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Crítica:FERIA DE ABRIL | LA LIDIA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Los subalternos y gracias

Los detalles que pudieron verse en el famoso albero de la histórica Maestranza se debieron a los subalternos y aún podíamos darnos con un canto en los dientes. Hubo asimismo unas verónicas mesías de Fernando Cepeda pero no fueron como para lanzar cohetes.

Todo el protagonismo para los subalternos, incluído el lado negativo pues uno de ellos se llevó una cornada. Ocurrió en el segundo toro de la tarde. Lo bregaba Ignacio Parra en el tercio de banderillas cuando el animal se le coló y le tiró un derrote certero al muslo.

Los toros de El Ventorrillo tuvieron también su protagonismo en el aspecto malo de la fiesta pues ni lucían trapío ni sacaron casta y varios hasta se permitieron el lujo de berrear, escarbar y mansear escandalosamente.

El que abrió plaza, lo primero que hizo al verse en el famoso albero del histórico coso fue brincar al callejón y abandonarlo raudo con otro brinco para salvar la hoja de la puerta que se había quedado abierta cuando debió estar cerrada. El sexto derribó con estrépito en un puyazo y a continuación se largó al refugio de los chiqueros, que se encontraban en la parte opuesta del redondel. Luego, durante la faena de muleta, recorrió vez y media el círculo entero al hilo de las tablas, siguiedno la árida senda del tercio angosto. O sea, como si la corrida la hubiese diseñado Adefesio, ente repulsivo.

Con los precios auténticamente disparatados que ha puesto la empresa, dar a cambio una corrida diseñada por Adefesio constituye un abuso rayano en la estafa. Estamos hablando de tendidos a diez mil y pico pesetas, de palcos a 14.000, de localidades bajas a 17.000. Por esos precios tendrían que sacar redivivos a Joselito el verdadero y Belmonte, lidiar al legendario Jaquetón, y aún parecería caro.

Los diestros no mejorareon el panorama. El nuevo matador, Luis Vilches, no pasó de voluntarioso; Pepe Luis Vázquez estuvo precavido hasta lindar el ridículo; a Fernando Cepeda se le quitan las verónicas aludidas y sería dificil hacer el recuento de su actuación.

Las verónicas, en efecto, estuvieron bien mesías, que es derivado poético de mecer. Nada del otro jueves, habida cuenta de la dulcísima embestida del especimen veroniqueado y de que muchos -incluido el artista- las han dado mejores. Lo que pasa es que actualmente se veroniquea tan mal que cuando se veroniquea bien da la sensación de que se está produciendo un acontecimniento memorable. Y a los cronistas, los comentaristas y los articulistas les da ocasión de decir que la Giralda se puso de puntillas para contemplar esa obra de arte por encima de los tejadillos; o que las palomas de la plaza de España se llegaron gozosas a contemplar la magia de la vaina; o de que se metyamorfoseó en júbilo el mágico silencio de la Real Maestranza....

Le pasa a la Maestranza, realmente plaza de historia y leyenda, que la tienen secuestrada unos cuantos cursis y se han inventado unas solemnidades y unos ritos cuya única significación práctica es impedir que nadie proteste, que nadie reclame sus derechos, que nadie exija toros y toreo y que la empresa pueda meter lo que le de la gana a unos precios abusivos, desde la más absoluta impunidad.

Y así fue tirando la corrida. Luis Vilches, voluntarioso y valentón, sin demostrar la madurez necesaria para la alternativa que tomó. Pepe Luis Vázquez inhábil en la lidia, desarmado en la brega, precavido al citar, temeroso al embarcar. Fernando Cepeda sin aguantar ni reunir en sus turnos de muleta.

Tuvieron que dar la cara los subalterno para que llegaran ovaciones, y música. Se la tocaron a Joaquín Jiménesz por dos valerosos pares que prendió al sexto toro, un cobarde reservón que se arrancaba de súbito con las del beri. Pero uno se quedaría mejor con el segundo de los dos pares oleados y musicados - según expresaban gráficamentelos honrados gacetilleros de pasadas épocas- que prendió José Manuel Romo al cuarto toro, reuniendo en la cuna, asomándose al balcón. Tronaron las ovaciones, el público en pie, los compases de la banda del maestro Tejera celebrando la gloria de los toreros buenos.

Eso es lo que hubo, y gracias.

Luis Vilches, volteado sin consecuencias al hacer un quite al tercer novillo en la tarde del viernes.
Luis Vilches, volteado sin consecuencias al hacer un quite al tercer novillo en la tarde del viernes.ALEJANDRO RUESGA

Ventorrilo / Vázquez, Cepeda, Vilches

Toros de El Ventorrillo, discretos de presencia, la mayoría inválidos, 6º con poder; mansos, media casta. Pepe Luis Vázquez: media ladeada y dos descabellos (silencio);media atravesada a paso banderillas, pinchazo y estocada caída(protestas), Fernando Cepeda: pinchazo, estocada ladeada, cuatro descabellos y se echa el toro (silencio); pinchazo hondo, ruedas insistentes de peones, estocada corta perpendicular, rueda de peones y descabello (silencio). Luis Vilches, que tomó la alternativa: estocada (ovación y salida al tercio); pinchazo y otro hondo bajo (aplausos). Enfermería: Asistido el peón Ignacio Parra de cornada de 15 centímetros menos grave en un muslo. Plaza de la Maestranza, 21 de abril. 2ª corrida de feria. Tres cuartos de entrada.

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