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Los ganaderos, desorientados

El sector ganadero está desorientado por la manera que ha entrado la peste en la cabaña de porcino de Lleida, una de las más importantes de Europa. Todos los productores están convencidos de que el virus se ha propagado a partir de una importación ilegal de lechones procedentes de países del Este, donde hace un mes y medio los animales podían comprarse a menos de la mitad de precio.

Sin embargo, lo que más sorprende es que las analíticas realizadas a los lechones importados han dado siempre negativas, mientras que, de acuerdo con las guías sanitarias, todos los infectados habían nacido en explotaciones de Cataluña.

La organización Joves Agricultors i Ramaders de Catalunya (JARC) considera que esta semana será decisiva para conocer el alcance real de la crisis. Su secretario general, David Coll, señaló que los focos que puedan aparecer a partir de ahora serán una consecuencia de contagios anteriores al 15 de junio, fecha a partir de la cual quedó inmovilizado el ganado porcino.

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Teniendo en cuenta que el virus de la peste se manifiesta a partir de las dos semanas de incubación, se espera que a partir de la próxima semana no aparezcan nuevos casos, con lo cual se habría dado un gran paso para atajar la epidemia.

Por su parte, el sindicato Unió de Pagesos (UP) tenía previsto celebrar anoche una asamblea en Juneda (Garrigues) para informar a los ganaderos sobre las consecuencias que está teniendo la peste para el sector y las medidas que se han de adoptar para controlar la enfermedad. El dirigente de UP, Josep Puigpelat, reclama un cambio legislativo en el ámbito español y comunitario sobre sanidad animal. La peste ya ha ocasionado unas pérdidas en el sector de 1.000 millones de pesetas.

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La Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos de Aragón (UPA) también ha pedido un mayor control en materia de sanidad animal por parte de la Administración central para que pueda evitarse la aparición de nuevos focos de peste porcina. El Departamento de Agricultura de esta comunidad autónoma informó ayer que los análisis de los 1.794 lechones sacrificados el pasado miércoles en una explotación de Belver de Cinca (Huesca) han resultado negativos.

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