archidiócesis de Tarragona, Lluís Martínez Sistach. La guinda fue la presencia del ex primer ministro italiano Giulio Andreotti.

Jordi Pujol, a la izquierda, con cardenal Paul Poupard y el ex primer ministro italiano Giulio Andreotti.
Jordi Pujol, a la izquierda, con cardenal Paul Poupard y el ex primer ministro italiano Giulio Andreotti.MIGUEL GONZÁLEZ

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