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Entrevista:JIMMY SCOTT | CANTANTE

'La libertad del jazz me permite darle una magnitud más creativa a cada canción'

Caprichos del destino: después de alcanzar cierta celebridad a finales de los años cuarenta con algunas orquestas importantes de jazz y de grabar un disco, Falling in love is wonderful, acompañado por el piano del mismísimo Ray Charles a principios de los sesenta, la carrera del cantante Jimmy Scott (Cleveland, Ohio, 1925) entró en una inexplicable fase de calma chicha. Nadie parecía dispuesto a contratarle a pesar de que en su cartera de seguidores figuraban nombres de tanto prestigio como el propio Charles, Quincy Jones, Marvin Gaye o Stevie Wonder. Sorprendentemente, Scott regresó con fuerza inusitada en 1992 con un disco espléndido, All the way (Sire/Warner), que incluso fue nominado para los premios Grammy.

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La voz de la experiencia

Cumplidas ya sus citas en Salamanca, Madrid y San Javier (Murcia), en donde ha actuado durante esta semana, los degustadores de voces con carácter podrán escucharle en la localidad valenciana de Torrente (hoy en el Auditorio), Benidorm (lunes 28, plaza de Castelar del Castillo), Sevilla (martes 29, salón de actos Caja San Fernando), Jerez (miércoles 30, salón de actos Caja San Fernando) y Cádiz (jueves 31, La Lechera).

'Realmente, nunca me rendí', asegura el cantante, 'siempre he deseado permanecer en el mundo de la música y he procurado aprovechar todas las oportunidades para lograrlo'. La tenacidad de Scott ha tenido su recompensa y ahora, a punto de cumplir 76 años, ha reforzado su reputación de figura de culto y sigue apareciendo en las listas de favoritos de figuras del pop, Madonna y Lou Reed entre ellas, y hasta en la de artistas cinematográficos como David Lynch o Liza Minnelli.

Scott agradece el apoyo de personas tan influyentes en el mundo del espectáculo y responde con gentileza a los piropos: 'Les agradezco mucho todo lo bueno que dicen sobre mí. La verdad es que ellos también me gustan. Admiro el modo en que han enfocado sus carreras y la fiesta de comunicación espontánea en que convierten cada una de sus actuaciones'.

A pesar del respeto que muestra por las manifestaciones multitudinarias, los conciertos de Scott optan por un ambiente de ceremonia íntima y recogida. Un problema hormonal confirió a su voz una tesitura ambigua, situada en algún punto indeterminado entre la de contralto (femenina) y la de tenor (masculina), ideal en todo caso para desentrañar canciones que hablan de amores no correspondidos y otras amarguras del corazón. 'Lo más importante es la letra. Si la historia es buena, siento que estoy contando mi propia vida. La libertad del jazz me permite además darle una magnitud más creativa a cada canción', dice.

Bajo esa filosofía vocal y vital, las cuestiones técnicas pasan a segundo plano, porque lo verdaderamente importante para Scott es encontrar el color dramático justo de las palabras, el grado exacto en que alcanzan su significado más sincero y profundo. Para conseguir su propósito cree que es importante ser respetuoso con el compositor: 'Si sospecho que puedo destruir la intención original de la canción, prefiero no insistir. No tiene sentido molestarse en intentar algo que está condenado de antemano al fracaso'.

Ahora que arrecian los halagos que le sitúan, junto a Frank Sinatra y otros colosos de la voz, en la galería de intocables del siglo XX, Scott ha recobrado la ilusión para afrontar nuevos proyectos: 'Me encantaría colaborar con Madonna', afirma, 'me interesa como cantante y como persona. Todavía no he hablado con ella, pero tengo una historia que me parece perfecta para iniciar nuestra relación musical'.

Las grandes óperas

La curiosidad del veterano cantante le acerca también a otros géneros que, en principio, tienen poco que ver con el que le ha ocupado toda su vida. 'Ojalá supiera más idiomas para comprender en toda su dimensión los libretos de las grandes óperas. Hay en ellas algunas melodías que me gustaría cantar. Es posible que lo intente en el futuro. A fin de cuentas, todo es música, y lo grande es que a través de ella puedes entrar en contacto con multitud de culturas diferentes', concluye.

Aún más insólita resulta otra iniciativa que Scott piensa emprender en cuanto se le presente la oportunidad: 'Conozco bien a Joe Pesci y me consta que es un magnífico cantante. Eligió la carrera de actor, pero tiene talento para la música. Tarde o temprano conseguiremos hacer algo juntos'. Este proyecto sería sin duda digno sucesor del flamante Over the rainbow (Milestone/Nuevos Medios), testimonio concluyente de que Scott mantiene intacta su innata capacidad de análisis para descubrir los temas que mejor se ajustan a su temperamento. Ahora todo parece posible para el cantante: está feliz de haber regresado y sabe que en la escena actual del jazz no hay nadie ni remotamente parecido a él. Más que nunca, parece decidido a defender su singularidad a golpe de canción conmovedora.

Jimmy Scott, esta semana en Madrid.
Jimmy Scott, esta semana en Madrid.ULY MARTÍN
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