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Crítica:BARCELONA | LA LIDIA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Toros y marrajos

Una cosa es un toro, que puede ser bueno, regular o malo, y otra un marrajo, que sólo puede ser muy malo. En esta primera corrida de la temporada taurina de la Monumental de Barcelona salieron cuatro de los primeros y dos de los segundos.

Los de San Román, muy bien presentados y con desarrolladas defensas, dieron un juego desigual: quedándose corto y venciéndose por el izquierdo el primero, se aplomó pronto el segundo, muy flojo pero noble el tercero y bueno y codicioso el cuarto. Los dos de Saboya fueron auténticos marrajos, que iban a por los toreros y no tenían un pase.

El diestro Fernando Cepeda optó por una precavida brevedad después de una peligrosa colada de su primer toro al principio del muleteo. Dibujó alguna verónica y una media al cuarto, al que no llegó a cuajar, a pesar de que dio algunos muletazos excelentes -un derechazo a cámara lenta fue un prodigio de empaque y torería-, pero la faena, aunque dio muchos pases, fue demasiado desigual y en algunos momentos se limitó a aprovechar el viaje.

San Román / Cepeda, Sánchez, Millán

Cuatro toros de Antonio San Román, con trapío y pitones, de desiguales fuerzas y juego. 5º y 6º de Saboya, mansos, inciertos y peligrosos. Fernando Cepeda: silencio en los dos. Manolo Sánchez: ovación en ambos. Jesús Millán:aviso y ovación; palmas. Plaza Monumental, 15 de abril. Un cuarto de entrada.

Manolo Sánchez estuvo muy dispuesto toda la tarde. Se justificó con su primer toro, incierto al principio y aplomado después, recurriendo a los pases de uno en uno y al arrimón final ante las dos respetables velas de su oponente. El mismo Manolo Sánchez llamó buey al quinto de la tarde y, en efecto, lo era, y además con muy malas intenciones. Sólo cabía lo que hizo el diestro vallisoletano: no perder los papeles, machetear con torería, brevedad y habilidad estoqueadora (metisaca, pinchazo hondo y media estocada caída). Bastante hizo con salir indemne y, además, lo hizo con dignidad.

Una lástima que el tercer toro, con muy buen tranco, fuese tan escaso de fuerzas. Jesús Millán, que lo brindó al público entre protestas, hizo una faena de buen corte, con valor y torería, pero deslucida por la flojedad del astado y por el mal uso del estoque. En el sexto, que ya provocó el desconcierto de salida, destacaron la espléndida brega y los arriesgados pares de banderillas de Carlos Casanova, que tuvo que saludar montera en mano para corresponder a una merecida ovación que el público le brindó. Millán comenzó el muleteo con lógicas precauciones, ya que delante tenía al segundo marrajo de la tarde. Le plantó cara con valor, pero no tuvo más remedio que, ante las dificultades, abreviar.

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