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Crónica:FERIA DE ALICANTE | LA LIDIA
Crónica
Texto informativo con interpretación

Una, dos, tres y cuatro

No eran orejas lo que contaba el alegre público alicantino. No; fueron las banderillas que quedaron sobre el albero tras un sainete que dió un tercero. Una mala tarde la tiene cualquiera y son muchas las que los banderilleros, a la fuerza, riegan de maera la arena. Trofeos, o sea orejas, no se cortó ni una.Bien es verdad que se puede torear como hizo El Renco y luego fallar a espadas y no cortar nada.

Sucedió con el más encastado y noble de los adolfos al que toreó con gusto y profundidad por ambos pitones. Tanda hubo en que tomó seis veces la muleta y llegó la intensidad a los tendidos. Al natural también consiguió momentos de brillantez y hasta un susto se llevó al dar un pase cambiado y salir trompicado. Luego tras los adornos llegó la suerte suprema y esta, que casi nunca se le resiste a El Renco, le hizo perder un posible trofeo. Tampoco pudo conseguirlo con el que cerró plaza, un endeble, que por la derecha pasaba sin más y por el pitón izquierdo se rebrincó sin dar opción a lucimiento. Cuando pareció que iba a tomar la muleta con son,se empezó a parar en la suerte por lo que el de Elda se arrimó,hasta irse a por el estoque que volvió a usar sin tino.

Martín / Padilla, Cervantes, Renco

Toros de Adolfo Martín, en general bien presentados; encastados y nobles; 3º y 5º, aplaudidos en el arrastre; 1º, 4º y 6º, nobles pero justos de fuerza; 2º, descastado y soso. Juan José Padilla: estocada corta (petición y vuelta); estocada caída (división). Paco Cervantes: media estocada caída y cinco descabellos (silencio); pinchazo, estocada y dos descabellos (ovación y saludos). El Renco: pinchazo, media atravesada y descabello (petición y vuelta); dos pinchazos y estocada corta caída (silencio). Plaza de Alicante, 19 de junio. 3ª corrida de Feria. Algo más de un cuarto de entrada.

Pechó el también alicantino Paco Cervantes con el peor y el mejor de la corrida. La cruz fué con su primero, un cárdeno bragao meano al que recibió a porta gayola. Luego el picador lo pilló donde pudo e hizo del burel un colador. Con la franela Cervantes tanteó por derechazos y no se confió con la zurda. Tampoco su oponente le dió opción pues se aplomó y tenía pocas ganas de peleas.

Eso le animó a abreviar y también fue a estrellarse con la tizona. Cervantes tuvo su oportunidad en el quinto. Un encastado y noble animal con el que se estiró a la verónica manejando el percal con más soltura. Aquí llego el sainete rehiletero del subalterno y tras él inició faena el maestro con la derecha al son del pasodoble y con el público entregado. Al natural el alicantino sacó algún muletazo suelto pero sin gran hondura. Así que, con más deseos que acierto, tampoco tuvo fortuna al matar.

De merienda

Juan José Padilla es torero muy de estos públicos alegres, de merienda con parada incluida, a los que no les amarga nadie un dulce, o dos. Padilla los tuvo también en su lote. Sin ir más lejos el que abrió plaza; el más chico y también el más escaso de fuerza. Lo recibió a porta gayola y clavó garapullos el jerezano con más facultades que acierto.

Con la franela porfió por bajo pero el animal cortaba el viaje y siempre le enganchó el engaño. No obstante recetó faena aseada y aunque hubo petición sólo dió una vuelta. Al cuarto ni lo quiso ver y tan sólo destacó clavando tres pares de mérito. Pero en el último tercio al taparse él, destapó la encastada nobleza del animal. Así es, cuando hay toro...

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