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Columna
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Haydn en Cádiz

La música reproduce sus ritos al hilo de las estaciones. En Semana Santa es el apogeo de la música sacra y, en particular, de las Pasiones. Las de Bach, especialmente. Tal vez, a partir de ahora, comiencen a encontrar su sitio las Pasiones modernas. Las de Wolfgang Rihm, Tan Dun (el flamante ganador del último Oscar de Hollywood por la banda sonora de Tigre y dragón) o Sofia Gubaidulina, por ejemplo. Se estrenaron en Stuttgart en homenaje a Bach durante el verano de 2000. La de Rihm incluso fue a Salzburgo y la próxima semana alterna en el Festival de Pascua de Lucerna con las de Bach. Si alguna catedral moderna, como la de la Sal en Zipaquirá, Colombia, renueva con un tratamiento imaginativo de los espacios, los via crucis, los materiales o las luces el concepto de las catedrales tradicionales, ¿por qué no es posible una actualización de las Pasiones? Otras músicas requieren, no obstante, una atención preferente en estos días. Las siete palabras de Cristo en la Cruz, de Franz Joseph Haydn, es, por diferentes razones, una de las opciones indiscutibles.

Las siete palabras es una obra recogida y conmovedora desde su propia estructura en siete movimientos lentos o sonatas, como las llamaba el propio Haydn, entre la Introducción y el Terremoto final, con un equilibrado y en cierto modo simétrico juego de tonalidades que la definen como una obra compacta y unitaria. De hecho, era una de las composiciones más queridas por su autor. Su existencia es producto de un encargo gaditano, asociado a la Cofradía de la Santa Cueva y sus ritos de penitencia de las Siete Palabras y la Pasión del Señor en Viernes Santo, llevados a cabo según las pautas marcadas por la Venerable Madre Sor María de la Antigua. La Devoción de las Tres Horas, que es como se conocían estos particulares ejercicios espirituales de Viernes Santo, es de origen peruano. La prosperidad comercial y cultural de Cádiz durante la época propició la petición a Haydn de una obra musical con unos rasgos de partida tan inusuales, en un intento de dar notoriedad a una actividad espiritual arraigada en un sector social poderoso de la ciudad andaluza. Los historiadores sitúan en la Semana Santa de 1787 la fecha del estreno de Las siete palabras en Cádiz. Hay versiones para varias plantillas instrumentales e incluso una, de 1796, con intervenciones vocales.

Tres de ellas se podrán escuchar en Cádiz desde el próximo sábado hasta el 11 de abril, en un ciclo organizado con motivo de la finalización de las obras de restauración artística de la iglesia del Rosario y la Santa Cueva realizadas en los tres últimos años por la Junta de Andalucía, la Fundación Caja Madrid y World Monuments Fund, con un presupuesto de 164 millones de pesetas. El primero de los conciertos será la versión para cuarteto de cuerdas en la cripta de la Santa Cueva el 31 de marzo y contará con el Cuarteto Mosaïques; en el segundo, también en la Santa Cueva, Fabio Biondi y su grupo Europa Galante harán la versión para orquesta de cuerda el 3 de abril; y en el que cierra estas jornadas, el 11 de abril, Jordi Savall y Le Concert des Nations, con la colaboración de Raimon Panikkar como evangelista, se las verán con la versión original para orquesta en la iglesia del Rosario.

Invita esta recreación de la música de Haydn en los mismos lugares para los que fue pensada a un ejercicio de la escucha a la luz de la historia, algo básico para mantener pilares de referencia en tiempos de zozobra artística. En el prólogo de la reciente edición por la Biblioteca de Bolsillo de El surco del tiempo, apunta con lucidez Emilio Lledó que 'tal vez sea preciso mantener vivas ciertas experiencias, tener encendida la luz de la historia, para que no nos olvidemos de quiénes somos, de qué pasado venimos, y, aunque sea siempre muy problemático y confuso, hacia qué futuro aspiramos'. Mantener vivas ciertas experiencias es siempre un buen recurso para comprender con cierta perspectiva los vaivenes de la música y su necesaria compañía.

Música al ritmo de las estaciones, música a la luz de la historia. En cualquier caso, Haydn, o Bach, o Rihm, las estaciones o la historia, no deben distraer de las posibilidades musicales, o alrededor de la música, que cada día ofrece. Un ejemplo. Mañana y el sábado vuelve a Madrid la insigne pedagoga argentina Violeta Hemsy de Gainza para ofrecer un curso de eutonía para músicos en la Escuela Superior de Música Creativa. Seguro que no faltarán en sus clases aspectos como la educación de las manos y los dedos antes de abordar un instrumento, las posturas corporales, la relación del músico con su cuerpo y su instrumento o la pedagogía actualizada de la técnica instrumental. De Bach y Haydn a la eutonía. De la eutonía a Bach y Haydn. Nada hay más gratificante que los viajes de ida y vuelta.

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