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Reportaje:

Un año y medio de acoso y derribo

Desde que la NTV rusa se opuso a Putin, el Kremlin no ha parado hasta conseguir su control

La crisis de la televisión rusa independiente NTV, donde los periodistas se encuentran atrincherados porque no aceptan al nuevo equipo director, cercano al Kremlin, ha tenido tres puntos culminantes: la detención de Vladímir Gusinski, patrón de Media Most (casa madre del canal televisivo), el 13 de junio de 2000, mientras el presidente Vladímir Putin estaba en Madrid; la detención del magnate en Cádiz, el 12 de diciembre, en respuesta a la demanda de extradición de Rusia, y el golpe de mano con el que el monopolio del gas, Gazprom, se hizo el martes con el control de la cadena, espina clavada en el corazón soviético del líder del Kremlin.

La disputa arranca de 1999, cuando, con Putin ya de primer ministro, la NTV (que olvidó la ética para apoyar sin pararse en métodos la reelección de Yeltsin en 1996), comenzó a ofrecer una cobertura crítica de la segunda guerra de Chechenia y apoyó a los enemigos del Kremlin (Yuri Luzhkov y Yevgueni Primakov) en las legislativas de diciembre, para desmarcarse en las presidenciales de marzo de 2000 del apoyo generalizado al ex teniente coronel del KGB.

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Ahí comenzó la operación de acoso y derribo, con la fiscalía general de ariete y las deudas con Gazprom (participado en un 38% por el Estado) como punto vulnerable del magnate. La cadena de asaltos policiales a la sede de Most culminó en los tres días de junio que Gusinski pasó en la cárcel de Butirka, prosiguió con más interrogatorios y registros y se precipitó en julio con un acuerdo que casi zanjó la disputa.

A cambio de que se levantase la acusación de fraude masivo, de 300 millones de dólares y del perdón de otros 473 millones en deudas, Gusinski entregaba su imperio a Gazprom. Pero, apenas el magnate se creyó a salvo fuera de Rusia, denunció el trato (que suscribió el mismísimo ministro de Información, Mijaíl Lesin), y dijo que se lo arrancaron casi a punta de pistola.

En noviembre se fraguó otro compromiso: Gazprom, que ya tenía el 30% de la NTV, adquiría otro 16% para cancelar una deuda de 211 millones. De los 262 restantes quedaba como garantía otro 19%. Durante meses, la disputa sobre quién tenía derecho de voto sobre ese paquete ha centrado el conflicto. Hasta que, finalmente, Gazprom logró el apoyo del grupo norteamericano Capital, que tiene el 4,4%. Con tan exigua mayoría absoluta (50,4%) se nombró el martes al nuevo equipo directivo.

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El acuerdo rompía una condición del de noviembre: la que obligaba a buscar un 'inversor extranjero estratégico' para comprar al menos el 19% de marras y evitar que nadie controlase la cadena, única garantía de que ésta conservaría su independencia. Ahí es donde entra, todavía, Ted Turner, el fundador de la CNN, cuyo trato de última hora con Gusinski sólo se entiende si hay además una negociación paralela con Gazprom que convenza al gigante del gas de que no debe tomar el control absoluto. Con permiso de Putin, que, el 29 de enero, recibió a la cúpula de la NTV, alarmada porque le alcanzaba la larga mano de la fiscalía. El presidente les dijo que defendería la independencia de la cadena. Nadie le creyó.

La crisis se precipitó con el encierro del personal de la NTV y la huelga, que sólo dejó en la pantalla los informativos, la publicidad, las siglas de la cadena cruzadas por la palabra 'protesta' y el partido Arsenal-Valencia. Hasta que el nuevo presidente del consejo de directores de la NTV, Alfred Koj (jefe de Gazprom Media), se presentó el jueves en Ostankino y acordó con Yevgueni Kiseliov (director general destituido y alma de la revuelta) la creación de un órgano de conciliación que debe negociar el fin del conflicto. Ayer se rompieron las negociaciones. Continuará.

Se rompen las negociaciones

La esperanza en una rápida solución negociada al conflicto de la NTV se deshizo ayer con la misma facilidad con la que se suscitó la noche anterior, cuando las dos partes acordaron crear un órgano de conciliación con 10 representantes de la nueva dirección y otros tantos de la antigua. Alfred Koj, jefe de Gazprom Media y nuevo presidente del consejo de directores de la cadena, echó la culpa del fracaso al grupo de profesionales dirigido por Yevgueni Kiseliov, que sigue considerándose director general y periodístico, aunque la junta de accionistas de la NTV le despojó el martes de ambos cargos. Entre tanto, Borís Berezovski ofreció ayer a los periodistas de la NTV la utilización de su canal TV-6. El oligarca por antonomasia ha caído en desgracia con Putin.

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