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Reportaje:GENERACIÓN NÓMADA

LIBROS ENTRE CHAMIZOS

María Jordi colabora con la biblioteca del Movimiento Cuarto Mundo en un barrio madrileño de chabolas.

Cada lunes, María Jordi, de 25 años, deja a un lado sus planos de estudiante de arquitectura y se sienta a leer cuentos con un montón de niños del poblado chabolista del Pozo del Huevo. Ella es uno de los 40 voluntarios del Movimiento Cuarto Mundo en Madrid, una ONG cuyo objetivo es erradicar la pobreza 'contando con las personas que la sufren'. Entre sus actividades está la biblioteca de calle infantil del Pozo, un barrio de chamizos habitado por 140 familias, la mayoría gitanas.

Todos los lunes una decena de voluntarios del Movimiento extienden unas lonas en medio de este empobrecido vecindario vallecano y se dedican a leer libros con medio centenar de chavales. En la barriada no todos los pequeños están escolarizados ni acuden a clase con asiduidad. Sin embargo, a María le parece que los críos sienten como algo suyo esta biblioteca, que recibe una subvención oficial. 'Un día que empezó a llover, los mismos niños decidieron que siguiéramos leyendo en casa de uno de ellos. Me impresionó ver cómo recogían rápidamente las lonas y los libros para continuar cuanto antes con la lectura'.

'Nuestro objetivo no es enseñar a estos niños a leer, sino hacer que disfruten y, a través de la actividad, ir conociendo a sus padres y tener una presencia en el barrio. No somos una ONG asistencial, no ofrecemos cosas materiales ni planteamos una relación en la que nosotros damos y el otro recibe. Intentamos ser un medio para que estas familias se expresen y para que sus problemas lleguen a sitios donde puedan resolverse. Pero deben ser ellos los protagonistas'.

Esta universitaria que prepara su proyecto de fin de carrera se encuentra en una encrucijada vital. 'En este momento hay muchas cosas que me interesan, la arquitectura es una de ellas, pero no sé si la más importante. Me gustaría poderla hacer compatible con otras inquietudes de tipo social'. Ella no llegó a Cuarto Mundo porque sí. 'Desde hace años pertenezco a la parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe (Chamartín) y había colaborado en sus proyectos de alfabetización, salud y derechos humanos en las comarcas mexicanas de Tabasco y Chiapas. A la vuelta vi que también había pobreza aquí, a unas pocas paradas de metro de mi casa, y que debía implicarme'. 'Una vez que te acercas a estas situaciones ya no te puedes dar la vuelta sin más'.

Se define como creyente pero cree que, siendo atea, hubiera tomado la misma decisión. 'Es una cuestión de humanidad y de sensibilidad, no de religión, de hecho en Cuarto Mundo hay mucha gente no creyente. Aunque, desde luego, un cristiano que no se compromete lo es a medias'.

La primera vez que pisó el Pozo le pareció que lo que allí veía no era tan distinto a lo que ya había conocido en México. 'Son lugares donde la vida es muy dura, pero me sentí muy acogida por los chavales'. La biblioteca le ha servido para aprender de los niños. 'Ellos dicen cosas muy gordas con palabras muy sencillas. Me impresiona cómo exigen ser respetados. Por ejemplo, si le aseguras a un chaval que vas a ir a buscarle a casa para llevarlo a la biblioteca y no acudes, él te hace ver que debes cumplir tu palabra'. También le resulta curiosa la capacidad de los pequeños 'para empezar cada día de cero'. 'Un día te enfadas con alguno por algo y al siguiente ha hecho borrón y cuenta nueva'.

Lo que más le convence de Cuarto Mundo es que 'rompe con la idea de que un pobre es sólo alguien que necesita cosas y hace hincapié en que se trata de personas con sueños y ganas de cambiar la situación. Eso hace que el trato sea de igual a igual'.

En el poblado soplan ahora vientos de mejora porque la Comunidad de Madrid se ha comprometido a realojar a estos chabolistas en pisos sociales antes de 2003. 'La gente tiene muchas ganas de irse del poblado, pero según a qué pisos los lleven pueden tener dificultades para seguir con algunos de sus trabajos, como la venta de chatarra'.

Este asentamiento nació en los años cincuenta con la llegada masiva a Madrid de inmigrantes del campo extremeño y andaluz. En 1990 la mayoría de sus vecinos fueron realojados en el Ruedo de la M-30, un conocido bloque de pisos sociales diseñado en Moratalaz por el arquitecto navarro Francisco Javier Sainz de Oiza. Pero el barrio no se desmanteló del todo y volvió a crecer.

Algunos días María se pregunta si lo que hacen es útil para el poblado. 'Me ayudó mucho que un día una madre se me acercara a contarme lo importante que era para ella que dedicásemos nuestro tiempo a sus hijos'.

Movimiento Cuarto Mundo. Teléfono: 91 448 14 45.

María Jordi, en Madrid.
María Jordi, en Madrid.BERNARDO PÉREZ

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