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Bush presionó en Florida para poder sumar votos por correo irregulares

El Estado dio facilidades a los republicanos

El Times ha recopilado copias de todas las papeletas de votos por correo recibidas en las demarcaciones electorales de Florida, el Estado cuyos votantes escogieron al vencedor de las elecciones por un margen ridículamente pequeño. La investigación del diario ha desvelado que en la misma noche electoral del 7 al 8 de noviembre, cuando comenzaba a ser evidente que la diferencia entre George W. Bush y Al Gore era demasiado estrecha para certificar la victoria, varios equipos de estrategia política del Partido Republicano pusieron en marcha un plan de presión para que las autoridades electorales de Florida tuvieran manga ancha con los votos por correo. Los conservadores estaban convencidos de que esos votos eran suyos porque habitualmente corresponden a personal militar en el extranjero, siempre más inclinado al lado republicano que al demócrata.

Conscientes de que necesitaban hasta la última papeleta a su favor, los republicanos lograron, con todo su despliegue de presiones, que los colegios electorales aceptaran cientos de papeletas que deberían haber sido desechadas por múltiples irregularidades, algunas de ellas escandalosas.

De los 2.490 votos por correo aceptados en Florida, 700 deberían haber sido anulados, lo que habría puesto a Bush en una posición complicada. Había papeletas sin matasellos o con fecha posterior a las elecciones, otras habían sido rellenadas sin testigos e incluso llegaron 19 sobres que incluían dos votos para Bush, y los dos fueron aceptados.

Dado que no se puede saber a cuál de los dos candidatos fueron a parar todas las papeletas que deberían haber sido anuladas, tan sólo se puede hacer una proyección basada en las demarcaciones a las que pertenecía cada voto: 4 de cada 5 votos irregulares aceptados como válidos pertenecían a los condados en los que Bush se impuso a Gore. De este modo, según expertos en análisis electoral, el margen de victoria final de Bush sobre Gore habría quedado reducido a apenas 200 votos, aunque los expertos políticos no descartan que semejante cercanía en el resultado hubiera cambiado el sentido de alguno de los jueces del Tribunal Supremo que se inclinaron por frenar los recuentos y dar la victoria a Bush. Oficialmente, Bush ganó a Gore en Florida por 537 votos de diferencia.

La presión de los equipos republicanos logró que en los condados en los que Bush tenía mayoría se aceptasen 6 de cada 10 votos por correo irregulares, en muchos casos enviados después de las elecciones; a Bush le hacía falta arañar votos de cualquier manera. En los condados en los que Gore tenía mayoría, sólo se aceptaron 2 de cada 10 votos de este tipo. Aun así, la investigación del diario neoyorquino no ha encontrado ninguna prueba que permita acusar de fraude al equipo republicano.

En todo caso, el partido conservador parecía perfectamente preparado para una eventualidad de este tipo, porque reaccionó de manera inmediata en varios frentes. Los delegados en Florida montaron un centro ideológico junto a la secretaria de Estado, Katherine Harris; de allí salían instrucciones para los colegios electorales sobre la necesidad de ser flexibles en la aceptación de votos irregulares, lo que contrasta con la severidad que mostraba Harris para todo aquello que podía beneficiar a los demócratas. El portavoz de la Casa Blanca, Ari Fleischer, contactado por The New York Times, tan sólo repitió el mensaje que recita cuando se le interroga por algo relacionado con las elecciones: 'El presidente, el país y todo el mundo, salvo los más partidistas, han pasado página'.

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