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Reportaje:

Integrados y sobradamente preparados

Tres jóvenes con síndrome de Down realizan prácticas administrativas en el rectorado de la Universidad de Granada

Sonia, Yamila y Manuel son ya tres de los trabajadores más populares de la Universidad de Granada. Desde hace un par de días ponen orden en los archivos de la gerencia del rectorado y en las facturas del negociado de Asuntos Económicos, recogen el correo y redactan fichas en el ordenador.

Su labor, aparentemente, no tiene nada de especial. Pero ellos se sienten orgullosos, porque para ejercerla han tenido que derribar el grueso muro de la desconfianza y los prejuicios construido por la sociedad. Sonia, Yamila y Manuel tienen síndrome Down y son los beneficiarios de una iniciativa pionera en Andalucía puesta en marcha por la Universidad y la Asociación Síndrome Down de Granada para que sus miembros puedan realizar prácticas laborales en la institución docente.

'Para ellos es una magnífica oportunidad de integrarse en la sociedad', explicaba ayer Trinidad Moya, responsable del Área de Inserción Laboral de la Asociación Síndrome Down. 'El trabajo les obliga a respetar un horario, unas normas y a asumir una responsabilidad. Pero también les ofrece la posibilidad de demostrar que tienen capacidades y cualidades', añade.

Para los chavales supone, en efecto, una nueva etapa. Los tres han estudiado en colegios e institutos y han completado su formación en la asociación, que imparte cursos de especialización en jardinería, cocina, serigrafía y auxiliar de administración.

Para los tres supone también una oportunidad de aumentar su independencia. 'Los primeros días, sus padres les acompañarán hasta el rectorado para que aprendan el camino. Pero luego tendrán que arreglárselas para venir solos', explica Trinidad Moya, preparadora laboral de la asociación.

Y llegar al trabajo no es nada fácil. Por ejemplo, Manuel, que tiene 20 años, vive en la localidad jienense de Alcalá la Real, a una hora en coche de Granada. 'Primero cojo el autobús de línea y luego otro en la ciudad para llegar', relata sus peripecias con el transporte.

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Cuando sale de trabajar, Manolo, que es como lo llaman sus amigos, recupera fuerzas en los comedores universitarios antes de iniciar la segunda peonada de su agotadora jornada. Por la tarde continúa sus clases de apoyo y, como remate, aprende a tejer en un taller de la asociación antes de coger el autobús de vuelta a casa. Así, no es extraño que asegure: 'Por la noche no tengo ningún problema para dormir'.

Por su trabajo, Sonia, Yamila y Manuel percibirán una pequeña remuneración económica. Una ventaja de la que no disfrutaron el curso pasado sus cinco predecesores, los primeros beneficiados por el convenio entre la Universidad y la Asociación Síndrome Down de Granada.

Los trabajadores del rectorado mantienen un altísimo concepto de ellos. La directora del Servicio de Relaciones Institucionales, Manuela Suárez, recuerda así a Laura: 'Se manejaba perfectamente en Internet. Empezó con trabajos monótonos como hacer fotocopias, pero como era muy metódica fue asumiendo mayores responsabilidades. Lo que más nos sorprendió fue su capacidad de trabajo y su fidelidad. Ha dejado huella en este servicio y sabe que le tenemos una mesa reservada'.

Suárez no dice esto último en vano. En la reciente firma del convenio, el rector de la Universidad de Granada, David Aguilar, anunció que la institución docente está estudiando una fórmula legal que permite contratar como personal de administración a chavales con síndrome Down.

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