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Industria rechaza el plan de cortes selectivos que Fecsa elaboró para evitar un colapso

Entre 500.000 y dos millones de abonados han sufrido apagones en julio y agosto

El verano de 2001 será recordado en Cataluña como el de la exacerbación del socorrido síndrome de California, así llamado por el temor a que se produzca un apagón de luz generalizado. La expectativa pesimista, fraguada a lo largo del año, ha desembocado en el rechazo de la Generalitat a la propuesta de Fecsa-Enher, la filial catalana de Endesa, de realizar cortes técnicos de luz en los momentos de mayor demanda de la temporada turística para evitar una sobrecarga de fatales consecuencias.

Las zonas afectadas por los cortes selectivos, según el plan de Fecsa, debían ser las de la Costa Dorada, la Costa Brava y algunos puntos del área metropolitana de Barcelona, tres zonas de distribución que concentran más del 75% del consumo de electricidad en Cataluña. El Departamento de Industria del Gobierno catalán desestimó hace algunas semanas la propuesta formulada por el consejero delegado de Endesa, Rafael Miranda, al considerar que Fecsa ha tenido tiempo para mejorar sus redes a partir de las señales de alarma aparecidas el pasado verano y confirmadas a lo largo del año.

Albert Mitjà, director general de Industria y responsable de Energía, exige a la empresa eléctrica que refuerce la vigilancia en los puntos de mayor condensación de la red. Al mismo tiempo, Industria obliga a Fecsa a incrementar su inversión en infraestructuras de transporte eléctrico hasta situarlas este año en 33.000 millones de pesetas, 'una cifra considerablemente superior a los 28.000 millones presupuestados inicialmente por la compañía', señala Mitjà. Antes de diciembre de 2005, Fecsa deberá invertir un total de 160.000 millones en su red eléctrica.

La 'perla' de Endesa

Fecsa-Enher, la perla de Endesa que contribuye en más del 60% a los ingresos del grupo eléctrico en el mercado español, soporta las consecuencias de ser una empresa de aluvión, formada a partir de la fusión de tres compañías: la centenaria Fecsa, fundada por los March -que en 1987 estuvo al borde de la suspensión de pagos-, Hidroeléctrica de Cataluña (Hidruña) y Enher. Sin embargo, la Fecsa actual no es la simple resultante de la suma de las tres partes. Se ha transformado en una empresa distribuidora de la que se han segregado, en beneficio de Endesa, las hidráulicas del Pirineo, las térmicas de carbón y fuel, y los grupos nucleares de Ascó y Vandellòs, centrales que a lo largo de muchos años habían sido el referente del sector eléctrico catalán.

El mercado español, en aplicación de la Ley Eléctrica de 1997, mantiene separadas las actividades de generación y de distribución. La rama de generación determina el precio de la electricidad a través de un mercado continuo informatizado -el operador del sistema- en el que las compañías intercambian a diario millones de kilovatios a un coste siempre inferior al llamado precio del pool, el cual queda establecido al cierre del día anterior. Por su parte, el subsector de la distribución se rige por la tarifa, un precio político fijado por el Gobierno y que finalmente pagan los consumidores.

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Un verano con apagones

En el sistema existe una tercera rama de actividad, la comercialización, que reúne a los nuevos brokers eléctricos y está llamada a ser la actividad de mayor valor añadido a partir del año 2003, según el calendario establecido por Bruselas para acometer la liberalización total del sistema en los países de la Unión Europea.

Esta ordenación del sector explica por qué una empresa puramente distribuidora como Fecsa-Enher tiene hoy por hoy un peso importante en la facturación de su grupo, Endesa. Sin embargo, resulta obvio, a la vista de los apagones y cortes de suministro, que esta ventaja no está repercutiendo en la calidad del servicio. Fecsa-Enher, pese a disfrutar de una posición de dominio absoluto en el mercado catalán, mantiene en mal estado su red de 94.000 kilómetros -de alta, baja y media tensión-, como lo demuestra la cantidad de apagones de este mismo mes de agosto.

Sólo en la primera quincena del mes se han producido cinco apagones de consideración: el pasado día 2, en Lleida, 4.500 abonados estuvieron sin corriente durante dos horas y otros 3.500 de Sant Feliu de Guíxols (Baix Empordà) se quedaron a oscuras en plena fiesta mayor de la localidad; el día 5, un apagón afectó a Castelló d'Empúries (Alt Empordà); el día 9, el puerto marítimo de Cambrils (Baix Camp) se apagó de repente; el 15, los vecinos de los valles pirenaicos de Cardós y Ferrera vivieron una inesperada tarde crepuscular, y, finalmente, el día 16, los abonados de Calafell, Cunit y Cubelles, en el Baix Penedès, soportaron los efectos de una avería causada al parecer por una máquina excavadora que cortó un cable subterráneo, según la versión exculpatoria de la compañía.

A estos incidentes se suman los de junio y julio. En total, los afectados por apagones y pequeñas interrupciones del suministro se acercan, según medios profesionales del sector, a dos millones de abonados, el 50% de los clientes catalanes, que son casi cuatro millones. Fecsa-Enher no confirma oficialmente esta cifra de afectados, pero, en cambio, sí reconoce que sólo en el mes de agosto 500.000 clientes han sufrido apagones.

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