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Reportaje:

La dignidad del psicoanálisis

La hija de Lacan celebra en Valencia el primer aniversario de la escuela española inspirada en el método de su padre

La figura del padre dejó una impronta evidentemente positiva en la persona de Judith Miller a tenor de la simpatía e inteligencia que revelan su sonrisa y su mirada. Miller, hija de Jacques Lacan, acudió ayer a Valencia para celebrar el primer aniversario de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis, un grupo constituido hace un año en España que compartirá este fin de semana experiencias sobre formas clínicas de abordar diversos transtornos de la personalidad en un seminario bajo el lema Extravíos del acto y de las normas.

Miller se presenta acompañada por los analistas Miquel Bassols y Marie-Helène Brousse y explica: 'Somos la trinidad'. Y los tres hablan indistintamente imbuidos por un mismo espíritu: el método desarrollado por Lacan, el discípulo de Sigmund Freud que más se esforzó por trasladar la dispersa doctrina teórica del creador del psicoanálisis a un procedimiento clínico efectivo.

Pero no tanto eficaz: 'El psicoanálisis es una experiencia terapéutica que se funda en una experiencia ética del individuo'. Y sus efectos terapéuticos se dan 'por añadidura', porque lo primordial no es generar 'la felicidad' del paciente, sino lograr que recupere 'la dignidad'. 'No se trata de calmar' el sufrimiento a través de píldoras, sino de 'despertar' al sujeto para que identifique su dolencia, el extravío de su deseo, para reconducirlo.

La trinidad esboza sonrisas cuando recibe noticia de un neurocirujano que asegura haber localizado la zona del cerebro donde reside el yo en un lugar ubicado ligeramente por encima de la córnea derecha. 'La aparición de la conciencia no se puede reducir a lo orgánico: el sujeto del sufrimiento, del deseo de la palabra se mueve en un registro distinto'.

La aparente deriva mística se detiene al comentar las rigurosas normas que Lacan imponía a los miembros de sus 'carteles' (equipos) de trabajo. Y sugiere resonancias políticas cuando la trinidad explica el concepto de 'permuta': ningún responsable de una investigación debe permanecer más de dos años al frente de un equipo. Mañana, por ejemplo, Miquel Bassols cederá la presidencia de la Escuela Europea de Psicoanálisis a Marie-Helène Brousse para cumplir con una 'práctica saludable' en aras de la eficacia porque 'las rutinas desgastan' y fomentan indeseables 'efectos de cola', como 'el colegueo'. La permuta supone un estímulo, puesto que todo responsable de un equipo de trabajo aspira a dejar huella, a introducir fórmulas novedosas.

La trinidad evita una traslación de la permuta a ciertos políticos valencianos en activo. Pero se deja seducir por 'el goce inútil' que lleva aparejada la cremà de las Fallas, una fiesta que asimila a 'una práctica de la pérdida' que, de acuerdo con las teorías de Lacan, constituye el origen del deseo.

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Y adopta un tono muy terrenal cuando desliza la inminente traducción al castellano de Autres écrits, la última recopilación de Lacan recopilados por Miller y su marido, y que acaba de publicar en Francia la editorial Seuil con ocasión del centenario del nacimiento del psicoanalista, hace apenas un mes.

Judith Miller, hija de Jacques Lacan, ayer, en Valencia.
Judith Miller, hija de Jacques Lacan, ayer, en Valencia.MÒNICA TORRES

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