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La deuda de las telecomunicaciones se dispara

Reducir un endeudamiento de 43,2 billones es la nueva obsesión de los operadores europeos

'Es cuestión de supervivencia. Si tuvieras que pagar por respirar, pagarías mucho. ¿O no?'. Hace sólo siete meses, Jean-François Pontal, primer ejecutivo de la operadora Orange -adquirida en mayo de 2000 por France Télécom por 7,5 billones de pesetas en la mayor compra de su historia-, entendía por 'sobrevivir' y por 'respirar' hacerse con licencias para explotar una tecnología destinada a revolucionar los hábitos de los usuarios de móviles, llamada UMTS.

Hoy, en un contexto económico sombrío en coqueteo con la recesión, con las heridas aún abiertas por la explosión de la burbuja tecnológica y los índices bursátiles arrastrados por la fuerza de la gravedad, 'sobrevivir' y 'respirar' es, para los operadores de telecomunicaciones, deshacerse de un lastre llamado deuda.

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Según los cálculos del banco de negocios UBS Warburg, las compañías del sector culminarán el año 2001 con una deuda neta de 126 billones de pesetas debido a las inversiones en esta nueva tecnología (tan nueva como que aún no existe), una cantidad que supera con creces el tamaño de la economía española. La deuda que este diciembre acumularán en Europa los operadores de una de las industrias que habían despertado mayores alegrías inversoras asciende a 259.967 millones de euros (43,25 billones de pesetas).

El nivel de endeudamiento ha aumentado un 23% desde diciembre del año pasado, a pesar de que, ya por entonces, a los operadores europeos se les atragantaron las fiestas navideñas por los toques de atención a los inversores desde el Banco de Francia y del Banco de Inglaterra, que empezaron a secar los mercados bursátiles y enfriaron la fiebre inversora. No era para menos: la carrera por las licencias ha acabado nutriendo las arcas públicas europeas con 21,6 billones de pesetas.

En su informe Eurobond Market, publicado el pasado mes de julio, el Banco Central Europeo (BCE) señala que las emisiones de deuda pública en la zona euro se redujeron, en 2000, de 600.000 millones de euros a 476.000 millones. El BCE atribuye este recorte 'al crecimiento económico más rápido, y también a los ingresos excepcionales por las ventas de licencias UMTS'. Gracias a ellas, la zona euro estrenó superávit.

En paralelo, han subido como un soufflé las emisiones de deuda privada de los participantes en esta macrosubasta fabulosa, que no fue tal en todos los países europeos. En España, la atribución de licencias se dirimió en un concurso por el que el Gobierno ingresó 86.000 millones de pesetas, frente a las billonarias cifras de Alemania y el Reino Unido. El Ejecutivo lo solventó con una tasa radioeléctrica de 140.000 millones.

El mayor experto en dicho sufflé ha sido Deutsche Telekom, que, en junio de 2000, lanzó la emisión de obligaciones más importante del mundo, por valor de 2,5 billones de pesetas, y que este año verá aumentar su deuda un 11,4%, hasta 11,4 billones de pesetas. El segundo experto ha sido France Télécom, que entre 1999 y 2000 disparó su deuda un 335%, hasta superar los 10 billones de pesetas. La operadora francesa franqueará a finales de año la cifra de 11 billones, y ya ha desistido en sus promesas de reducirla a cerca de la mitad en el año 2003.

Endeudarse se hizo imprescindible, porque la cantidad astronómica pagada por las licencias, que culminaba un proceso de alocadas compras de rivales, era sólo la primera parte de la factura. Quedaba una segunda parte que, según los expertos, puede superar la primera, de 21 billones: las nuevas redes están por construir. Y un pequeño detalle acabó de desbaratar todo plan: la tecnología UMTS no iba a estar disponible este verano, como se daba por hecho; ni tampoco lo estará el verano que viene. Sí en 2003.

El plazo se alargará hasta que los operadores puedan garantizar una cobertura generosa para los nuevos servicios que deberían convertir el pequeño terminal de móvil en una ventana abierta a los prodigios de Internet, y a gran velocidad. 'Los operadores rentabilizarán sus inversiones en un periodo no inferior a siete u ocho años, y no sólo hay que dar por congelados todos los proyectos de inversión no imprescindibles. Hemos entrado en una fase en la que todo activo no estratégico está en venta', advierte Javier Baigorri, socio de la consultora de telecomunicaciones Diamond Cluster.

Retorno imposible

En el caso de la holandesa KPN, en maltrecha situación financiera y con la que Telefónica estuvo a un paso de fusionarse, igual que Belgacom -'¿a quién puede atraerle fusionarse con una empresa con 3,9 billones de pesetas de deuda, cuatro veces mayor que en 1999?', exclaman los analistas-, se ha llegado a especular con la venta, incluso, de su negocio de telefonía fija.

No todo es cuestión de tiempo. 'Estas compañías no tienen ningún retorno a sus inversiones a corto plazo. Pero es que una parte de ellas no se recuperará', da por hecho Bosco Ojeda, analista de UBS Warburg, para quien los cacareados planes de venta de activos 'difícilmente podrán reducir la deuda más de un 15%'. Los posibles compradores son otros operadores también obligados a apretarse el cinturón. Si compran, 'lo harán por cuatro duros'.

Así las cosas, compartir los costes multimillonarios de las infraestructuras de red se ha convertido en una prioridad, con el beneplácito de la Comisión Europea. El Gobierno alemán ya ha dado el a esta posibilidad. Deutsche Telekom y British Telecom, que a su lado sale mejor parada pese a sus 7,5 billones de pesetas de deuda, se han puesto manos a la obra en el Reino Unido y Alemania. Telefónica y Sonera, pese a los flecos pendientes, están en las mismas con KPN -y buscan también un acuerdo con Vodafone- en el mercado alemán, para ahorrarse un 60% de una inversión de 6.400 millones de euros en 10 años.

Pocos se frotan ya las manos con el feliz y atrevido pronóstico del Forum UMTS, grupo que promueve las telecomunicaciones móviles: la generación, en 2010, de 56 billones de dólares de ingresos. Hoy toca pensar en la deuda.

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