Ciudadano del mundo
Ha superado desde hace mucho tiempo su propio valor. Sin desearlo realmente. El del artista clarividente, genial conductor del balón, músico de las áreas. Hoy, Zinedine Zidane, ciudadano del mundo, cultiva su propia diferencia. Se ha convertido en el hombre providencial del país. Todos los grandes del mundo, y él formará parte de ellos en adelante, se disputan la presencia de este hombre aglutinador. Para una accción humanitaria o para defender, al lado del primer ministro, Lionel Jospin, la candidatura de la capital francesa para los Juegos Olímpicos de 2008.
Zizou se ha convertido también en el francés preferido por la gente. Por delante del Abad Pierre, Johnny Hallyday y las máximas vedettes del hexágono. El resultado del sondeo efectuado por la IFOP para el Journal du Dimanche no deja lugar a dudas sobre ello. Por primera vez, los franceses han preferido a un hombre joven, ciertamente rico, pero que no tiene como principal vocación encontrar una solución a los sufrimientos humanos. Zinedine Zidane es un niño de Francia, salido de una segunda generación de inmigrantes, que se deja gentilmente llevar por el éxito y que ofrece generosamente su imagen por todas las buenas causas.
Para el Abad Pierre, 40 años de devoción a los sin techo, Zizou"ha conseguido romper el círculo en el cual se encuentra enferma la juventud francesa de las ciudades". Su nombre, su sonrisa, su disponibilidad representan una garantía inoxidable contra la indiferencia.
La Zizoumanía es el símbolo de la Francia azul-blanca-roja, la de los antirracistas, la de la Europa con las fronteras pegadas por el balón que circula libremente desde que se promulgara la ley Bosman.
Los franceses aman a Zinedine Zidane porque él encarna los valores olvidados. El respeto a sí mismo y a los otros. En este terreno la nueva estrella del Real Madrid tendrá obligadamente siempre la última palabra.
Jean-Philippe Cointot es un periodista de L'Equipe especializado en fútbol.
