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Reportaje:

La última oportunidad de Ilie

El delantero rumano ilusiona otra vez en la pretemporada del Valencia, que ayer regresó de Holanda

Una palabra resume la pretemporada del Valencia, que ayer regresó de Holanda con dos victorias en tres partidos y que mañana se presenta en Mestalla: ilusión. Ilusión entre los jugadores, que cuentan con un técnico, Rafa Benítez, mucho más dialogante que el austero Héctor Cúper. 'El cambio es abismal. En dos semanas he hablado más con Benítez que en dos años con Cúper', dice el portero Palop. E ilusión entre los aficionados, que ven por fin un fútbol alegre y ofensivo, algo desconocido en las últimas temporadas, dedicadas al arte del pelotazo. El Valencia, además, se encontró ayer con una buena noticia: la devolución de los cinco trofeos robados el lunes de su estadio.

Entre los jugadores, uno simboliza mejor que nadie este optimismo. Adrian Ilie (22 de abril de 1974) realiza su enésima promesa: 'Me encuentro muy bien y espero marcar muchos goles'. La frase no es nueva. Se repite todos los veranos de manera infructuosa, pero este año tiene algo de última oportunidad. Ahora o nunca.

Ilie colecciona en el Valencia suficientes antecedentes para que pocos confíen en él. Es un tipo apático, endeble física y mentalmente, descuidado con su salud -'fumar no influye en mi forma física', dice- y poco comprometido con el equipo. Un ejemplo: en diciembre de 2000 el Valencia le impuso cinco millones de pesetas de multa por desaparecer durante las Navidades e incorporarse tres días tarde al equipo. Otro: en marzo pasado se lesionó en un partido con Rumania ante Georgia después de que su médico, Pompiliu Popescu, le hubiese dicho que no estaba en condiciones de jugar.

Además, Ilie no marca en partido oficial desde el 7 de marzo de 2000, ante el Fiorentina, en la Liga de Campeones. En la pasada campaña no logró ni un solo gol. No importa, es un ídolo para Mestalla. La grada corea su nombre cuando salta al campo y le regala una inexplicable devoción. Le tiene en un altar desde que llegó en diciembre de 1997 del Galatasaray por 1.000 millones de pesetas, marcó 12 goles en cuatro meses y el dicharachero Claudio Ranieri le apodó La Cobra.

Un espejismo. Ilie no ha sido más que una sombra en el campo y se ha ganado fama de juerguista en Valencia. Se ha pasado más tiempo en la camilla del doctor Jorge Candel que entrenándose, pero él se resiste a su destino: 'No quiero pensar más en las lesiones. Tengo una deuda con la afición y debería pagarla. Sé que mis compañeros confían en mí'.

Su contrato finaliza en junio de 2002 y el Mundial de Japón y Corea está a la vuelta de la esquina. Cuenta con la confianza de Benítez -el martes marcó un gol ante el Genk, belga- y con el apoyo de la grada y ha realizado una pretemporada especial en Rumania con un fisioterapeuta del Valencia. Todo gira a su favor. Ahora o nunca. Es su última oportunidad.

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