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Victor Jara vuelve 27 años después de su asesinato con una colección llena de canciones inéditas

Uno de los trovadores de la izquierda latinoamericana, el cantautor chileno Víctor Jara, regresa 27 años después de ser torturado y asesinado por los soldados de Pinochet, en una cuidada edición remasterizada de sus álbumes en una colección de ocho discos compactos, que incorpora temas perdidos y ahora rescatados, composiciones inéditas y las más conocidas y reivindica el versátil talento de un creador comprometido con su época. El sello Warner Music distribuyó esta semana simultáneamente en Chile y Argentina la colección que resume la obra esencial de Jara y después lo hará en México, Colombia y Estados Unidos y en Europa.

Más de un año tardó el trabajo de reconstrucción de esta discografía, realizado por el productor del grupo folklórico Inti Illimani, Carlos Fonseca, con el apoyo la viuda del cantautor, Joan Turner, quien además preside la fundación que preserva la memoria de Jara.

El lanzamiento de la colección contempla también una antología del cantautor, incluyendo la reedición de un concierto suyo en el aula magna de la Universidad de Valparaíso, que será presentado el 29 de mayo, exactamente 31 años después de que lo ofreciera, en 1970.

A mediados de año, Warner publicará en formato VHS y DVD un documental sobre Jara, de la periodista Carmen Luz Parot, y planea difundir un tributo al cantautor que efectuarán bandas y solistas rockeros.

Miembro del comité central de las Juventudes Comunistas, Jara tenía 40 años cuando Pinochet derrocó al presidente socialista Salvador Allende el 11 de septiembre de 1973. El día del golpe permaneció en la Universidad Técnica del Estado, en Santiago, donde dirigía el departamento de extensión y era director teatral, junto con cerca de 600 estudiantes y académicos dispuestos a defender el gobierno, aunque carecían de armas.

Tomado prisionero por los soldados, fue trasladado hasta el Estadio Chile -rebautizado en democracia como Estadio Víctor Jara-, donde fue brutalmente torturado antes que lo sacaran para ejecutarlo. El 16 de septiembre el cuerpo de Jara fue encontrado cerca de un canal que atraviesa Santiago con 44 orificios de entrada de proyectil y sus manos y rostro desfigurados, junto a otras cinco víctimas.

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Los master de algunos de los temas de Jara fueron "destruidos por los militares durante los allanamientos", recuerda la viuda, que debió abandonar el país un mes después del golpe de estado. Algunas de sus composiciones -como Te recuerdo Amanda, El arado, Plegaria a un labrador y El cigarrito - han sido interpretadas por Joan Manuel Serrat, Silvio Rodríguez y Mercedes Sosa, entre otros.

En la primera época de la dictadura tener un disco de Jara era motivo más que suficiente para ser detenido.

Pero el recuerdo de Jara creció pese a su vil asesinato y a la prohibición de sus temas. Al finalizar el régimen de Pinochet, sus composiciones eran emblemas de la lucha antidictatorial y persistían en la memoria colectiva sus versos que muestran el mundo popular chileno. La colección de ocho discos recoge ambas sensibilidades del cantautor, desde el intimista Víctor Jara, en 1966, su primer álbum, hasta el último, Manifiesto, que recopila grabaciones suyas, donde premonitoriamente escribe que "el canto tiene sentido, cuando palpita en las venas, del que morirá cantando las verdades verdaderas".

Reconstruir las grabaciones fue un trabajo descomunal y paciente. Joan Jara cuenta que se obtuvieron de diferentes países, de grabaciones en recitales, de otras hechas por aficionados, de singles que estaban perdidos. "La tecnología permitió mejorar el sonido y reunirlo", explica.

Canciones inéditas

Cada CD de la colección incorpora material inédito de Jara, desde sus primeras canciones, un recital grabado en Cuba, temas escritos para teatro y mimos, registros en vivo en la peña de los hijos de Violeta

Parra, un homenaje a Pablo Neruda y piezas instrumentales que hizo con un jazzista, truncas por su asesinato. Jara, de profesión director teatral, y músico intuitivo de origen campesino, le pedía a sus amigos que escribieran las composiciones que él creaba.

Uno de sus trabajos más originales es el álbum La población, de 1972, que muestra su afán investigador.

Para hacerlo, Jara se fue a vivir varias semanas en un invierno a una barriada obrera, erigida por una toma de terrenos de pobladores. Grabadora en mano, recogió testimonios de sus habitantes y los plasmó en composiciones que reflejan la marginalidad de la pobreza y la dignidad de la organización popular.

Su crimen dejó numerosos proyectos sin terminar, relata la viuda. Estaba investigando una masacre de campesinos mapuches, en el sur de Chile, que iba a desarrollar con la misma metodología que aplicó en La población; con un compositor peruano elaboraba temas para un ballet; quería publicar una geografía musical de Chile, basada en el folklore de cada región del país, y componía piezas de jazz.

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